El 6 de septiembre se celebra el Día Internacional de Leer un Libro, y es precisamente lo que me motivó a escribir algo sobre el tema, ya que sabemos del bajo índice de lectura que existe en gran parte del mundo, pero, sobre todo, en México.
Según el INEGI, en su encuesta Módulo de Lectura[1], que realiza anualmente, el año 2021 refleja una cantidad irrisoria para este rubro: 1.4 libros por año, por habitante.
Una cantidad que está muy por debajo del evaluado más alto en la fuente consultada[2], que se refiere a Canadá con 17 libros por persona, por año.
De los evaluados latinoamericanos, nuestro país es el último, siendo el más alto Chile, con 5.3 unidades; seguido por Perú con 3.3 unidades. Arriba de nuestro país se encuentra Argentina con 1.6 libros.
De los países europeos evaluados, Estonia estaría por encima del 5.3 de Chile, y Francia como el número uno con 17, igualando a Canadá. ¡Y qué decir de Finlandia!; el país está muy por encima de todos, con 47 libros por persona, por año.[3]
Las frías cifras de esta investigación, nos reflejan un abismo educativo en México, con respecto a otros países del orbe.
En lo que se refiere a porcentaje de adultos mayores que han leído al menos un libro al año, tenemos los siguientes datos: México está en un 41.1% de adultos que leyeron al menos un libro, muy lejos de los cinco primeros lugares que los ocupan: Francia con 92%; Australia con 91.7%; Nueva Zelanda con 86%; Finlandia con 85% y Suiza con 83%.
En ocasiones, he pensado que este buen hábito en un servidor se ha convertido en un extraordinario vicio, ya que es algo que me ha proporcionado muchas cosas; entre otras, la facilidad de palabra, la posibilidad de escribir, temas para platicar, la inmensa fortuna de compartir una lectura con otras personas, etc.
El hábito se debe fomentar en nuestra familia desde que somos pequeños, y eso traerá aparejada la condición de ser un consagrado lector al transcurrir los años, y esto no permitirá que se nos escape tan fácil una lectura, ya sea con el libro de papel en las manos, o en cualquier versión electrónica que se encuentre disponible.
Hoy en día el acceso a los libros electrónicos nos abre un mundo de posibilidades para continuar con el hábito de la lectura.
He tenido oportunidad de encontrar ediciones en formato electrónico, que ya ni por asomo se podían encontrar en sus versiones originales en papel, y eso es motivo de júbilo para los que amamos la lectura.
Y enfocándonos en el título de esta Disquisición, ¿La lectura cambia nuestra percepción de la realidad?, mi humilde opinión está de acuerdo en que sí la modifica. Y me parece que ni siquiera tenga que ver con el autor o el libro. El simple hecho de hacer una lectura, analizarla, parafrasearla y/o comentarla, desde nuestra perspectiva, ya estará alterando nuestra idea del mundo, y de cómo la veíamos antes de iniciar el texto. El que sea.
Así que, estimado lector(a) le pido que responda los siguientes cuestionamientos: ¿Cuántos libros lee al año? ¿Después de leer un libro, lo recomienda? Si alguien más leyó ese libro, ¿comparte experiencias de la lectura con esa persona?
Decía Don Héctor Carlín Torres, un gran ser humano, implacable lector y mi padre: “No hay mejor amistad, que la de dos personas que comparten una misma lectura”. Nunca supe si él acuñó la frase, o la leyó en algún lugar, pero de cualquier manera la dejo aquí, para reflexionarla.
#DisquisicionesSociales #DisquisicionesSocialesCarlín
[1] https://www.inegi.org.mx/programas/molec/#Microdatos
[2] https://lectupedia.com/es/cantidad-de-libros-leidos-por-pais/
[3] https://www.uv.mx/lectores/libros/finlandia-el-pais-que-ama-los-libros/
