El 30 de julio de cada año fue adoptada por las Naciones Unidas como una fecha para recordar que tenemos un flagelo enorme en el mundo cuando hablamos de la trata de personas.
Conmemorar no es lo mismo a festejar. La idea de que la ONU institucionalice días para temas complicados como éste, no es para festejarlos como muchas veces se piensa, por el contrario, obedece a la necesidad de sensibilizar y crear conciencia sobre una problemática social que se vive en el mundo y de esta forma tratar de incidir sobre los gobiernos e implementar medidas que ayuden a combatirlo.
El problema cobra otra dimensión cuando sabemos de acuerdo de estudios de las Naciones Unidas que sólo el 30 % de las víctimas son hombres y el 70% mujeres y niños.
Son explotados con numerosos propósitos, incluidos el trabajo forzoso y la explotación sexual. La ONU estima que cerca de 225.000 personas son víctimas de la trata en el mundo.
Es un tema global y que necesita soluciones igualmente globales. Todos los países están afectados de cierta forma por la trata, ya sea como país de origen, tránsito o destino de las víctimas. Los traficantes todavía siguen amenazando principalmente a mujeres y niñas.
La definición que da la ONU en el Protocolo y en la Convención de Palermo es: “la acción de captar, transportar, trasladar, acoger o recibir personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra con fines de explotación”.
Los objetivos incluyen prostitución, explotación sexual, trabajos forzados, esclavitud, retirada de órganos y prácticas semejantes.
El tráfico de inmigrantes también es una forma de trata de seres humanos.
Estos terribles actos se sostienen en tres personajes tan inmorales como deleznables: el que realiza la trata, el que se beneficia de ella y las autoridades que lo permiten, a sabiendas de lo que está sucediendo.
La práctica delictiva tiene muchos métodos en este tema. Uno de ellos es cuando las organizaciones Criminales atraen a mujeres jóvenes, adolescentes y a veces niñas en el extranjero hacia las cadenas de la prostitución. Lo hacen mediante engaños y anuncios. Luego las ponen en catálogos y ofertan en ellos a las víctimas. Mediante coacción evitan que las ellas puedan salir de este círculo. Una vez adentro es muy muy complicado para ellas poder salir.
Una vez esclavizadas, con frecuencia son violentadas antes de ser comercializadas y normalmente trabajan hasta 18 horas al día.
Según datos de las Naciones Unidas, actualmente el tráfico de mujeres es una violencia que se basa en el género contra éstas y contra los derechos humanos, pues las víctimas son tratadas como un objeto y vendidas en el mercado del sexo para la explotación sexual.
La trata de personas se ha convertido en el tercer negocio más lucrativo en el mundo tras el tráfico de drogas y de armas. La cantidad de dinero e intereses que se mueven en torno a la trata es una barbaridad y necesariamente se requiere de autoridades corruptas que lo permitan.
Es por ello, que es muy complicado su combate, pues en primera línea están inmiscuidas las autoridades. Un Estado fuerte debe resguardar el orden y garantizar los derechos de sus ciudadanos. Debe actuar con seriedad y elaborar políticas públicas que garanticen medidas claras y puntuales que eviten adecuadas que lleven a garantizar los derechos de los ciudadanos que representa y particularmente de las mujeres que continúan siendo explotadas, engañadas, violadas y obligadas a prostituirse por los traficantes que las compran, venden y explotan.
