En 2024, 4 mil 320 niñas y adolescentes fueron madres en Guanajuato. Si este dato de por sí ya es triste y alarmante, hay que sumarle que de ellas, 660 tenían menos de 14 años.
En este último supuesto, hay que tener en consideración que muchas de ellas pudieron haber sido víctimas de violencia sexual, y que cuando de abuso sexual se trata, casi siempre el agresor suele ser una persona del círculo cercano a la víctima.
Es decir, fueron abusadas y terminaron siendo madres, contra su voluntad.
Estas cifras colocan a Guanajuato entre las primeras 10 entidades a nivel nacional en casos de madres menores o adolescentes. Y todo coincide con que también es uno de los estados donde no se permite la interrupción voluntaria del embarazo.
Si bien, abortar no resolvería la gravedad de los embarazos en menores o adolescentes, es probable que sí pudiera darles una opción para decidir qué futuro quieren, sin verse obligadas a parir.
Lo que preocupa son los muchos casos de abuso sexual que seguramente se cometieron y la falta de educación sexual que provocó que adolescentes terminaran embarazadas, cuando no era su intención.
Guanajuato necesita dejar de ver estos temas con una falsa moral y afrontarlos como delitos o asuntos de salud pública.
Banalizar la violencia
Pablo Muñoz Huitrón, el secretario de Seguridad Ciudadana de Celaya, uno de los municipios más violentos del país, cree que los homicidios en ese municipio van a la baja.
No sólo eso, Muñoz Huitrón considera “positivo” que persistan los homicidios en Celaya, por el hecho de que se asesine -en promedio- a una persona al día.
Si las cifras de Muñoz son cuestionables, su insensibilidad no lo es.
Declarar como lo ha hecho es un mensaje terrible para cada habitante de Celaya, y lo es más para cada familiar o ser querido de alguna de las persona asesinadas, quienes seguramente no verán nada de positivo en ello.
Aún suponiendo que los índices de violencia hubieran bajado, como lo afirma el funcionario público, no es “positivo” que las personas siguen muriendo por tantas deficiencias en la prevención del delito.
Dicho de otra manera, bajar los números de los delitos, no es suficiente para la población que gobierna el alcalde Juan Miguel Ramírez Sánchez, pues ello sigue sin garantizar la seguridad de la población.
Sería muy bueno que nadie, menos un funcionario público, banalice, ni normalice la violencia y mucho menos la muerte de alguna persona.