Cuando la controversia sobre el derecho que podrían tener figuras públicas para bloquear seguidores, en especial en Twitter, parecía plenamente aclarada por el Poder Judicial de la Federación, estableciendo que los funcionarios públicos no pueden bloquear a quienes decidan seguirlos, apareció Alejandro Navarro y decidió impedir que Zona Franca lo siga.
A pesar de que Navarro se presenta en su cuenta de Twitter como: “Soy Alejandro Navarro, un guanajuatense comprometido de corazón, esposo, padre de dos hijos y Presidente Municipal de Guanajuato.” , y que dedica buena parte de sus mensajes a publicitar las supuestas acciones que lleva a cabo como cabeza de la administración municipal de la capital, le incomodó que lo sigamos.
Es obvio que para Zona Franca seguir la cuenta de Twitter de Navarro es parte de nuestra labor informativa en la capital del Estado, sin embargo no contábamos con la intolerancia del alcalde y con que decidiría poner obstáculos a nuestro trabajo.
Es lamentable que Navarro gobierne desde la intolerancia, porque son dos características que se contraponen.
Gobernar implica hacerlo para todos, incluso para quienes criticamos sus persistentes malas decisiones.
La Fiera cumplió, la autoridad dudó y la afición falló
El equipo León cumplió, no sólo por haber ganado la final del torneo Guard1anes 2020 de la liga de futbol mexicano, sino porque durante toda la temporada fue líder y sin mayores complicaciones avanzó en la liguilla hasta la final.
Incluso en un momento de incertidumbre por la posesión de su estadio, que llevó a la Fiera a jugar de local en la casa de los Hidrorayos en Aguascalientes, el León cumplió a cabalidad, no dudó.
Cumplió también en el juego de ida en la casa de los pumas con el empate a un gol. El Olímpico de CU es una cancha difícil, y aunque estuvo debajo en el marcador por la diferencia mínima, remontó y se trajo el empate al Nou Camp, donde fue responsable con la camiseta, con la ciudad y con su afición.
En medio de la pandemia por Covid-19 la final fue atípica como todo este 2020, fue a puerta cerrada, sin porras, ni familias entonando cánticos o coreando los goles, así debía ser para seguir siendo responsables con su gente en este escenario adverso, y así lo hizo, cumplió.
Pero fuera del vestidor y la cancha, fuera del club, el balón lo tuvieron las autoridades locales, que dudaron al jugar su parte, pa pesar de que se esforzaron por hacer una campaña de concientización para que las porras y aficionados no acudieran a las inmediaciones del estadio.
La porra y afición se impusieron pese al llamado de las autoridades y el operativo vial y policial. Los aficionados llegaron a las inmediaciones del Nou Camp, incluso la porra fue escoltada por elementos de Policía desde la calzada hasta el estadio, y en el trayecto pasaron de ser 300 aficionados a varios miles durante los festejos de la victoria, con todo y los tumultos habituales de un festejo futbolero.
Esto echó por tierra los esfuerzos oficiales para mantener bajos los contagios de Covid-19 durante este evento que se avizoraba como un potenciador y que seguramente así lo será, como lo previno el secretario de Salud Daniel Díaz, en un par de semanas estos festejos se reflejarán en la ocupación de camas hospitalarias. En resumen parece que faltó un operativo efectivo para dispersar a los aficionados.
Pero quien sí falló fue la afición, esa afición que se volcó a las calles, que se aglomeró en el Arco, que marchó por la calzada que se empujo saltó y gritó en montón sin cubrebocas, a todo pulmón sin reparar en la posibilidad de contagios.
Fallaron quienes quizá no fueron al estadio, pero se organizaron con los amigos o familia para ver el partido todos juntos, falló la afición a la que torneo tras torneo el club les pide apoyar en el estadio y cumple pero que hoy le pidieron lo contrario y no pudo o no quiso hacerlo.
Los Esmeraldas del León consiguieron su ansiada octava copa, ojalá que no, pero en términos de salud para la ciudad, podría ser la más cara.
