El viernes pasado, elementos de la Secretaría de Seguridad Pública de Celaya agredieron a dos reporteros.
Miguel y Avelina, del portal digital Ágora, hacían la cobertura de un enfrentamiento con armas de fuego que ocurría entre Celaya y Comonfort, entre integrantes de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado y personas armadas, cuando no solo fueron obstaculizados en su labor periodística, sino golpeados y despojados de sus teléfonos, a través de los cuales hacían una transmisión en vivo de lo que estaba ocurriendo.
Los comunicadores identificaron a sus agresores como exfederales, integrantes actualmente de la fuerza municipal celayense.
Sin embargo, a pesar de la denuncia hecha por Miguel y Avelina, la autoridad municipal, incapaz siquiera de reconocer su abuso, solo a salir a prometer lo de siempre, eso que no los compromete a nada, ni castigar a los responsables de las agresión, mucho menos para garantizar que no se repetirán episodios como el que tuvieron que sufrir nuestros colegas.
El ejercicio periodístico ya implica demasiados riesgos, como tener que seguir protegiéndonos de aquellas corporaciones que deberían asegurar la paz y la tranquilidad al hacer nuestro trabajo.
Palos de ciego
El Ayuntamiento de la capital insiste en gobernar con ocurrencias.
Negado a respetar la planeación existente y más a actualizarla o crear nueva, los capitalinos padecen las ocurrencias provenientes de los ediles panistas, que al ser mayoría, imponen.
Ahora, ha sido Carlos Chávez, quien tras casi cuatro años como regidor ha lanzado el pretexto para no resolver el grave problema del transporte público en la ciudad patrimonio de la humanidad.
Chávez considera deseable, pero no indispensable que haya un Programa de Movilidad y pide a los concesionarios que como primer paso para avanzar en resolver sus demandas, y las de los usuarios del transporte colectivo, creen una sola empresa, en la que se unifiquen todos los concesionarios.
En contraparte, Neal Ávalos, uno de los concesionarios, pide algo que hasta suena sensato: reunirse con el Ayuntamiento, que se haga un Plan de Movilidad y que se dejen de dar “palos de ciego”.
Lo evidente es que a Alejandro Navarro y a varios de los ediles que con él se reeligieron para un segundo periodo, no les bastaron los tres años y no les serán suficientes otros tres, para siquiera empezar a planear seriamente la solución de los problemas de la capital.
La reelección no cumplió el objetivo de dar continuidad a un gobierno, pues para ello se habría necesitado que el anterior lo hubiera sido.
