Por Carmen Boullosa
“Las Fresas del Olmo”
Para pagarle el olvido en que la tenemos, los candidatos podrían pescar frases de la periodista (exitosa) y poeta (malita) Dolores Jiménez y Muro, la única mujer que aparece en la fotografía de Zapata y Villa ensillados en la presidencial. Cuñada de Othón, el poeta del “Idilio salvaje”, personaje de la obra de teatro de Revueltas -donde Zapata se enamora de ella, considerablemente mayor que él y no precisamente bella, con amor del bueno-, y cuya vida es mejor que su ficción.
Citas de Dolores:
“Es muy raro el hombre sin ambiciones, por lo general, no vale nada” (si la toma EPN nos molestará a los proles.)
“No soy enemiga ni partidaria personalmente de nadie … cuando soy amiga de alguien, lo soy en lo particular, y en política sólo considero y estimo a las personas por sus hechos” (¿Quién se atreve?)
“No existe otra influencia para mí que la de mi criterio y la de mi conciencia, no aspirando a nada material ni arredrándome nada tampoco, si no es obrar torcidamente, lo cual está en mi mano evitar”, le gustaría a López Obrador, suena a las suyas.
Tomo estas frases de la carta de Dolores Jiménez y Muro al General Aureliano Blanquet, fechada el 3 de marzo de 1914. Dolores no andaba en campaña, llevaba casi siete meses encarcelada en la Penitenciaría de México “después de haber permanecido cincuenta días en Belén”. Escribe que lo único que desea es “obtener el bien inapreciable de la paz” para México, el país está convulsionado en plena guerra civil -se ofrece como mediadora, también con el deseo de salir del encierro-.
Muy cortés, después de rapapolvear al destinatario, Dolores Jiménez y Muro cierra: “Aprovecho con gusto esta ocasión, señor general, para ofrecerle mis respetos”, cosa que nos sienta a todos en general bien, lo de los respetos -no andan sobrados, para empezar porque no hay ni el mínimo para la ciudadanía en el derroche de las campañas (una verdadera mentada de madre, y lo digo con todo respeto)-.
“Los hombres de Estado, por grandes que sean sus aptitudes para el alto puesto que ocupan, y por sanas que sean sus intenciones en favor de sus gobernados, es muy raro que vean claro”.
“Los bandoleros, que nunca faltan en todas partes, se acogen a cualquiera bandera, bajo la cual pueden realizar sus fechorías con mejor éxito” (¿o se amparan en partido, el verdecito, PRI, PAN, PRD, etcétera?)
“… A pesar de la numerosa policía de que dispone (el Estado), del vapor escapado de la sangre de los que han sucumbido, y de las lágrimas de los que lloran, se han formado nuevos y numerosos combatientes que aumentan sin cesar.” (Ésta no podría usarla Josefina, me temo que tampoco se atrevería a tomarla Peña Nieto, y dudo le interese al estilo amoroso andar mentando combatientes).
“El pueblo, para quien han sido instituidas las leyes y las autoridades, tiene el derecho de formar, derogar, reformar las primeras, y de elegir o deponer a las segundas, cuando haya motivo para ello; y como el gobierno es para el pueblo, está en las atribuciones que le competen facilitar el ejercicio de los derechos de éste, sin efusión de sangre, sin perjuicio para nadie.”
Qué mujerón, esa Dolores. Oresta López, del Colegio de San Luis, que ha investigado su vida y obra (“su autonomía de pensamiento y también su autonomía económica, vivía del periodismo y hasta le enviaba a su hermana Pepita”), encontró sus restos, “su nombre ha desaparecido hasta de su tumba”. Injusto olvido: “Cuando los zapatistas tuvieron bajo su control la fábrica de papel San Rafael, ella misma imprimía la propaganda revolucionaria y los diarios perseguidos… era la tarea más peligrosa de entonces, los periodistas eran reprimidos sin miramiento alguno”.
Hoy también los periodistas están en peligro. Como el canario que lleva consigo el explorador a las cavernas o las alturas, el periodista da la señal de alarma. Si él cae, la vida de todos está en riesgo. En Veracruz, donde un día la luna fue de plata y el alma de pirata, asesinaron a Regina Martínez, la número 78 de su gremio de 2000 a la fecha en México. Indignación.
