La noche del sábado pasado, nuevamente se registró una masacre -aunque el gobierno federal diga que no las hay- en Irapuato.
Un comando entró y disparó a todos quienes se encontraban en un bar. El resultado fue doce personas muertas y tres más heridas.
Sin duda las condiciones de inseguridad se han generalizado en todo el territorio nacional, pero tal parece que hablando de Guanajuato, en Irapuato recalan.
Y no es que el municipio fresero sea una suerte de ínsula en donde el crimen organizado tiene más actividad, sino un territorio en el que la autoridad municipal, a cargo de Lorena Alfaro, perdió el rumbo, o nunca lo tuvo.
Pensar que con limitar los horarios de los bares y antros, ello limitará también este tipo de agresiones, es tan ingenuo -por decir lo menos- como creer que las organizaciones criminales operan bajo horarios burocráticos.
Al gobierno de Irapuato le urge tomarse la seguridad en serio.
Cervantino resguardado
Guanajuato capital ha vivido el primer fin de semana de la edición 50 del Festival Internacional Cervantino.
A pesar de lo que ha dicho el alcalde Alejandro Navarro, en contra de la militarización del municipio y de la presencia de las fuerzas armadas federales, lo cierto es que el centro de la ciudad luce con un importante despliegue de elementos del Ejército Mexicano, fuertemente armados.
Incluso, con lo que parece la intención de ofrecer una buena cara de las actividades castrenses, los militares han montado una exposición fotográfica en pleno Jardín de la Unión, en donde se les ve realizando tareas de apoyo a la ciudadanía de diferentes partes del territorio nacional.
Así, uno de los festivales culturales más importantes de latinoamérica se ve resguardado por los militares, enviando el mensaje que es la única manera en la que la federación intenta garantizar la seguridad de los asistentes al evento.
