Declaro no tener conflicto de interés.
Un día eres joven y al otro estás preguntándote qué le está pasando a tu cuerpo, a tu mente, a tus emociones y si estás llegando a la tan temida MENOPAUSIA.
Temida, porque los prototipos de belleza y prosperidad están centrados en la juventud y el vigor.
Temida, por el “valor” que durante siglos se le ha asociado a la posibilidad reproductiva en una mujer.
Temida, porque cuando alguien se refiere a una mujer con frases como: “está menopáusica”, suele haber un desprecio tácito en ellas. Como lo señaló Madonna cuando le otorgaron el premio a la Mujer del Año 2016: “No envejezcas. Porque envejecer es un pecado por el cual serás atacada, criticada y definitivamente no tocarán tu música en la radio”.
Temida, porque asociamos esta etapa a la decadencia y la vejez.
Temida PORQUE NO SE HABLA DE ELLA, tanto por miedo, como por pudor y cuando se menciona, es para visibilizar “los achaques” y no la FORMA DE PREPARARNOS PARA TRANSITARLA.
La perimenopausia, menopausia y climaterio, son parte de la vida de una mujer. Suelen asomarse a partir de la cuarta década y varía su instalación de acuerdo con las condiciones físicas de cada mujer.
En mi caso, parece que el tratamiento de quimioterapia aceleró un poco su aparición.
Inicio con el alargamiento entre los ciclos menstruales, hasta empezar a escasearse. ¡Hasta aquí todo iba muy bien! Me parecía perfecto que el período se presentara cada 2 o 3 meses. Esta dinámica estuvo durante aproximadamente año y medio. Mi vigor, entusiasmo por la vida y el sexo permanecían intactos.
Al llegar mi cumpleaños número 45, comencé a notarme un poco más cansada, un poco menos animosa, más irritable, con menos libido… claro que además estábamos en confinamiento por la pandemia y la afectación emocional que trajo consigo para todos. Pero me daba cuenta de que “no era yo misma” y esto se reflejaba sobre todo en la relación con mi esposo.
Entonces recordé haber leído hace algunos años el libro de Lydia Cacho, “Sexo y Amor en Tiempos de Crisis” y comprendí que me estaba llegando “el cambio” … Y que no quería seguir sintiéndome así.
Acudí a mi ginecóloga y después de hacer algunos estudios, de revisarme a mí y a mi historial oncológico, determinó que por el momento empezaríamos con unos suplementos. Empecé a sentirme un poco mejor, pero no bien aún, así que empecé a ir a terapia, hacer ejercicio moderado; acudí con mi nutrióloga (creo que esta es la parte que más me ha constado, jeje), mastografía y Papanicolau.
No te voy a decir que con estas acciones rejuvenecí ni nada de eso. Pero sí te puedo decir que estoy tomando
cartas en el asunto pues suponer que ignorando los síntomas estos van a desaparecer por sí solos, es absurdo.
Así como algún día inició el proceso de la pubertad que dio paso a la adolescencia y con ello la entrada a una nueva etapa, estos cambios hormonales van a seguir. Me dispongo a aceptar la menopausia en mi vida, a investigar, a hablar de ella, a sociabilizar el tema.
Confieso que por todo aquello que connota socialmente, me está implicando un duelo. Más, los primeros pasos para dar atención a mi persona ya los estoy dando. Creo que lo que sigue es revisar una a una esas CREENCIAS LIMITANTES que tanto asustan para ponerlas en su justa dimensión.
Y aquellas ideas que no pueda acotar a fuerza de información científica y lógica, lo haré a través del infalible encantamiento Riddikulus. Para muggles que no estén familiarizados con este término les diré que, para la realización de este hechizo, primero se debe reconocer aquello a lo que más se teme y luego visualizarlo como algo ridículamente divertido y así derrotarlo con el poder de la risa y el buen humor (que finalmente es el remedio o consuelo para casi todo).
#MujerReal #MaternidadSustentable #Cambios
