Hasta hace una semana se hablaba de la inminente llegada del coronavirus a México; hoy eso ya ocurrió y lo que sigue parece indicar que, más temprano que tarde llegará la epidemia a alguna o algunas ciudades de Guanajuato.
La situación presenta varios problemas, dado que el COVID-19 inicia esparcido en el país, con presencia en la Ciudad de México, Sinaloa, Chiapas y Coahuila hasta el momento.
Ojalá que al llegar a Guanajuato, no se confronten a los sistemas de salud federal y estatal, sobre todo por aquel reto que lanzó Andrés Manuel López Obrador, tras la negativa del Estado de adherirse al Insabi – “vamos a ver quién es quién” – dijo en su momento.
Hoy no se trata de seguir partidizando el tema y averiguar quién puede más, sino de controlar la epidemia y atender mejor a la población.
No se puede, ni se vale seguir minimizando el problema, cómo hasta ahora parece que insiste en hacerlo el gobierno federal, sino de trabajar en coordinación y evitar que el virus se convierta en otro obstáculo que detenga el bienestar de la ciudadanía.
Armas por doquier
Guanajuato es un estado característico de México; no solo por su historia o su boom económico por la atracción de inversiones, sino ahora por la sangre que se derrama a diario, la cual ha colocado a la entidad en uno de los primeros lugares –siempre– en materia delincuencial.
Guanajuato está en los primeros lugares a nivel nacional en materia de homicidios dolosos, en carpetas de investigación por narcomenudeo y ahora, en expedientes por la portación ilegal de armas de fuego.
La facilidad con la que se adquieren las armas para cometer crímenes que van desde los delitos patrimoniales hasta los homicidios dolosos, es un tema que tienen que atender con urgencia las autoridades federales y estatales. Es urgente que haya coordinación, comunicación e inteligencia para acabar con ello.
Guanajuato debe de dejar de encabezar las entidades con mayor incidencia delictiva, debe recuperar la paz y con ello impedir que los ciudadanos tengan acceso fácil a las armas de fuego.
