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viernes, abril 19, 2024

La costumbre de la violencia

Celaya y la región parecen estar sumergida desde hace varios años en una “cultura de violencia”, porque se quiera o no, la respuesta violenta ante los conflictos se ve como algo natural, normal e incluso como la única manera viable de hacer frente a los problemas y disputas.

Operativos interinstitucionales del Ejército Mexicano, Guardia Nacional, Fuerzas de Seguridad Pública del Estado y Policía Municipal, detenciones e inhibidor de delitos, pero al final, el pueblo queda sumergido en quema de vehículos, negocios y balacearas por doquier.

Lo peor del caso es, créase o no, los primeros actos violentos tenían como reflejo el temor y miedo, suspensión de clases y trabajo, hoy las personas salen y cumplen sus actividades quizá algunos angustiados, otros preocupados, unos más encomendados a regresar con bien y muchos como un día normal cotidiano.

La violencia y sus diversas manifestaciones destruyen la confianza de una comunidad, impactan negativamente en las personas y permiten el surgimiento de nuevas violencias, unas más silenciosas que otras, y muchas veces invisibles, por largo tiempo, antes que seamos capaces de evidenciar el daño individual y social.

Jugar con clonazepam

Con la pandemia, Tik Tok tuvo su “boom” y se ha convertido en la red social más utilizada por la población más joven; incluso por niños, e incluso peor: por niños sin la supervisión de sus padres.

Se sabe que han existido retos aterradores que los jóvenes se proponen hacer, con tal de grabar un video y estar en tendencia. Entre ellos, aquel que invitaba a vaciarle agua hirviendo a otra persona y ahora, uno que ya tuvo un impacto real en Guanajuato: “el reto clonazepam”.

Fueron 15 niños de una primaria capitalina quienes resultaron afectados por el consumo deliberado de un medicamento controlado, es decir, que sólo se vende con receta médica y para un sector de la población con problemas de salud muy específicos.

Daniel Díaz, secretario de Salud, atinó en pedir a los padres de familia que vigilen qué es lo que ven y hacen sus hijos; pero hizo mejor en asumir la responsabilidad que tienen los médicos al recetar este tipo de medicamentos, sobre todo al explicarle a sus pacientes cuáles son los riesgos al ingerirlo.

Responsabilidad también que deben compartir las autoridades educativas a la hora de vigilar qué es lo que llevan y hacen los estudiantes en la escuela.

De los 15, dos terminaron en el hospital pero por fortuna, fueron dados de alta a las pocas horas. Ojalá con esto, alumnos, padres de familia y autoridades hayan tenido una lección aprendida: con el clonazepam, no se juega.

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