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jueves, marzo 28, 2024

La segunda vuelta, 1

El pasado miércoles 14 de agosto pude comentar el último libro del doctor Fernando Barrientos del Monte, politólogo de la Universidad de Guanajuato (UG), denominado La segunda vuelta electoral: orígenes, tipología y efectos. El texto fue publicado por el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM). Nos convocó a comentar el Congreso del Estado de Guanajuato, a través de su Instituto de Investigaciones Legislativas, a los doctores Igor Vivero (IEEM), Fernando Patrón (UG) y este escribidor (IEEG).

Los sistemas políticos que emergieron de la tercera ola de la democratización, en particular los iberoamericanos, despertaron expectativas desbordadas entre sus poblaciones, agobiadas por los autoritarismos represivos. Los procedimientos electorales vigilados y profesionalizados les reintegraron a esos sistemas una legitimidad que se había desgastado cuando los autoritarismos se vieron incapaces de garantizar la paz y el desarrollo sociales allá en los años noventa; pero a su vez dicha legitimidad se ha marchitado con rapidez, cuando el ciudadano común percibe que sus expectativas iniciales no coinciden con las realidades que los cambios en las condiciones de la competencia política pueden aportar. Persisten en la clase política la corrupción, el nepotismo, el clientelismo, el centralismo y, quién lo dijera, el autoritarismo.

Se han propuesto diferentes estrategias para recuperar y fortalecer la legitimidad de los sistemas de gobierno y representación. Entre ellas destaca por su popularidad y aparente efectividad la segunda vuelta electoral, o SVE. Se pretende, como lo explica nuestro autor, que el principio de la mayoría sobre el que se basa la democracia moderna se vea reforzado mediante la previsión de una nueva vuelta electoral, o las que sean necesarias, para que la o el aspirante que obtenga la mayoría absoluta —o la calificada según el caso— se vea ungido del halo simbólico de ser producto de un acuerdo casi consensual. Ese es un prejuicio que el autor va a criticar a lo largo de este documentado libro, que como los otros de Fernando Barrientos destaca por su bien estructurado discurso, la escrupulosa exposición del estado del arte en este tema, y minuciosa documentación de los casos que permiten una comparación de las expresiones de la SVE en países de todos los continentes, aunque con atención especial a los iberoamericanos. 

Es un texto en apariencia breve, con sus 127 páginas, pero la exposición detallada y cuidadosa, que se alterna con el despliegue de varios cuadros comparativos que sostienen las hipótesis y convicciones del autor sobre el tema, exigen una lectura atenta. Se trata de una aportación seria sobre un tema que se ha hecho popular entre los emisores de iniciativas legislativas en nuestro país, como lo ilustran las 32 propuestas que se han presentado desde 1998 —cuando comenzó el gobierno dividido en el ámbito federal— hasta el año pasado, por parte de la mayoría de los grupos parlamentarios. 

El autor señala bien cómo la SVE se concibe como un apoyo legitimador en la elección de los ejecutivos, no tanto para los legislativos —excepto en Francia, donde nació el concepto del ballotage—. En el México autoritario nunca se debatió su adopción, ya que los candidatos presidenciales del partido hegemónico siempre gozaron de proporciones sobradas de votos, como el 87.7 % que obtuvo Díaz Ordaz en 1964, el 86% de Echeverría en 1970, el 91.9% de López Portillo en 1976, el 71% de De la Madrid en 1982, hasta el 48.9% de Salinas de Gortari en 1988, que le significó el primer cuestionamiento sustancial a la legitimidad de base, la electoral, a la que Salinas debió atender mediante tres reformas electorales y otras de carácter estructural que le otorgaron una legitimidad ex post

A partir de entonces se comenzó a discutir con más frecuencia el tema de la legitimidad electoral, pues los porcentajes de los candidatos presidenciales ganadores no rebasarían la cifra mágica de la mitad más uno: Zedillo 48.7% en 1994, Fox 42.5% en el 2000, y Calderón 35.9% en 2006. Este último volvió a padecer, como Salinas, un fuerte cuestionamiento a una victoria que se pretendió fraudulenta. Además, fue la primera ocasión en que los votos por los candidatos opositores superaron a los del candidato ganador, con 61%. Seis años después la elección presidencial fue ganada por Peña Nieto, con 38.2% de la votación total; pero sus opositores sumaron un 59.3%.

Continuaremos con los comentarios la próxima semana…

 

Luis Miguel Rionda
Luis Miguel Riondahttp://www.luis.rionda.net
Antropólogo social. Consejero electoral del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG). Profesor ad honorem de la Universidad de Guanajuato. luis@rionda.net – www.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com – Twitter: @riondal

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