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viernes, abril 26, 2024

Una tregua para el resto del sexenio

El Jefe del Ejecutivo convocó, al menos hasta el inicio de 2020, a quienes él llama sus “adversarios” políticos, a una tregua. En vísperas de la Navidad, Andrés Manuel intenta hacer así las paces, aunque momentáneamente, con diferentes actores políticos y sociales de la población a quienes en todo el año lanzó incontables diatribas y descalificaciones.

 

Al cierre de 2019, el presidente pide una tregua a quienes en una mañanera sí y otra también, llamó conservadores, fifís, golpistas, achichincles, calumniadores, camajanes, cínicos, cómplices, corruptos, arrogantes, desvergonzados, fresas, ladrones, lambiscones, malandros, minorías rapaces, oportunistas, paleros; entre una larga lista de diatribas que azuzaron la polarización entre diferentes sectores de la población.

 

Sin embargo, aunque el principal, no el único, responsable de los episodios de polarización que se han registrado es el presidente de la República, este llamado expresa una preocupación que va más allá de la sensibilidad que generan las fechas decembrinas. El primer mandatario deja ver cierta toma de conciencia respecto a la necesidad de dejar a un lado el insulto y tomar los primeros pasos para construir acuerdos entre el gobierno y las diferentes fuerzas sociales, políticas y económicas; para poder atender de mejor manera los problemas estructurales que enfrenta la nación.

 

Al concluir su primer año de mandato, es claro que el presidente no puede resolver solo los principales problemas del país,  porque son complejos y añejos, se vienen arrastrando desde hace mucho, porque los recursos públicos no son suficientes para poder instrumentar su plan de gobierno y programas sociales; y porque la inseguridad, la violencia y el crimen organizado permanentemente están retando y poniendo a prueba al Estado Mexicano en su capacidad para aplicar la ley en todo el territorio nacional.

 

Hay que recordar que el 1 de julio de 2018 la absoluta mayoría de la gente votó por Andrés Manuel por el hartazgo frente a lo que acontecía, pero también por su persistencia y oposición a la frivolidad, a la indiferencia y a la corrupción de los gobiernos anteriores.

 

La cuestión es que para poder satisfacer las necesidades de la gente que tienen que ver con los problemas de inseguridad, desempleo, pobreza, marginación y servicios básicos en general; se requiere indiscutiblemente de buscar la manera de hablar para poder acordar en favor de todos, pero particularmente, de los más vulnerables, de los más pobres. La creación de empleos en general, de empleos decentes para ser más precisos, plantea la necesidad de acuerdos con el sector privado, los sindicatos y las fuerzas políticas. Esa es la mejor política distributiva, pero hay que construirla entre todos. 

 

Una ruta que nos permita tener mayor claridad y confianza de  por dónde hay que caminar, para poder lograr condiciones de bienestar para los mexicanos, que visibilice la voluntad y decisión de construir un país mejor, distinto y muy diferente al que nos dejaron los gobiernos anteriores. Empero, para lograrlo, hay que combatir la impunidad y la corrupción sin andar buscando atajos para proteger a funcionarios como Bartlett y muchos otros. Simplemente hay que hacer justicia.

 

Esto, sin embargo, no se logrará imponiendo, maltratando o polarizando como ha sido la práctica del Ejecutivo contra quienes se oponen o tienen diferencias con sus puntos de vista y políticas públicas que se instrumentan, llámese “Tren Maya, Refinería de Dos Boca o el Aeropuerto de Santa Lucía” por mencionar algunos.

 

  En el primer año de gobierno se tomó la decisión de recortar drásticamente recursos  a distintas dependencias públicas, sin medir las consecuencias. En algunos casos, como los institutos de salud, la reducción ya llegó al “hueso”, dejándolas sin condiciones de poder cumplir con sus responsabilidades elementales para atender derechos sociales plasmados en la Constitución.

 

A esto se suma el trato privilegiado que se le está dando a ciertos grupos de la iniciativa privada, como es el caso de Televisa, Grupo Salinas, el Tecnológico de Monterrey, y las empresas de Carlos Slim; a diferencia de las instituciones del sector público.

 

El hecho es que, todo indica que el gobierno que encabeza Andrés Manuel no acaba de definir cuál es el camino por el que quiere transitar y cuál es el proyecto de nación que busca emprender.

 

Pero, con la convocatoria presidencial a una tregua, se atisba un autoreconocimiento de que se requiere corregir. De ser cierto, habría  que tomarle la palabra por el bien de todos. De no ser así, será más difícil el crecimiento económico, la generación de mayores empleos decentes y salarios dignos. La desigualdad, pobreza y marginación continuarán, la inseguridad y la violencia nos seguirán agobiando y derechos fundamentales se verían afectados.. 

 

México ya no puede seguir por el mismo camino. Hay que corregir y darle certeza a todos los ciudadanos de que el gobierno y las diferentes fuerzas políticas, económicas y sociales, tienen disposición para emprender un esfuerzo serio donde todos privilegiemos y prioricemos las coincidencias y, sobre todo, las propuestas que nos permitan hacer camino para construir un nuevo rumbo para el país.

 

Sin embargo, está disposición debe partir de acuerdos, apertura, diálogo, sensibilidad y confianza mutua. Tiene que ser permanente, sin dejar de lado el saludable y respetuoso debate por intenso y duro que este sea. La democracia se fortalece con la libertad de expresión, criticando, debatiendo y, especialmente, construyendo acuerdos y  políticas públicas que le sirvan a los ciudadanos para su bienestar. Una tregua para el resto del sexenio.

Miguel Alonso Raya
Miguel Alonso Raya
*Miguel Alonso Raya es profesor, militante por las causas de la Educación Pública, la Seguridad Social, el Sindicalismo y el Partido de la Revolución Democrática.​ Ex diputado federal. ​Twitter: @AlonsoRaya_

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