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sábado, abril 19, 2025

Es mejor no prometer, que prometer y no cumplir

Javier Mendoza Márquez, presidente municipal de Celaya, prometió rescatar al municipio y ser el primero en hablar y responder sobre los temas de seguridad.

Así como se pierde la arena en las manos, así se fue perdiendo la promesa, no pasó un año de su administración cuando Mendoza Márquez advirtió que, no volvería hablar de seguridad, se desgastaba y también su gobierno.

Los celayenses entendieron que, esa promesa de rescatar Celaya no fue cumplida, el efecto que causó de frustración, enojo y decepción, fue como una herida, una grieta de desconfianza.

Quizá para buscar un resarcimiento al no ver cubiertas tales expectativas, surgió en la población la queja y el reclamo, por más que se reduzcan los delitos del fuero común, la percepción no cambió, porque esa misma percepción hizo mella en el presidente municipal.

Los expertos sociólogos explican que, una promesa impacta de manera directa e inmediata en la manera en cómo te perciben los demás. Al no cumplir una promesa, la credibilidad es cuestionada y no solo genera enojo, también desconfianza.

Sonreír y afirmar que se pone todo el empeño para atender la seguridad en Celaya ya no funciona, quizá Javier Mendoza rompió la confianza que le depositó la ciudadanía y lo llevó a la Presidencia, arruinó esa relación y el resultado, fue el rechazo para su reelección.

Dichos sin sustento

Aunque los robos a negocio continúan al igual que las extorsiones, las autoridades al menos en Irapuato insisten en hablar de un trabajo que simplemente en cifras no se ve reflejado.

Y es que el llamado de los empresarios para atender la problemática desde los tres niveles de gobierno, simplemente parece ser un eco para quienes están al frente.

Un secretario de Seguridad Ciudadana, como Ricardo Benavides Hernández, que se siente inalcanzable y asume que trabajar se limita al envío de comunicados sin prueba acreditada de su labor y un alcalde interino, en este caso Rodolfo Gómez Cervantes que está convencido de la comunicación del primer funcionario con los empresarios.

El punto es que los ataques armados continúan, los robos aumentan, y las extorsiones sí bien han aumentado al fomentar la cultura de la denuncia, tampoco significa que el Municipio se quedé de brazos cruzados, pues una parte de la prevención está dentro de su cancha.

No hay peor ciego que el que no quiere ver y habría que conceder la razón al obispo de Irapuato cuando ha pronunciado que la solución al problema esta en reconocerlo.

Reconocer que hubo ataques armados a bares, a un restaurante y daños a un denominado botanero, hechos que no pueden pasar como aislados, pues trastocan a negocios y por ende a la economía de las familias.

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