La Constitución establece claramente que está prohibida la discriminación en cualquiera de sus formas, incluso de manera explícita se refiere a aquella que por las preferencias sexuales de las personas existe.
La justicia federal ha emitido un importante número de jurisprudencias en donde expresamente se permite el matrimonio entre personas del mismo sexo.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha emitido una recomendación expresa al Congreso del Estado para que legisle permitiendo los matrimonios igualitarios.
Ahora el papa Francisco, máximo jefe de la jerarquía católica del mundo se ha pronunciado a favor y ha dicho sobre tales matrimonios que “Deben promoverse las leyes que les otorguen cobertura”.
Así que la pregunta inevitable es ¿Qué falta para reconocer ese derecho y que nuestros legisladores -especialmente los más conservadores- acepten adecuar las leyes a la Constitución que juraron cumplir y hacer cumplir, o si quiera a los principios morales que dicen tener?
Esperemos que no se inventen un nuevo pretexto para hacer lo que juraron hacer, porque los que tenían ya se les acabaron.
¿Qué garantías hay?
El Municipio de León se vio superado por una situación que a todas luces representaba un ‘barco en pleno hundimiento’, un juicio que vio perdido desde la primera instancia, pero donde extendió la vida del contrato de arrendamiento, para dar mayor garantía al Grupo Pachuca que confío y perdió. La promesa era que podrían en estar en el estadio hasta el 2022.
Hoy son pocas las garantías de que las autoridades municipales puedan cumplir el contrato de arrendamiento, cuando el juzgado ha ‘pitado’ en su contra, porque hoy un partido que parecía en cancha neutral ya tiene un dueño, Roberto Zermeño, quien sabiéndose dueño del balón intenta poner las reglas del juego.
La otra parte, la que se decía neutral, ha tomado una actitud complicada, porque a diferencia de lo que ha ocurrido en Pachuca dónde siempre se les dieron las facilidades hoy juegan ante un personaje que tiene recorrido en el fútbol mexicano y que no le importa ser personaje repudiado, es algo a lo que ha llegado a acostumbrarse.
El tema puede ser también de tintes políticos porque detrás de Zermeño se esconden personajes vinculados a grupos opositores que buscan ganar terreno y hasta se ha mencionado una posible resurrección del Unión de Curtidores.
La realidad es que el Municipio está de manos atadas en este momento y prácticamente parecen esperar que de ‘milagro’ las cosas se arreglen, pasaron de ser jugadores a ser árbitros, en un partido donde nadie quiere perder. Y quién más pierde es la afición que hoy ya se quedó sin estadio y que quizá en el peor de los escenarios podría perder la oportunidad, durante bastante tiempo, de ver al equipo de sus amores jugando en casa.
