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viernes, marzo 21, 2025

Negación a la verdad, oculta la realidad 

Otro hecho de violencia en Celaya en pleno premundial de fútbol Sub 20, otra vez, nadie del Gobierno de Celaya y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana aceptaron la realidad, la verdad de la inseguridad y evadieron el tema.

La negación, exponen en psicología, se refiere a la acción de rechazar o ignorar información, pensamientos o emociones que son difíciles de aceptar. Puede manifestarse de diversas formas, desde negar la existencia de un problema hasta minimizar su importancia o distorsionar la realidad para que se ajuste a nuestras creencias o lo que se quiere.

Justamente como ocurre en Celaya, donde ahora resulta que la seguridad es objetiva, es decir, las estadísticas y subjetivad, lo que perciben las personas en su entorno.

Quizá para Javier Mendoza Márquez, presidente municipal, quien se niega hablar de seguridad y para Jesús Rivera Peralta, secretario de Seguridad Ciudadana, esa percepción de seguridad es una realidad que solo ellos consideran como verdadera.

Si se quiere mejorar, primero, hay que aceptar la verdad, hoy convertida en violencia, en sangre, en asesinatos de policía, entonces ver la realidad y poder modificarla, para el bien común.

La negación podría ser un acto de defensa ante un escenario que, de momento, no se puede modificar, como por ejemplo: no hablar de una escuela donde arrojaron artefactos explosivos, de ataques a la Comandancia de Policía y de los 18 elementos asesinados.


“Podrán decir lo que quieran…”

El problema de pensar y declarar: “podrán decir lo que quieran” es cuando se ve reflejado en una encuesta nacional y peor aún cuando de percepción de inseguridad se trata.

Esta vez no lo señalaron líderes de la iglesia, líderes de opinión o analistas, lo respondió la ciudadanía, porque esa es su realidad.

No sé trata de diálogos a modo, donde se seleccione a los aplaudidores o porristas, se trata de ciudadanas y ciudadanos de a pie, sin escoltas, y sin libertad, que evitan salir después de las siete de la noche, que ahora saben distinguir un disparo de arma de fuego, de los fuegos artificiales de lo que era una fiesta patronal, que ven o se enteran de la muerte o desaparición de una y otra persona y que no pueden disfrutar de aquello que estaba entre sus posibilidades: un buen rato en un bar o restaurante.

Pero esto no importa, porque “podrán decir lo que quieran” sugiere el propio Ricardo Benavides Hernández al asegurar su chamba detrás de un escritorio con informes pretenciosos, que tampoco cambiaron nada.

Ninguna autoridad da la cara y prefiere el silencio antes de emitir una postura de lado de quienes juro representar.

Si bien, está encuesta considera solo algunas ciudades y por mucho de aplicarse a Celaya, es probable que los encabezados fueran otros, ahora es Irapuato, y no, su gente no está de fiesta, sale a la calle esperando llegar a casa, y agradeciendo no haber estado en el lugar equivocado.

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