Durante muchos años en México se ha luchado porque que cada vez más personas participen en la toma de decisiones. La organización y la participación ciudadana ha sido una de las claves principales para ello. Se busca que cada vez más individuos salgan a votar, se organicen en grupos para defender sus intereses o formen asociaciones civiles para representar gremios, por ejemplo.
La democracia del país basa su principio de participación en que el mayor número de personas se informen y hagan valer su opinión a través de los diferentes mecanismos que existen para ello. La toma de decisiones informada es una de las características que más necesitamos para avanzar más rápido de lo que lo hemos hecho hasta ahora.
El federalismo es un sistema de gobierno que básicamente se basa en dividir el territorio nacional en unidades más pequeñas (Estados y municipios) que son parcialmente autónomos. Tienen su propio gobierno y forma de organización, pero forman parte de un territorio mayor y están coordinados con el gobierno federal, también llamado gobierno central. El objetivo principal del federalismo es generar políticas públicas, programas y proyectos regionalizados, enfocados a resolver las principales necesidades de la población. La información debe fluir de la unidad más pequeña, los municipios, a la más grande, la federación. El concepto es fácil: el gobierno que, por su naturaleza, es el más cercano a la gente es el municipal y es el que tiene más la sensibilidad de las necesidades de cada colonia.
Hoy, el partido en el poder federal quiere retroceder al pasado, regresar a los años en los que el gobierno federal tomaba todas las decisiones. Echando por la borda décadas de esfuerzo para que las decisiones se tomaran de manera conjunta con los estados y municipios, de tal manera que en coordinación los tres órdenes de gobierno atendieran de mejor manera a la sociedad en general. La tarea es complicada, pues es mucha la necesidad y siempre serán pocos los recursos. Pero si seguimos con esta política de darle a la gente el pescado sin enseñarle a pescar, cada vez tendremos más pobreza y gente esperanzada en los apoyos del gobierno solamente.
El centralismo se asoma nuevamente. Con el argumento de que no hay intermediarios y que los apoyos llegan directo a la gente, se pierden años de avance en participación de la sociedad, pues no solo es al gobierno estatal y municipal al que se “brincan”, es también a la sociedad civil organizada a la que desdeñan. No es conveniente que todo el poder recaiga en una sola persona. El diseño de políticas públicas, sin tomar en cuenta a los gobiernos estatales y municipales, es un gran error. Ver el bosque dejando de ver los árboles no nos hace más estratégicos como país. El “sentir” de cada árbol, siguiendo la analogía, es diferente dependiendo de muchos factores que no se ven a simple vista. Hay que estar en el camino día a día, respetar las instituciones y fortalecer el trabajo de los estados y municipios. Paradójicamente, el centralismo no une en torno a una figura central, genera desunión y causa problemas. Separa y divide, pues la realidad no es universal y se pierde una fuerza importante de generación de información y conocimiento: la participación plural de la sociedad.
No dejemos que el centralismo crezca. Es un mal que en el mediano y largo plazo traerá consecuencias que nos dejarán en desventaja, reducirá la competitividad y el desarrollo.
Trabajemos más por el fortalecimiento de las instituciones, más por que la sociedad en general participe en la creación de políticas públicas, no los convirtamos en solo receptores sin el compromiso de aportar, crear y compartir. Es un gran reto que tenemos y en el cuál debemos trabajar más. ¡Manos a la obra!
