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viernes, abril 26, 2024

Mexicano desalado

Una pieza grande de aluminio en forma semirectangular reposaba sobre el suelo. Del centro de ella, prendía un bulto redondeado y humeante, en el que hasta hace un par de minutos se albergara un mecanismo de aspas montadas en forma concéntrica a un eje. Dicha pieza había sido abruptamente desprendida de otra del mismo material, pero ésta más gruesa, en forma cilíndrica y con varias aberturas de diferentes tamaños; las más pequeñas propias del diseño y las más grandes cortesía del aparatoso accidente que tuvo lugar en el paraje los Cacahuates, cerca del aeropuerto de Acapulco. Entre el ala, fuselaje y un centenar más de componentes mecánicos, se encontraban los siete cuerpos desmembrados y achicharrados de quienes viajaron por última vez en la aeronave tipo Lockheed Modelo 18 marcada con la matrícula xtra bravo néctar eco mike. Entre los escombros, resaltaba otro avión, pero éste intacto, de madera y mucho más pequeño: un juguete.

Un caluroso invierno pesaba sobre Mazatlán, ciudad predilecta de la familia Gaxiola para vacacionar en fechas decembrinas, lejos de las bajas temperaturas características de su lugar de residencia en Texas. Mientras los demás niños nadaban en el mar que mojaba la playa Cerritos, el joven Radamés Gaxiola permanecía sentado en la arena con la mirada en alto hacia el cielo. Con ayuda de sus manos llevaba de arriba abajo y de lado a lado un avión de juguete, una fiel reproducción a escala del aeroplano que inventaran los hermanos Wright a inicios del siglo veinte. Aunque sus pies estaban plantados en la arena, sus sueños se encontraban arriba en el cielo. Razón por la que, apenas cumpliera la mayoría de edad, dejara el país de las barras y las estrellas para unirse a la Escuela Nacional de Aviación en su natal México. De tal suerte que, en 1939 cuando se graduó como subteniente piloto aviador, sus pies habían dado un gran paso para el encuentro con sus sueños.

Radamés era de gran porte: alto y delgado; cabello corto y obscuro; frente amplia que se detenía en unas pobladas y alargadas cejas también negras. Su nariz era recta y sus delgados labios se escondían tras un bigote perfectamente delineado. El subteniente Gaxiola era una sensación adonde sea que fuera, si no era por su galanura, era por el elegante uniforme militar que portaba con tanto orgullo. Sus conocimientos teóricos y prácticos, pese a sus veintitrés años de edad, eran vastos. Eso y su fluidez en el inglés fueron las razones por las que fuera enviado como piloto de pruebas de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

Aunque la mirada de sus enormes ojos negros era la de un guerrero águila, Radamés era un hombre moderado y comedido, no rehusaba el conflicto, mas nunca lo buscaba, pero el conflicto sí lo encontró a él. En la isla de Oahu en Hawái, una mañana de siete diciembre de 1941 el Sol Naciente se alzó sobre la base naval estadounidense en la forma de trescientos cincuenta y tres aviones de guerra, los que pulverizaron la base dando muerte a más de dos mil cuatrocientos marineros. Al día siguiente, los Estados Unidos se declararon en estado de guerra contra Japón, y tres días después contra Alemania. Sucesos que poco o nada tenía que ver con un subteniente del ejército de México, hasta que el veintiocho de mayo de 1942, el congreso de este país aprobara la propuesta del presidente Manuel Ávila Camacho y se declarara en estado de guerra en contra de las potencias del eje (Alemania, Italia y Japón). Esto tras el hundimiento de dos barcos petroleros mexicanos que abastecían a los Estados Unidos.

 

Continuará…

Said Farid Nasser Guerra
Said Farid Nasser Guerra
Abogado leonés especialista en derecho corporativo. Activista desde muy joven en la protección de animales. Actualmente se desempeña en el área jurídica de la empresa ABInBev. “Panza Verde”, apasionado por la lectura, el futbol, la bicicleta de montaña y la Fórmula 1.

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