Siempre pasa. Llega el momento obligatorio en el que la gente se divide cuando Nicolas Windin Refn saca una película; Es de los pocos directores que logran este cometido y encima conseguir ingresos de taquilla… no enormes, pero sí unos que muchos directores ya envidiarían tener.
Refn ya llevaba años dirigiendo, pero su gran salto lo dio con Drive (2011), una película que explotó gracias a su estilo tan particular que era una especie de oda a lo retro: no fue sorpresa de que la gente alabara su soundtrack y score de manera obsesiva, al igual que la estética repleta de rosas. Y no engañemos a nadie, es una excelente película y una que hizo que todo mundo de pronto tuviese a Refn como promesa a seguir en el mundo del cine, de esos que están alejados del compromiso de la Academia y presentan ideas audaces.
Lo que ha estado cosechando a partir de esa película son proyectos lentos y personales que avivan este debate de ¿Estamos frente a un genio o un charlatán? Y miren que no considero las reacciones en el festival de Cannes (en donde se encuentran los críticos más pedantes e irrespetuosos del medio), sino porque en estas semanas he tenido debates eternos gracias a The Neon Demon.
Jesse (Elle Fanning) es una niña que llega a Los Angeles en busca de lograr su sueño: ser una modelo profesional. Apenas con 16 años, comienza a abrirse espacio entre fotógrafos y diseñadores que encuentran en ella una belleza única y emocionante. Las cualidades de Jesse podrían sonar como benéficas, pero lo que comienza a atraer es a un grupo de personas que además de ser detestables y vacías, comienzan a ver con recelo a la niña que llegó con buenas intenciones pero que se da cuenta de que el mundo de la moda es uno muy peligroso.
El Demonio Neon presenta un debate obligatorio entre la audiencia de hueso colorado… uno que independiente de la calidad del filme agradezco bastante. Porque es respetable la idea de Refn de en efecto, hacer pornografía que intente generar una mezcla de repudio y fascinación en los espectadores. Gracias a este discurso podemos entender que la película que escribe y dirige trata de ser una crítica muy pesimista no sólo sobre el mundo de la moda, sino que también es un discurso hacia lo efímero que representa la belleza humana y lo que causa entre aquellos que afanosamente entregan cuerpo y alma por este ideal.
Y todo esto lo logra en una película que se preocupa más por el estilo que por la substancia.
No es que esto le resulte tan atroz, desde su inicio la intención es la de llevarnos por una fábula surreal en la que poco a poco se revela un mundo grotesco, pero es justamente el problema personal que tengo con el nuevo cine de Refn. El abandono casi total de una trama coherente y el descuido de las actuaciones es algo que repite desde su anterior proyecto “Solo Dios Perdona” (2013).
Es pretencioso y uno no puede dejar de pensar en que hay momentos acartonados, o situaciones en las que se dedica a predicarnos en vez de hacer que un personaje tenga esas ideas y las presente a través de sus diálogos de forma natural o acciones, intenta plasmar sus ideas y temas completamente en el terreno de lo visual y este nuevo modus operandi resulta problemático ante todo director pone desgraciadamente en las mismas ligas a Refn con Zack Snyder, Tim Burton, Timur Bekmanbetov y demás que trabajan así, preocupándose más por la estética que todo lo demás.
Elle Fanning tiene rasgos finos y cómo imagen virginal queda perfecta, aunque también deja entrever que hay una fascinación de Refn hacia los personajes vacíos, que casi no dialogan y tienen mirada perdida. Hay una trinidad que tiene distintas percepciones hacia Jesse; Ruby (Jena Malone) desde el momento en el que aparece se percibe como un personaje enfermo y que desea sexualmente a Jesse, mientras que sus otras dos amigas –Gigi y Sarah-se debaten entre el odio y la ineptitud.
Aquí en “El Demonio Neón” se percibe un perfecto matrimonio entre compositor y director que no aparece tan a menudo en estos tiempos. Cliff Martínez en su tercera colaboración con Refn entiende a la perfección que este hombre es de visuales, y su música resalta con estallidos ese detalle; “Neon Demon”, es el track principal con el que abre la película, y que nos da una idea de cómo va a ser todo el disco: lleno de sintetizadores y estilo homenaje a John Carpenter; sin embargo, hay un apego entre música e imagen tan poderoso que resulta complicado escucharlo por separado, puede ser excesivamente largo al grado de generar disonancia en el oyente y en una palabra: aburrirlo. Es de esos casos en el que la música es perfecta en la película, por fuera… no tanto, aunque eso sí, ya desde ahora se volverá de culto y que no extrañe escucharlo de vez en cuando.
Nicolas Windin Refn se ha salido con la suya: generar un contraste entre los demás directores contemporáneos presentando ideas sin tapujos ni el miedo a que lo censuren, critica de manera irónica un mundo banal y vacío presentando en su película lo mismo: un mundo banal y vacío ¿Logró su cometido? Pues en este caso, si se decide dejar a un lado el aspecto puritano de qué es una película, hay material que permite desarrollar un debate o plática interesante, pero, ¿cuántas veces va a hacer esto?
Yo lo único que pienso es que, en efecto: Nicolas Windin Refn se jugó el pescuezo cuál Paul Verhoeven con una película que pretende ser una burla al glamour y repleta de malas actuaciones. La diferencia es que el primero salió victorioso y alabado mientras que el otro quedó casi en el olvido. No cabe duda de que los tiempos han cambiado.
