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viernes, abril 26, 2024

Las momias de la capital tendrán su centro comercial

Ayer finalmente la mayoría de los y las diputadas autorizaron al Ayuntamiento de Guanajuato endeudarse por casi 70 millones de pesos, para construir el centro comercial que albergará una parte de los cuerpos momificados de esa ciudad.

No fue, como se esperaba, que solo la fracción panista hiciera uso de sus votos para lograrlo, sino que sorpresivamente se le sumaron las demás fuerzas políticas, excepción de Morena.

Morena, como era de suponerse, votó en concordancia con la posición que ha asumido la regidora electa y exdirectora del museo de las Momias, Paloma Robles.

Lo que no se explica es qué llevó a votar a los y las legisladoras del PRI, PRD y PVEM de acuerdo a la petición del alcalde Alejandro Navarro.

Sobre todo porque el debate careció del análisis que plantearon varios de los grupos ciudadanos que se oponen a la construcción del centro comercial, disfrazado de museo.

Hasta Israel Cabrera, el excandidato y exopositor a Navarro salió en su defensa, lo que da a pensar que en el mucho muy hipotético caso de que hubiera ganado, su gobierno no sería tan diferente del panista y que sus reclamos en campaña, no eran más que una pantalla para simular desacuerdos.

El triste desenlace de este tema es que a menos de dos semanas de terminar su legislatura, los y las diputadas dejaron a los guanajuatenses de la capital una deuda de 70 millones de pesos, fuertemente cuestionada por los que saben del tema.

La agresión de Isidoro

No es la primera vez que Isidoro Bazaldúa comete un error, pero en la sesión de despedida fue mayúsculo. El legislador perredista de enfrascó en una discusión con la morenista Magdalena Rosales, un asunto de políticas y formas.

No es un secreto que Bazaldúa Lugo es antiobradorista y Magdalena Rosales una fiel defensora de la 4T.

Los dos se profirieron algunos descalificativos, el problema fue la forma en la que Bazaldúa se refirió a Rosales.

“Chapulinita”, le dijo.

Si bien el término es comúnmente utilizado en el argot político usarlo con el género femenino y en diminutivo tiene claramente una intención denostativa y eso no se puede admitir en una tribuna legislativa.

A la Legilsatura le quedan unos días, tiempo y evidencias suficientes para que la contraloria del Congreso y los órganos locales hagan sus observaciones y recomendaciones.

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