- Publicidad -
viernes, abril 19, 2024

El dilema del sueldo

Desde 2015, cuando Morena consiguió ganar algunos puestos de elección popular, levantó la consigna de que los altos funcionarios públicos deberían bajarse el sueldo. No estuve de acuerdo entonces y no lo estoy ahora, creo que esta posición responde a un análisis simplista de la situación.

Obviamente no hablaré de los patentes abusos de un puñado de servidores que ganan sueldos de escándalo, pero son realmente un grupo pequeño en relación a nuestro inmenso país, una excepción, aún cuando el abuso sea casi igual de inmenso.

Según varios estudios que circulan por ahí, en los últimos treinta o cuarenta años las percepciones reales de los mexicanos han caído hasta en un 75%. Esto responde en buena medida a las necesidades de un sistema económico que le apostó sólo a producir barato para la exportación, ya se ha dicho. El otro factor que se discute poco es la costumbre de aumentar un porcentaje parejo anualmente los sueldos. No se requiere mucha matemática para darse cuenta de que a la vuelta de los años este mecanismo favorece mucho más a los sueldos altos que a los bajos, el abanico de salarios es cada vez más amplio, las diferencias por lo tanto más pronunciadas. Diría mi maestro de matemáticas: la demostración es obvia, que quede de tarea. A esto hay que añadirle que el salario mínimo establecido por ley hace un buen rato que dejó de ser suficiente para la subsistencia digna de una persona, mucho menos de una familia.

La consecuencia de lo dicho en el párrafo anterior da un cuadro de pobreza generalizada que no tiene visos de solución.

¿Qué pasa si empezamos a bajar los sueldos de los altos funcionarios en este contexto? Hecha la excepción que mencioné más arriba, imaginemos que se intente en la Dirección X de un ayuntamiento o del gobierno estatal o federal. Lo que nos vamos a encontrar es que, según el porcentaje aplicado a la disminución del director, vamos a tener empleados que podrían ganar más que su jefe, por lo que procede bajarles a ellos también, generando un efecto en cascada que al final logra lo contrario de lo que se perseguía: ahora ya no tenemos un gobierno rico y un pueblo pobre, ahora todos son pobres o están en vías de serlo.

Hay por supuesto soluciones más radicales y más duraderas, en particular si pensamos en el problema desde abajo hacia arriba y no al revés. En primer lugar, y creo que hay un amplio consenso en ello, hay que llevar el salario mínimo a valores aceptables, que permitan vivir con dignidad. El siguiente punto, que sería posiblemente más polémico, es que los salarios máximos estén topados en términos de un múltiplo del salario mínimo. Sé que en algunos países europeos esto se hace o se hizo en el pasado. Finalmente, con o sin tope para los máximos, sería útil considerar otras opciones para aumentar los salarios anualmente que no sea la de aplicar un porcentaje igual. Con la nómina del Municipio de Guanajuato se hizo el siguiente ejercicio hace un año: se calculó la cantidad que se requería para aumentar un 4% a toda la nómina, pero la cantidad resultante se dividió entre el número de trabajadores, de manera que a cada uno le tocara la misma cantidad. El resultado era que cerca del 70% de los trabajadores recibían un aumento real superior al 4%, con lo que el abanico de salarios se mantenía constante, en lugar de crecer, pero mejoraban los salarios medios y bajos.

Al final la medida no se implementó porque se atravesaron otros problemas relacionados con el salario que también habría que estudiar y eventualmente resolver, como es su composición. En los hechos los salarios se componen de un monto base, que sirve para el cálculo de las jubilaciones y pensiones, y una serie variable de prestaciones, como despensa o ayuda familiar que a veces varían de un nivel a otro, de un empleo a otro, y que a fin de cuentas, desde mi punto de vista, históricamente solo han servido o para intentar evadir impuestos o para abaratar el costo de la mano de obra. Puedo estar equivocado, no es mi área, pero hasta ahora no he encontrado otra explicación. Esto, pienso, también habría que simplificarlo y hacerlo más justo para el asalariado.

Por último podríamos hacer algo como una especie de reflexión “meta salarial” ¿Por qué o para qué se necesita el salario en primera instancia? Obviamente para obtener satisfactores. En la medida en que muchas de nuestras necesidades como puede ser la educación, la salud o la seguridad no están debidamente satisfechas por el estado que representa a la sociedad en su conjunto es necesario para los individuos recurrir a servicios privados que son más onerosos y que causan a su vez la necesidad de ganar más. Pero esto es por supuesto una discusión diferente.

En suma, la consigna de bajar los sueldos puede haber sido buena para una campaña electoral, pero eso ya se terminó, un gobierno que aspire a resolver problemas reales y de forma duradera debería atacar el asunto de los sueldos con otra óptica, más realista.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO