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martes, abril 23, 2024

Impactos de la reforma laboral en Guanajuato 2/2

Comienzo esta colaboración con una disculpa por no haberle dado continuidad inmediata a este tema, que inicié hace tres semanas y hasta ahora retomo. Mi excusa es que el proceso de aprobación de la Reforma Laboral se ha ampliado tanto, que todavía hoy jueves 8, cuando escribo estas líneas, se sigue discutiendo en la Cámara de Diputados, luego de haber rebotado desde esa cámara hacia la de los Senadores, y de retache. Los temas que originalmente habían despertado la polémica, como la contratación por horas, los contratos a prueba y las facilidades para el despido han sido superados, y podríamos decir que en buena proporción se aprobaron sin demasiados retoques a la iniciativa presidencial. Es decir, que al final lo que sí pasó –a tiros y jalones, pero pasó- es lo que perjudica directamente a los trabajadores. En cambio, a lo que se ha opuesto una mayor resistencia es a lo referente a la democracia sindical y la vida interna de esas organizaciones.

Decía en mi anterior texto que al final, la reforma sólo ha venido a legitimar y a regular las prácticas laborales que se habían instituido por la tradición desde hace cinco o seis lustros. Prácticamente desde los años ochenta las conquistas laborales se estancaron, y comenzó un acelerado declive de la protección de derechos y el nivel de vida de los trabajadores. Comenzando con el salario mínimo, que hasta 1994 había perdido el 80% del valor que tuvo en 1976, estancándose desde entonces en un valor diario que sólo permite adquirir cinco kilos de tortilla, podemos asegurar que estas tres décadas han significado un desplome en el ingreso y las oportunidades para la clase laboral mexicana. No es gratuito que hoy los chinos hayan alcanzado ya nuestro nivel de ingreso, 4,817 dólares anuales, gracias a incrementos anualizados muy superiores a su inflación: del 15 al 25% también anual. Esto lo han festejado algunos funcionarios federales de alto nivel, que festinan “la pérdida de competitividad” de los chinos.

En Guanajuato conocemos desde hace muchos años las estrategias que han emprendido las empresas para evadir muchas de sus obligaciones laborales: trabajo por jornal, trabajo domiciliario, outsorcing, “paros técnicos”, maquila, contratos por honorarios, etcétera. Cada día es más difícil para un trabajador lograr ser contratado por largo plazo. Sólo mediante los sindicatos se puede acceder a la “plaza” permanente, y ello implica entrar en un amañado sistema de contraprestaciones con los líderes sindicales: compra o herencia de plazas, nepotismo, pago de favores, clientelismo y demás. Así se procede en las empresas paraestatales y en muchas de las privadas, que aceptan estas canonjías para mantener un sindicalismo domesticado y servicial.

Ante este escenario, la ley laboral que hoy se modifica había caído en su disfuncionalidad, pues regía cada vez menos sobre un mercado laboral que encontró múltiples estrategias para evadirla. El propio gobierno en sus tres ámbitos, así como las instituciones públicas, practican acciones evasoras de derechos laborales. Por ejemplo, el trabajo bajo el régimen de honorarios ha sido desde hace muchos años la opción privilegiada por el Estado. El trabajador no tiene nunca asegurada su permanencia y estabilidad futuras; sus prestaciones son las mínimas de ley, y su retiro depende de alguna fantasmal Afore. Pero es eso, o no trabajar.

Gran parte de las empresas de Guanajuato descansan su producción sobre la maquila domiciliar. Es el caso de la industria del calzado, que cuenta con pocas instalaciones integrales para la manufactura, pues es más conveniente descomponer la línea de producción y contratar a las “picas” o talleres familiares para evitar vínculos y obligaciones laborales. Las familias artesanas autoexplotan su fuerza de trabajo y subsidian a la gran empresa al evitarle costos en instalaciones, energía, seguridad industrial y, por supuesto, prestaciones laborales. Trabajaban al borde de la legalidad; ahora serán plenamente legales.

Mientras tanto los líderes sindicales se perpetúan en sus bonancibles puestos, y defienden con todo la “autonomía” de sus feudos. Sólo la muerte los retira, como le sucedió a Fidel Velázquez y le sucederá a la gerontocracia sindical. Hasta en instituciones como la mía, la Universidad de Guanajuato, los sindicatos perpetúan sus liderazgos y se oponen a transparentar el uso de los recursos del gremio. Este, que fue el último capítulo de la Reforma Laboral, es el que más festejo, y hago votos porque sea el primer paso para desmantelar cacicazgos que son resabios del pasado autoritario que todos queremos superar.

 

Correo electrónico: luis@rionda.net

Twitter: @riondal

 

Luis Miguel Rionda
Luis Miguel Riondahttp://www.luis.rionda.net
Antropólogo social. Consejero electoral del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG). Profesor ad honorem de la Universidad de Guanajuato. luis@rionda.net – www.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com – Twitter: @riondal

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