Finalmente, la madre de José Antonio Yépez “El Marro”, líder del cártel de Santa Rosa de Lima fue liberada por la juez de control a cargo del caso.
Luego de extenuantes audiencias en las que denunciaron demoras e irregularidades, ayer por la tarde, poco antes del término de ley, el Poder Judicial del Estado puso fin a un episodio y dio inicio a otro que se avisora muy delicado.
Termina así un operativo de la Sedena, al que integraron las autoridades estatales en el que todo salió mal. El Estado se cimbró, Celaya se volvió una zona de guerra y ello repercutió en otros 12 municipios que vivieron horas de bloqueos carreteros e incendios de vehículos y negocios.
Se informó que tras el operativos se detuvieron a casi treinta personas, entre ellas la madre y la hermana de El Marro, a quienes adjudicaban ser las operadoras financieras del cártel.
Parecía que aquella violencia por lo menos tenía sustento. Hoy sabemos que no, que no sirvió para nada.
A las supuestas operadoras financieras no las detuvieron por ello, ya que las autoridades federales no pudieron integrar las carpetas correspondientes, así que sólo se les armó una carpeta por narcomenudeo.
Lo terrible es que el episodio más grave, no es la soltura misma, sino su causa: la juez de control consideró que había “indicios racionales de tortura” y exigió una investigación detallada.
A decir de la propia defensa “No es en contra de elementos de la Fiscalía porque desde siempre se manejo que la Fiscalía no fue quien entró en un inicio”.
La investigación tendrá que ser a todas las autoridades que intervinieron, aunque la sospecha de la defensa parezca centrarse en la actuación de la Sedena.
Contagios, una curva que no deja de ascender
Con una clara tendencia ascendente que no para, la curva de contagios de COVID-19 sigue manifestándose en cada uno de los municipios del Estado.
Puede descender un poco un día, pero lo cierto es que hay dos cifras que siguen siendo altamente alarmantes: el número de personas contagiadas activas (en los últimos 14 días) sigue siendo muy alto; así como la diferencia entre personas contagiadas y recuperadas; sin demeritar por supuesto el terrible hecho de que la cantidad de muertes sigue también subiendo.
Mientras ello ocurre, la “normalidad” en nuestro entorno es también cada vez mayor. Seguimos desafiando y perdiéndole el respeto a un enemigo microscópico que subestimamos.
Lo cierto es que está terminando el primer semestre del año, del cual más de la mitad lo ha consumido esta extraña convivencia con un coronavirus, que ha sido capaz de parar al mundo y que lo puede volver a detener, ante nuestra terquedad de no entender la lección.
