Carlos Zamarripa Aguirre, el polémico fiscal del Estado rindió su informe de actividades ante una mesa de trabajo en el Congreso del Estado.
Este parece ser el último de los informes que dará Zamarripa, luego de las diversas declaraciones de la gobernadora electa, Libia Dennise, en el sentido de que el fiscal no continuará en su cargo, no obstante que su encargo no concluye con la administración en funciones.
Lo primero fue un mensaje del fiscal a la defensiva. Donde se le escuchó muy molesto sobre las críticas que ha recibido, lo que sin duda llama la atención, pues luego de 15 años al frente de la Procuraduría y ahora Fiscalía, y de estar permanentemente al centro de la polémica, incluso federal, era de esperar que fuera un funcionario más tolerante a las discrepancia.
El fiscal les pidió perdón a los trabajadores que encabeza, por no haber hecho lo suficiente en favor de ellos y sus derechos; pero no tuvo un poco de modestia para pedir ese perdón a la sociedad guanajuatense, por tampoco haber procurado justicia para ellos y ellas.
Zamarripa se dijo injuriado. Acusó ser el centro de un linchamiento mediático. Esto es, resultó -según él- ser víctima del escrutinio social y periodístico.
Por otra parte, Carlos Zamarripa trató de deslindarse de la prevención del delito, lo cual no sería necesario, pues es evidente que no se trata de su función; sin embargo fue omiso del más elemental análisis de la impunidad, que produce su dependencia y lo que ésta incide en la delincuencia.
Pero no fue todo lo que Zamarripa omitió. También excluyó a los colectivos de familiares de desaparecidos, de feminicidios y de datos de la supuesta Fiscalía Especializada contra la Corrupción.
El titular de la Fiscalía fue exhibido por la opacidad e insuficiencia de los datos que publican en la página de transparencia de esa institución.
Fue exhibido también por los datos tan contradictorios con instancias federales y organizaciones civiles, sin que para lo uno y lo otro hubiera respuestas.
Se trató una vez más de una comparecencia diseñada para que el fiscal esté lo menos incómodo posible, con preguntas a modo de los y las diputadas afines.
Zamarripa tuvo que padecer algunas preguntas y afirmaciones incómodas de la oposición, las cuales contestó como le vino en gana, pues no había posibilidades de réplica.
Si lo que ocurrió ayer fue un informe de actividades, entonces queda claro que Carlos Zamarripa, en estos 15 años que lleva al frente de esa instancia, aprendió a no rendir cuentas, a estar una mañana al año en el Congreso, a lanzar una retórica gastada que nos dice nada.
Todo supone que Zamarripa se irá al final de este sexenio, pero no lo hará en medio de los grandes reconocimientos que presume, sino de una enorme polémica social, por su pensión y demás privilegios que parece haber negociado, para no ser un lastre con el que tenga que iniciar el gobierno de Libia.
Como dice el dicho, el halago en boca propia se convirtió en el vituperio propio de Zamarripa.