Nada nuevo en la manera de hacer política por parte de Alejandra Gutiérrez, quien para presentar su segundo informe de gobierno recurrió a cientos de personas “acarreadas”.
Las “nuevas” figuras de la política acaban haciendo uso de las viejas y más reprobables mañas para falsear un supuesto clamor popular en su favor.
El problema no fue solo eso, sino que ante un trabajo periodístico realizado por el diario a.m., para documentar la manera en la que operaban la llegada de esas “porras” para Ale, fueron agredidos e intimidados por funcionarios de Desarrollo Rural.
Fue el secretario del Ayuntamiento, Jorge Jiménez Lona, quien salió a dar la cara, ante el silencio de la propia alcaldesa.
Jiménez Lona reprobó lo ocurrido, pidió disculpas y anunció el despido de los funcionarios implicados, pero de Ale no hubo una palabra, mucho menos un pronunciamiento, una garantía de no repetición, tanto del acarreo, como de la agresión a nuestros colegas periodistas… nada.
Si Alejandra no puede garantizar la tutela de esos derechos, entonces confirma que la política no es más que la inercia de lo inútil.
Javier Mendoza, un alcalde incapaz
A pesar de que desde hace 23 años está prohibida la pirotecnia en el municipio de Celaya, luego de aquel terrible domingo que costó la vida a decenas de personas, lo cierto es que la autoridad municipal no tiene control alguno sobre ella, y que además la tolera.
Javier Mendoza, el alcalde del municipio cajetero, ha querido aparecer inflexible con la prohibición, al declarar que no modificarán tal prohibición. Hasta ahí, parecería una buena noticia.
Sin embargo, es evidente que no basta tener un reglamento que la prohíbe, mientras tengamos una autoridad que de hecho la permite, al declararse -cómodamente- incapaz de controlarla.
En realidad si la pirotecnia fuera una preocupación seria del gobierno de Mendoza, o si el Ayuntamiento tuviera memoria y respeto a lo ocurrido en aquel terrible domingo, no habría excusas para proteger a la población de un nuevo incidente.