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viernes, abril 19, 2024

SAT, un acreedor impaciente

El presidente de la República, ante un solitario patio de Palacio Nacional, presentó un informe más de actividades; y dio al traste lo que ofrecía ser un plan de reactivación económica para el país, en medio de la crisis provocada por la pandemia de Covid-19. No dijo nada nuevo. No dijo nada diferente de lo que ha dicho en los últimos días.

Hizo añicos las esperanzas de los empresarios al no aceptar el diferimiento de los pagos de impuestos y algunos servicios, como una manera de hacer subsistir la planta productiva y con ella, los empleos que generan.

El presidente del Consejo Coordinador Empresarial de León le había mandado un mensaje a Andrés Manuel López Obrador, “con monitos y palitos”, sobre la urgencia de ese diferimiento, al tenor de lo que ha planteado todo el sector empresarial.

Si estamos en crisis económica, el flujo hacia las empresas se reduce, por ello el compromiso de priorizar el pago de sus nóminas, sobre los pagos fiscales.

Esta contingencia está exigiendo esfuerzos de todos, sea el que sea nuestro papel en la sociedad, si el SAT es el único acreedor que no puede esperar, entonces parece que el gobierno federal no está entendiendo el tamaño de la crisis.

¿A dónde ir?

De una forma u otra, las autoridades deben de encargarse de hacer llegar el mensaje de la prevención para que el virus de Covid–19 no tome fuerza y se propague más.

Vemos campañas publicitarias en televisión, radio, portales de internet, y periódico e incluso vemos advertencias como el uso de la fuerza pública a quienes hagan caso omiso.

En León hubo dos detenidos. No acataron las recomendaciones y los privaron de su libertad por 15 horas. El mensaje fue claro.

En Irapuato, ya usarán drones como una medida para vigilar a la ciudadanía y evitar la conglomeración de la gente.

En varios municipios hay parlantes que recomiendan que la ciudadanía no salga de casa.

El ambiente se torna extraño. Hay puntos desolados, silenciosos y tranquilos. Hay miedo, hay incertidumbre.

Con fuerza pública o sin ella, la pandemia está presente. El intruso no es la sociedad, ni la autoridad. El enemigo público número uno no se ve a simple vista, pero se propaga al contacto.

El mensaje es claro. Se trata de sobrevivir, de no infectarse, de cuidarse, pero luego entonces, el hogar, el lugar más seguro que tenemos, resulta también un campo de guerra. El aislamiento. ¿A dónde ir?

Las autoridades, más allá de cuidar que la gente no salga, también tiene que atender los llamados de emergencia de quienes acataron las recomendaciones y por quedarse en casa, sufren de violencia intrafamiliar.

El problema, es más profundo de lo que se ve, y es ahí donde debemos demostrar, como sociedad, que mucha de la solución la tenemos nosotros.

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