Por: María Fernanda Covarrubias Pérez*, coordinadora de promoción NIMA
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos por lo que es el día donde celebramos los Derechos Humanos.
Al ser motivo de celebración esta fecha, es importante reflexionar y plantearnos cuestiones cómo, ¿conocemos nuestros derechos?, ¿vivimos ejerciéndolos?, ¿alguna vez ha sido vulnerado alguno de ellos?, ¿quiénes son responsables de que se cumplan? Y un largo etcétera que pone en cuestión la garantía de estos.
De acuerdo a la lucha de innumerables personas por defender lo que construye parte de nuestra identidad es que hoy como personas, como seres humanos tenemos acceso a tener un nombre, una casa, una familia, una cultura, UN DERECHO.
De acuerdo a las preguntas planteadas de esta reflexión que comparto, acostumbradas y acostumbrados a que todo aquello que nos enseñan en la escuela es lo que debemos aprender, ¿por qué muchas y muchos desconocemos a lo que tenemos derecho en nuestro país?, ¿por qué cuando tenemos a una persona conocida donde sabemos que uno de sus derechos está siendo vulnerado decidimos callarnos? ¿Qué ocurre en nuestra sensibilidad que nos imposibilita compartir conocimientos, herramientas, palabras o simplemente el interés de actuar por el otro o la otra?
Surge en nuestra persona un fenómeno que pareciera no corresponder a la humanidad, la empatía. Conocemos la empatía por un término que se acostumbra a escuchar en clase de ética o simplemente en innumerables discursos. Sin embargo, ¿qué representa el que yo como persona sea empática con alguien a mi alrededor?
Considero es la congruencia con lo que pienso, digo y hago no sólo desde mi posición como colaboradora en un Centro de Derechos Humanos, sino como madre o padre de familia, como funcionario público o como docente, como hija o como compañera, con recursos o sin recursos.
Poder detectar lo que nos lleva a una consideración más humana con quienes están siendo vulnerados en algún derecho es lo que de manera real marca la diferencia entre una y un defensor de derechos humanos. Una consideración que surge desde la empatía e indignación que mueve a una o varias acciones por buscar justicia.
Justicia por tener de manera irónica algo a lo que tenemos derecho, a la seguridad, a la identidad, a la libertad, a la participación, a la seguridad y a la vida por mencionar algunos.
Conmemorando este día recordemos la importancia de defender nuestros derechos humanos. De transmitir el conocimiento de lo que son a quienes lo desconocen y sobre todo, de concordar con el pensar y el actuar, de ser solidarios y proactivos ante las necesidades de nuestro entorno, no sólo con nuestras personas cercanas sino con niñas, niños, adolescentes, gente adulta, personas mayores. De educar mediante la práctica de la vida misma respetando la integridad de cada persona, así como buscando crear una cultura de paz que dé pie a una sociedad más justa, más humana.
*Nima, Centro de Promoción de los Derechos Humanos de Niñas, Niños y Adolescentes en Guanajuato.
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