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jueves, marzo 28, 2024

Reivindiquemos el Sistema Educativo Nacional y al magisterio

Más allá de atender el compromiso que se hizo en campaña al enviar al Congreso de la Unión la iniciativa que deroga la reforma en materia de educación, el gobierno entrante debería primero hacer una evaluación y valoración del Sistema Educativo Nacional (SEN) para precisar bien cuáles son las virtudes, defectos e inercias y qué medidas se deben implementar para fortalecerlo y hacerlo más eficiente.

Lo que no podemos, ni debemos hacer,  es pretender que el país se inventa cada seis años.

Si bien la reforma que impulsó Enrique Peña Nieto terminó “haciendo agua”, entre otras cosas por el relato que construyeron contra el magisterio y la escuela pública,  la evaluación punitiva, el uso político de los recursos destinados a la educación y de la SEP misma y, la pretensión de controlar al magisterio; en su instrumentación se invirtieron miles de millones de pesos del erario público a los que se les debe sacar provecho.

Un aspecto clave que hay que considerar es que si bien una parte importante del magisterio se opuso a la reforma, el SEN no dejó de funcionar, la gran mayoría de los más de 25 millones de alumnos, un millón de docentes y cerca de 250 mil escuelas están trabajando.

Como bien plantea Alberto García, asesor en la Cámara de Diputados, la iniciativa  “no parte de un diagnóstico adecuado y por el contrario propone un enredo de nuevos principios e instituciones con políticas públicas propias del ejercicio de gobierno; que cambia instituciones sin el rigor ni la claridad de las que sustituye; que redunda en algunos derechos y principios,  evade otros que son elementales y enreda los tiempos de la transición de la legislación vigente a una nueva”.

El supuesto error que eliminaba la autonomía universitaria y dejaba vigente el Servicio Profesional Docente forman  parte de estas inconsistencias que se deben corregir a lo largo del proceso legislativo. No deja de preocupar el hecho que le dieron a firmar al Presidente un documento con la Iniciativa de reforma  a los Artículos 3o, 31 y 73 sin revisar, con evidentes y graves errores.

 Cualquier propuesta de reforma debe partir de un principio fundamental: la necesidad de ordenar el sistema educativo para aprovechar de la mejor manera posible todos sus componentes, infraestructura y equipamiento.

Pero particularmente se requiere generar las condiciones para hacer sinergia y que los trabajadores de la educación puedan desplegar todas sus potencialidades en beneficio de cada comunidad educativa.

Es urgente crear un sistema de formación y actualización permanente que tiene que empezar por una mayor atención a las escuelas normales como formadores de docentes e incentivar la profesionalización del magisterio para efecto de poder atender los lugares más marginados y en condición de mayor vulnerabilidad.

Si no hay estímulos a la docencia, difícilmente se va a poder empezar a revertir las condiciones de rezago y marginación atendiendo y transformando  las escuelas multigrado, que representan el 40% de los planteles de educación básica en nuestro país.

Uno de los aspectos que más se criticaba de la actual reforma era el uso punitivo de la evaluación y  que jóvenes, por el hecho de contar con maestría o doctorado y sin importar los años de experiencia, podían ser directores o supervisores. Eso generó conflicto.

No comparto la propuesta de desaparecer el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), en todo caso habría que reformarlo para que ejerza su autonomía, pueda evaluar todo el sistema y dar seguimiento al conjunto de recomendaciones que emite producto justamente de las evaluaciones que diseña y ordena realizar. Y en todo caso, regular el gasto en general del Instituto y los salarios para no generar más burocracia.

Pero no encuentro razón para desaparecerlo, porque no es una demanda del magisterio, bastaría con revisar las ponencias y conclusiones de los foros para reconocer y ubicar con claridad cuáles son las preocupaciones reales del magisterio nacional.

Las maestras y maestros no aceptaban el relato que el gobierno de Peña Nieto construyó en donde los docentes, el sindicato, la CNTE y la escuela pública eran los culpables de los malos resultados y por ello la evaluación se convirtió en el instrumento para amedrentar y prácticamente correr a miles de maestros que no querían ser maltratados. Por eso el rechazo generalizado a la evaluación punitiva y a la actitud de la autoridad educativa.

Lo que destacaría de positivo de la iniciativa es justamente que propone acabar con la incertidumbre en que metieron a los docentes, es decir quitar toda la parte punitiva de la evaluación y comprometerse también a reivindicar al magisterio, a la escuela pública, el compromiso de invertir en infraestructura, equipamiento y sobre todo en la actualización de las y los docentes.

Es indiscutible que el sistema educativo requiere actualizarse, en ese sentido se necesita una reforma que vaya avanzando y adecuándose en el tiempo porque ningún sexenio da para poder ver los resultados de cualquier cambio que se emprenda en materia de educación. Ninguna reforma debería ser un borrón y cuenta nueva, ni tener carácter definitivo.

Bienvenidas las nuevas aportaciones  en la medida que sean útiles para mejorar la calidad de la educación, pero no pretendamos plantear que empezamos de cero, porque la historia de México no se explica sin el Sistema Educativo Nacional, el papel de la  escuela pública y el rol de los trabajadores de la educación.

 

Miguel Alonso Raya
Miguel Alonso Raya
*Miguel Alonso Raya es profesor, militante por las causas de la Educación Pública, la Seguridad Social, el Sindicalismo y el Partido de la Revolución Democrática.​ Ex diputado federal. ​Twitter: @AlonsoRaya_

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