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jueves, marzo 28, 2024

El Aro 3

Por allá en el 2002, no había algo más escabroso que hablar de “El Aro”. Yo lo recuerdo, no porque la haya visto en el cine, sino por verla en VHS, lo cual hizo que por un gran tiempo pensara en la película y en ese “gimmick” accidental de haberla visto en ese preciso formato casero durante una tormentosa noche de rentas mientras nadie, absolutamente nadie hablaba por terror absoluto. El remake es una gran película, uno de los mejores ejemplos de una adaptación bien llevada por saber llevar suspenso, “jump scares” y elegancia en su trama. Llevó a la fama a Gore Verbinski y atrajo una oleada de productos de raíces orientales de terror.

La primera parte –americana y japonesa- es un producto de su época, que juega de manera inteligente con el concepto de la novelas de Koji Suzuki; el hacer del espectro una especie de leyenda urbana que seguirá propagándose para salvarse y no una especie de ser inteligente que usa la maldición como un virus. Lo que se tenía que hacer con la franquicia se hizo y gran prueba de ello es que mientras las versiones americanas se detuvieron en la segunda, allá por el gran Japón Sadako se ha enfrentado al 3D –dos veces- incluso en un crossover contra el espectro de The Grudge.

Mientras que en el continente hubo una segunda parte, esta vez de la mano de Hideo Nakata, el padre de la franquicia… y sobra decir que nadie se acuerda de ella. Tuvieron que pasar 12 años para que la niña que sale de la televisión volviese a ser relevante, y claro que este trayecto incluye una gran serie de tropiezos que no dan buena espina.

Y El aro 3, es algo que ya se venía cantando desde el inicio de grabaciones: que esto no ofrece nada al “j-horror” mas que tedio.

Si bien el intro es algo peculiar por ser tan exagerado y por ser un encuentro similar a los de la franquicia de Bond Samara ataca en un avión!), la película nunca agarra el ritmo ridículo de esa primera secuencia que bien la pudo haber vuelto un producto desechable pero entretenido, en vez eso decide explorar dos ideas a medias. La idea de que el espectro se vuelva objeto de investigación por parte de alumnos que, por alguna razón se reúnen en un misterioso edificio que más que parecer laboratorio parece un bar alternativo que reúne arte contemporáneo, en donde encuentran que dentro del video hay OTRO VIDEO que Samara dejó como pista para una mujer en particular… y después se vuelve un remake de la primera versión, con todo y una investigación que ahora resulta tediosa, porque no nos importa si sus protagonistas fallecen.

¿Cuántas veces Samara va a recurrir a que personas extrañas revisen su pasado? ¿Y por qué me recuerda a un negocio piramidal?

Matilda Lutz y Alex Roe son extremadamente acartonados como protagonistas, confinados a las decisiones de la película por mero argumento todopoderoso, es decir: deben seguir la trama y no hay un crecimiento como personajes. Julia (Lutz) no tenía NINGUNA razón para ver el video y lo hace, rayando en la estupidez, y pues parece que Holt (Roe) tiene más flojera en seguir a su pareja a indagar sobre el asunto a pensar que son personas que en unos días, tendrán la visita de un espectro que los deforma.

No disfruté El Aro 3. Es una película que no tiene razón de existir, que sufre de lo peor que una película de horror puede tener: ser aburrida. Su final de alguna manera es más ridículo y no establece las limitantes de Samara como villano –y hablamos de una franquicia en donde una VHS tiene la capacidad de matarte… en tiempos de Netflix– y francamente, se nota el cansancio de todos. Ni Javier Gutierrez quería dirigir, ni los tres guionistas pudieron crear una historia cautivante, ni los actores quieren estar ahí, esto es tedio en su máxima expresión.

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