La sociedad guanajuatense debería estar orgullosa de sus mujeres, sobre todo aquellas que han tomado valor y desde hace poco más de cinco años decidieron salir por primera vez a la calle y gritar, defender y exigir.
Algunas de las integrantes de colectivos han contando cómo era al inicio convocar, tener poca respuesta y llegar al día del evento: diez mujeres era una buena asistencia.
Eso sí, no se han rendido, tanto que el ocho marzo y justo antes de la contingencia que nos encerró mostraron en la ciudad más grande del Estado y quizá también la más represora, que ya no son diez, ni veinte, son miles que gritarán, exigirán y serán la voz de aquellas a las que les arrebataron la vida.
Ese día las calles y el López Mateos conoció la fuerza de mujeres juntas, haciéndole entender a la autoridad que mientras más se tarden, mientras sean más lentos en investigar, habrá muchas mas mujeres que dejarán el silencio.
La muestra la ponen tantos colectivos que han ido naciendo, que son hogar para muchas víctimas, mamás de victimas, hermanas, amigas…
“Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven”…
Ahora la autoridad piensa en todo un operativo para resguardar las marchas, porque saben que todo lo van a quemar y con justa razón…
Y más que claro nos quedó que falta mucho para que los encargados de seguridad entiendan que manifestarse tiene todos los derechos, y aunque quieran ocultar su negligencia, no tuvieron más que violentar…
Pero mientras siga habiendo mujeres en la calle, habrá justicia que perseguir.
Sixto, el irresponsable
En México el COVID-19 ha cobrado la vida de 71 mil personas, de las cuales 2 mil 563 pertenecían a Guanajuato.
El COVID-19 no es un juego, las cifras la ubican como una enfermedad potencialmente mortal, cuya tasa de letalidad es muy alta en nuestro país.
Aunado a ello, esta enfermedad dejará estragos también en la economía de la nación y de cada familia. Y eso, algunos políticos no lo entienden.
Después de anunciar en redes sociales que dio positivo a COVID, el exalcalde de Irapuato, Sixto Zetina Soto dijo que cree que se contagió el jueves, pero que las personas que coincidieron los últimos diez días con él, tomen medidas, aunque él en todo momento ha usado cubrebocas como lo señalan los expertos.
Sixto respondió a un tuit que le cuestionó cómo es que se contagió, si se supone que toma las medidas precautorias y confesó su gran irresponsabilidad diciendo que decidió contagiarse, pues su esposa presentó síntomas.
“Opté por acercarme a ella (su esposa) para que me contagiará y poder tener los 2 la situación juntos. Consideré que no tenía caso, ella estar contagiada y yo aislado 15 días para que tal vez en un futuro cercano yo me contagiara y entonces tener que volver a tener aislamiento los 2”
La desatinada contestación fue borrada de su red social horas más tarde.
Sin embargo, por el bienestar de los más de veinte colonos con quienes se reunió el 4 de septiembre, así como la familia que visitó cuatro días después, esperemos que como él cree haya sido el jueves.
El protagonismo de Sixto, que se parece más precampaña, ha topado con un pésimo mensaje: su irresponsabilidad en medio de la pandemia no tiene límites.
Sixto prefirió contagiarse -suponiendo que su versión sea cierta- de una enfermedad que potencialmente puede ser tan grave como la muerte, que estar atento a los síntomas de su esposa y al bienestar de sus hijos, pero además, en alguien que pretende ser un líder político, se convierte en un mensaje peligrosísimo sobre la manera de comportarse frente a esta enfermedad.
Líderes así -concediéndole que lo sea-, no están hechos para gobernar en estos tiempos… ni en ninguno.
