Ayer jueves 2 de marzo se publicaron en el Diario Oficial de la Federación las reformas a la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales. Entre los artículos transitorios se encuentra el 17, con una disposición ad-hominem dedicada al actual secretario ejecutivo del Instituto Nacional Electoral (INE), el maestro Edmundo Jacobo Molina: “Dada la modificación de las facultades de Secretaría Ejecutiva con la entrada en vigor del presente Decreto, la persona titular de dicho cargo cesará en sus funciones a partir de su publicación.” Despido fulminante.
Constitucionalmente la designación y la remoción del titular de ese cargo es facultad del Consejo General: “El Secretario Ejecutivo será nombrado con el voto de las dos terceras partes del Consejo General a propuesta de su Presidente.” (artículo 41, base V, apartado A, párrafo 9).
Impresiona cómo el régimen dominante emplea los instrumentos legales para afectar a destinatarios concretos. Es claro para mi que Edmundo Jacobo despierta rencores insondables entre algunos actores poderosos de la política. Esto en contraste con el reconocimiento que ha acumulado a lo largo de más de 14 años de eficiente desempeño profesional dentro del cargo más complejo del sistema electoral nacional.
Conozco a Edmundo desde hace muchos años. Aunque nació en Sonora en 1955, estudió la licenciatura en Filosofía en la Universidad de Guanajuato (UG), de la que egresó en 1977. Yo terminaba entonces la preparatoria en la UG. Supe de él por su activa participación en la única huelga verdadera que ha experimentado nuestra universidad, que duró casi un mes, entre mayo y junio de ese año. En octubre del año anterior se había fundado el Sindicato Independiente de Trabajadores de la UG (SITUG), con el liderazgo de Enrique Arriola (Servín, Rocío: https://t.ly/rt2l6). La UG no era autónoma, y las relaciones laborales de los trabajadores se regían por el apartado B, el de los burócratas. El SITUG buscó transformar esta situación para mejorar las precarias condiciones de profesores y empleados, sin éxito. El movimiento fue reprimido, y en sesión del 15 de diciembre de 1977 el Consejo Universitario determinó arbitrariamente “la expulsión de 32 trabajadores, entre ellos los dirigentes del sindicato, así como la amonestación de 63 más” (Servín, Ibid.) Edmundo fue uno de los expulsados, y emigró a la UABC en Mexicali.
Su carrera académica siguió en ascenso. Fue investigador en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), donde llegó a ser Rector de la unidad Azcapotzalco. Luego fue Secretario General de la UAM, pero no pudo ser Rector General por carecer de doctorado. En junio de 2008 fue propuesto por Leonardo Valdés, consejero presidente del entonces IFE, como secretario ejecutivo. En 2014, con el nuevo INE fue designado en el mismo puesto a propuesta de Lorenzo Córdoba, el consejero presidente. A los seis años fue ratificado por el Consejo General por otro periodo, que debía concluir en 2026.
Edmundo siempre ha sido un hombre de izquierda, sindicalista, progresista. Estudioso de los empresarios y la economía mexicana. Sus numerosas publicaciones académicas evidencian su rigor y compromiso con la verdad. Su personalidad discreta y prudente le ha ayudado a sortear o resolver multitud de eventos con potencial conflictivo, como se lo han reconocido los representantes partidistas. Fue un activo muy valioso para el INE, que supo consolidar el Servicio Profesional Electoral como la mejor colectividad de carrera del país.
Lamento esta primera consecuencia del Plan B. Temo que se vengan en cascada secuelas nocivas que desmantelen el sistema nacional electoral. Sólo la Suprema Corte puede detener la debacle.
(*) Antropólogo social. Profesor de la Universidad de Guanajuato, Campus León, Departamento de Estudios Sociales. @riondal – FB.com/riondal – https://luismiguelrionda.academia.edu/