La violencia sexual infantil en Guanajuato es un problema que exige atención inmediata, pero no es un reto exclusivo del gobierno, sino de toda la sociedad.
La deuda es sentida, y duele pues muchas veces el enemigo está en casa, en la escuela y con los amigos.
Según NIMA el 90% de los casos atendidos por la organización están relacionados con violencia sexual, demostrando la alta vulnerabilidad con la que viven mujeres, infancias y adolescencias.
La pregunta no es solo ¿qué hará el gobierno?, sino ¿qué estamos haciendo como sociedad para detener este flagelo?.
Es verdad que las instituciones cuentan con protocolos y marcos normativos diseñados para la protección de la infancia, sin embargo, su aplicación es insuficiente, no solo por la burocracia, sino por la indiferencia que hay para atender esta problemática. Con ello la impunidad aumenta.
Esta inacción no solo viene de las autoridades; dado que lamentablemente la sociedad también ha normalizado el silencio y la indiferencia, y la sexualización.
Desde hace mucho fue momento de que las familias, las escuelas y las comunidades tomen un papel activo en la prevención y denuncia de estos delitos, lamentablemente los monstruos continúan y el estado y sociedad tiene una deuda con las infancias y adolescencias.
Irapuato en cifras
Si bien las denuncias por extorsión se dispararon, enero arrancó con una reducción de homicidios dolosos al contabilizar solo 20 víctimas, número que para febrero se elevó 28 personas asesinadas, en promedio una víctima por día y es que en este delito de alto impacto nada está dicho.
Según palabras de la propia alcaldesa, Lorena Alfaro García en este delito en particular y sobre todo los casos relacionados con el crimen organizado, es necesario los esfuerzos coordinados entre Estado, Federación y Fiscalías, al ser la seguridad una demanda social y justa.
Probablemente Alfaro García tenga razón, lo que no es igual a evadir la problemática al asumir que las cifras van a la baja, pues ello no parece una constantes, sino que mientras se puede asumir que enero había bajado, febrero desmintió esa tendencia.
A eso hay que agregar que se deben revisar a detalle las cifras oficiales, porque una cosa son carpetas y otra muy diferentes el número de vidas que cobró cada hecho violento, y a veces suelen confundirse.
Las cifras pueden reducirse pero ya vimos que es algo ocasional, muy efímero y que no parece estar siendo una respuesta por positiva.
Al final, cada autoridad debería recordar que su principal función es generar paz en nuestra sociedad y que eso implica que no haya una sola víctima.