Con la exoneración de la Secretaría de la Función Pública a Manuel Bartlett luego de la disque investigación que realizó sobre las 23 casas de lujo, más dos terrenos de su propiedad y de su familia que no reportó, el Gobierno de Andrés Manuel se convirtió en los hechos en tapadera y cómplice de la corrupción.
En la práctica se repitió la famosa frase que Enrique Peña Nieto le dijo a Rosario Robles cuando se dio a conocer el escándalo de las empresas fantasmas. “No te preocupes Rosario”, le dijo entonces. Ahora, parece que AMLO le dice a al Director de la CFE, “no te preocupes Manuel”.
El Ejecutivo Federal dejó ir, además, la oportunidad de demostrar que tiene la decisión y voluntad política para combatir la corrupción, aceptando que la riqueza de Bartlett es producto de su participación como funcionario público en los llamados gobiernos neoliberales y mandar un claro mensaje del fin de esas prácticas, incluyendo la simulación y el cinismo para negar a su concubina y el conflicto de interés en que incurren empresas de él y sus hijos. No hubo investigación, lo que observamos fue un proceso de exoneración.
No hay duda que este episodio va a marcar al gobierno de Andrés Manuel como el escándalo de la Casa Blanca marcó al de Peña Nieto. Con el agravante de que Bartlett y su familia son propietarios de 23 casas de lujo, dos terrenos y 12 empresas.
Esta es la segunda vez que Andrés Manuel exonera a Bartlett. La primera vez fue cuando lo integró a su equipo sin importarle que el ahora Director de la Comisión Federal de Electricidad fue quien instrumentó el fraude electoral de 1988 del régimen priísta contra el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y el Frente Democrático Nacional, hecho que hizo posible la llegada de Carlos Salinas de Gortari al poder.
Bartlett fue Secretario de Gobernación en el gobierno de Miguel de la Madrid y por esa razón presidente de la Comisión Federal Electoral que organizó las elecciones de 1988. Por ese favor, Salinas premió a Bartlett con la Secretaría de Educación Pública y luego, haciéndolo gobernador de Puebla.
Con estas exoneraciones, cabe preguntarse cuál es el mensaje que Andrés Manuel le manda al Ingeniero Cárdenas y a las fuerzas progresistas de nuestro país.
Admirador de Benito Juárez, en este caso AMLO aplica la máxima juarista de “a los amigos justicia y gracia. A los enemigos la justicia a secas”.
Es una situación muy similar al problema de la Seguridad Pública. El Ejecutivo Federal promueve abrazos no balazos para combatir la violencia y la inseguridad, como si no conociera la mentalidad, la capacidad de reacción del crimen organizado y de las bandas delincuenciales.
Con la purificación de Bartlett desde el púlpito de Palacio Nacional, Andrés Manuel le abre el paso a la impunidad y pierde la oportunidad de hacer realidad lo que tanto ha prometido y reiterado, en el sentido de que no permitiría ninguna práctica de corrupción por parte de sus funcionarios y equipo de gobierno. A partir de ahora, la lucha contra la corrupción que pregona el presidente perderá más credibilidad y confianza.
Los mensajes políticos a través de las imágenes como la comida en el restaurante “Barbacoa Santiago” son usos y costumbres del viejo régimen y también, tratan de influir en las percepciones. Bartlett no declaró y trato de ocultar su imperio inmobiliario utilizando a sus hijos y pareja (que no es su esposa, tampoco su concubina, pero tienen 20 años viviendo juntos) para, desde su muy particular punto de vista, atender las obligaciones que establece la ley de responsabilidades de los servidores públicos. La burla y el cinismo irritan, enojan hasta a los evangélicos de la Cuarta Transformación. Bartlett es un macho corrupto y cínico. Irma Eréndira Sandoval, su tapadera.
