Libia García, la gobernadora del Estado, presentó ayer su estrategia para combatir la inseguridad que vive la entidad.
Es la primera vez, en mucho tiempo, que se presenta un plan articulado, en el que ademas concurren los 46 municipios y la federación. Esto es todas las autoridades involucradas y de todos los colores partidarios.
Esto ha llevado a que la presentación haya generado buenas expectativas en diversos sectores de la sociedad, incluso en partido de oposición, como el propio Morena en voz de la senadora Malú Micher.
Libia basa su programa por la paz en varios principios, esto es, trasciende aquella idea de que bastaba un “Escudo”, como lo planteó y desarrolló fallidamente Miguel Márquez.
Sin embargo algo, más bien alguien, estuvo de más. Al igual que pasa en la Federación, la participación y presencia del titular de la Fiscalía, en este caso Carlos Zamarripa, no sólo no encaja, sino que es probable que retrase su arranque.
Y no es que las fiscalías no deban de ser parte de un acuerdo como éste, todo lo contrario. ¿Pero qué sentido tiene qué en este trabajo participe Carlos Zamarripa, un personaje no deseado en la administración estatal, y que está a siete semanas de dejar el cargo?
Recordemos que Zamarripa supo que no era deseado en este gobierno estatal desde el primer día de campaña de Libia Dennise, lo que lo llevó a presentar su renuncia hace unas semanas, aunque, lejos de dejar vía libre para que la gobernadora pudiera proponer titular para ese encargo, se reservó continuar hasta el primer día del próximo año, lo que de entrada es un freno para las políticas que pretende arrancar Libia.
Parece pues que la desconfianza en el programa “Confía” la aporta quien debiera ser uno de sus protagonistas: el fiscal Zamarripa.
Gentrificar los festivales
La llegada de turistas a la entidad siempre se considera como un éxito. Y ciertamente tiene su mérito lograr que opciones como el Festival de la Muerte logre una buena convocatoria y por tanto, crezcan la derrama económica.
Pero no hay que confundir lo que atrae con lo que está bien hecho.
El Festival de la Muerte demostró que Guanajuato capital no tiene la infraestructura, ni el tamaño para albergar eventos de esta magnitud. Además de que no existió planeación ni prevención para evitar que un gran número de turistas llegaran en automóvil hasta la zona Centro.
Muchos capitalinos que viven en zonas céntricas tuvieron que encerrarse en sus domicilios durante todo el fin de semana, para salvarse de la aglomeración y el encarecimiento de algunos servicios.
En León, faltan pocos días para la edición 2024 del Festival Internacional del Globo, otro evento de magnitud y alcance internacional que desquicia la zona norte de la ciudad.
Y aunque las autoridades ya tienen muy estudiado cómo resolver buena parte del caos vehicular, disponiendo estacionamientos en puntos estratégicos para desde ahí llevar a los visitantes y turistas hasta el Parque Metropolitano; sin duda, también se trata de un evento que poco a poco ha ido creciendo y siendo más caótico y excluyente para los locales.
Los leoneses ya prefieren ver desde afuera el FIG o de plano, evitar la zona norte de la ciudad para no quedarse atorados por horas en el tráfico. Por desgracia, poco a poco se ha vuelto un espectáculo para visitantes y turistas y no necesariamente para los locales.