A partir de que se contagió de Covid-19, se esperaba que el Presidente Andrés Manuel López Obrador reflexionara y evaluara la posibilidad de cambiar o hacer ajustes a la estrategia contra la pandemia.
Pero, lamentablemente, en el mensaje que ofreció para informar de su evolución ratificó que su gobierno no modificará ninguna de las medidas que hasta el momento ha tomado, a pesar de los cuestionables y debatibles resultados.
Esta decisión me parece una terquedad que raya en la irresponsabilidad como funcionario público por el crecimiento desmesurado, la cantidad de decesos y el drama que la gente está viviendo en sus casas u hospitales.
A pesar de que López Obrador insiste en que vamos bien, lo cierto es que las muertes y los contagios por Covid-19 se incrementan todos los días.
Desafortunadamente, México está siendo señalado como una de las naciones que más mal ha manejado la pandemia. De hecho, se ha ubicado en una serie de lugares deshonrosos. Ya es el tercer país con el mayor número de decesos por Coronavirus, por debajo de la India. Tiene la letalidad más alta y el Covi-19 se ha colocado como la primera causa de mortalidad materna y es ya primera causa de muerte en el país.
Para todos es evidente, excepto para Andrés Manuel, que se requiere hacer un esfuerzo por equipar mejor los hospitales, dotarlos de equipo y medicinas, contratar personal extra y generar más espacios de atención porque todo el sistema de salud público está rebasado, incluido el ISSSTE, el IMSS, los hospitales de las Fuerzas Armadas y, por supuesto, el INSABI, que no han sido capaces ni siquiera de echar andar al 100%.
Pero eso implica invertir más dinero y ese dinero tiene que salir de algún lado. Es menester revisar el presupuesto para este año y reasignar los recursos no prioritarios, como los que están destinados a algunos programas sociales y megaproyectos. La cuestión es que AMLO no quiere afectar ni unos ni otros, porque les está dando un uso electoral en beneficio de Morena.
Para dimensionar la cantidad de recursos destinados a estos programas y megaobras, hay que señalar, por ejemplo, que para la compra de vacunas se invertirán 32 mil mdp; mientras que los 16 programas sociales contarán con más de 189 mil mdp; el Tren Maya, 36 mil mdp; Dos Bocas, 45 mil 50 mdp; el Aeropuerto de Santa Lucía, 21 mil 314 mdp; el Corredor Multimodal Interoceánico Istmo de Tehuantepec, 3 mil 509 mdp; y el Tren Interurbano México-Toluca, 7 mil mdp.
Es decir, si se redujera al menos en un porcentaje a cada uno de los programas (no estamos hablando de los que son constitucionales) y obras, habría presupuesto suficiente no solo para la compra de vacunas sino también para equipar hospitales, comprar medicamentos e insumos y contratar más personal.
Ello es prioritario para combatir con mayor eficacia la pandemia y salvar vidas. Situaciones extraordinarias, requieren medidas y acuerdos extraordinarios, incluso con aquellos a los que el Presidente considera sus adversarios.
La pandemia colocó al mundo, y a México, en una situación inédita. Los gobernantes, entonces, deberían entender que se requieren acciones inéditas para superarla.
Y ello ya es indispensable. Porque no es lo mismo enfermarse y ser atendido en Palacio Nacional con el mejor equipo de médicos; que enfermarse, sin dinero y sufrir un viacrucis recorriendo hospitales para ver si alguno de ellos tiene algún espacio para recibirte o, en el peor de los casos, morir en casa por falta de atención oportuna.
El propio secretario de Hacienda reconoció que si no enfrentamos y domamos la pandemia, no podrá haber recuperación económica. Y tiene razón, combatir la crisis sanitaria con más efectividad, es el primer paso para controlar las otras crisis.
Por esa razón es urgente convocar al Consejo General de Salubridad para tomar las decisiones que nos permitan parar el exceso de muertes, destinar recursos suficientes para el sistema de salud y las vacunas para todas y todos, a la brevedad.
