El presidente Enrique Peña Nieto y su partido evidenciaron una vez más su cortedad de miras, perversidad y ambición al pretender, mediante un falso llamado a la unidad nacional, sacar ventaja política del enojo de los mexicanos por las acciones de Donald Trump.
Sin embargo, esta maniobra mediática no encontró eco en la sociedad que está consciente que Peña Nieto es parcialmente responsable de lo que está pasando por el respaldo que ofreció a Trump en los momento más críticos de su campaña; así como por su incapacidad para defender los intereses nacionales.
La molestia por la errática conducta de EPN ante la creciente hostilidad de su par norteamericano y las tardías, además de insuficientes, medidas de su administración para enfrentar el impacto de las acciones del gobierno estadounidense; se suman a la indignación provocada por el “gasolinazo”.
El anuncio de la cancelación del aumento de la gasolina en febrero no generó entusiasmo en la población porque esta es una decisión temporal y los incrementos continuarán.
Personajes políticos, dirigentes empresariales, de los principales partidos de oposición y gobernadores también expresaron la necesidad de sumar esfuerzos; pero han enfatizado que la unidad tiene que ser en torno a un proyecto de nación y no de un personaje en particular.
El mensaje es claro, frente a los llamados de EPN no habrá un cheque en blanco para él por su tendencia a romper acuerdos e incumplir compromisos y porque se niega escuchar otras propuestas que no sean las de su equipo cercano que, por lo demás, ha mostrado que no está a la altura de la emergencia nacional.
En el contexto de una de las crisis más graves del país en las últimas décadas por las lesivas consecuencias de las acciones estadounidenses, las movilizaciones sociales y la ingobernabilidad que prevalece en varias regiones; la soberbia y superficialidad siguen guiando las decisiones presidenciales. Peña Nieto ni ve ni oye las demandas de un cambio urgente en la conducción del gobierno.
Es por eso la sociedad ni la clase política están dispuestas a respaldarlo en tanto no acepte tomar las medidas necesarias para corregir el rumbo, rectificar decisiones que han lastimado a la mayoría de la población y asumir una actitud firme ante un presidente norteamericano que en su enfermiza obsesión acusa a los migrantes mexicanos de dañar a su país y cree que México es el enemigo a vencer, lo que está muy lejos de ser real.
Por ejemplo, Trump amenaza con cancelar o renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con el argumento que ha quitado empleos a los estadounidenses y los traslada a territorio mexicano.
Lo cierto es que, de acuerdo con un análisis de Woodrow Wilson International Center for Scholars, en lugar de afectar a Estados Unidos, la relación comercial con México ha creado cerca de cinco millones de empleos en todo el país y genera unos 230 mil millones de dólares al año. (El Financiero, 21/10/2016)
En estos rubros del TLCAN, como en otros, los beneficios para Estados Unidos han sido mucho mayores que los perjuicios. El sector industrial norteamericano ha perdido cerca de 700 mil empleos desde que el tratado se firmó.
El Economic Policy Institute (EPI), asegura que de esos empleos perdidos, 415.000 correspondían a empleos industriales, incluyendo cerca de 150.000 trabajadores en fábricas de equipos electrónicos, y 108.000 trabajos en el sector automotriz.
Es decir, no hay razón para que Trump se ensañe contra las armadoras automotrices que están invirtiendo en nuestro país porque la crisis de este sector se desató, entre otros motivos, por la debacle financiera mundial de 2008 y el impacto que tuvo en la economía de los Estados Unidos.
Ahora que la industria está en recuperación, entre otros factores porque diversificó su inversión en otras regiones del mundo donde encontró mejores oportunidades, Trump pretende obstaculizarla, lo que afectaría a largo plazo su crecimiento y también su aportación a la propia economía norteamericana y a la de los países que le abrieron sus puertas y concedieron facilidades para su instalación.
Tan sólo en México el sector automotriz genera el 3.2% del PIB Nacional y 18.3% del PIB manufacturero. Más de 1 de cada 4 dólares exportados del sector manufacturero corresponde a productos automotrices. Y además genera impactos en 23 sectores industriales nacionales. (HSBC Global Connectios)
El problema es que ante la demagogia de Trump, el Ejecutivo mexicano ha optado por no contradecirlo, lo que a todas luces está resultando contraproducente.
La decisión de EPN -que postergó hasta el último minuto luego de la cancelación de facto de Trump- de no acudir a la reunión programada para el 31 de enero de poco sirvió porque no ha ido acompañada de un cambio de fondo en la estrategia para enfrentar la insultante actitud del mandatario estadounidense.
La docilidad de Peña Nieto alimenta la soberbia del magnate al grado de que se atreve a proponer enviar tropas norteamericanas a nuestro país para combatir al narcotráfico ante la incapacidad de las fuerzas armadas mexicanas.
Tan sólo esta amenaza de enviar tropas extranjeras a suelo nacional – por el motivo que sea, en broma o serio- sería suficiente para replantear enérgicamente la relación bilateral. Pero a Peña Nieto le ha faltado valor, carácter e imaginación para defender la soberanía nacional y al pueblo mexicano.
Es por eso que el llamado a la unidad debe ir acompañado de un plan integral para reactivar la economía, reducir los principales problemas del país -particularmente la pobreza, la desigualdad y la violencia-; y definir mecanismos para ampliar la participación de la diversidad de actores partidistas, empresariales y sociales en las decisiones políticas y públicas.
La tolerancia y la construcción de acuerdos deben ser los ejes que guíen estos esfuerzos. Este es el objetivo de Iniciativa Galileos que integran un grupo de personalidades del PRD, de otras organizaciones políticas y sin militancia partidista y que este 5 de febrero cumple un año de haber sido creada.
Iniciativa Galileos es un espacio abierto y de encuentro de la pluralidad social y política del país para discutir la agenda nacional e incidir en ella. Somos respetuosos de las distintas ideologías y de las diferencias, tanto entre nosotros como con los otros y en ese sentido decidimos conformar una Agrupación Política Nacional (APN) y ejercer nuestros derechos constitucionales a la libre organización sin que nadie renuncie a sus afinidades partidarias.
Nos interesa construir puentes en la búsqueda de una mejor calidad de vida para los mexicanos y con ese fin hemos propuesto diversas iniciativas, entre ellas el impulso de alianzas políticas, el combate a la corrupción, el cambio de régimen y recientemente encabezamos movilizaciones contra el gasolinazo. Por eso no respaldamos el llamado a la unidad si este no va acompañado de modificaciones de fondo en la conducción del gobierno.
De no ser así, cualquier acuerdo fortalecería a un presidente totalmente desprestigiado que con sus acciones y pusilanimidad ha lastimado mucho más a los mexicanos y al país; que la animadversión y demagogia de Trump.