Stephen King ha revivido el interés de los estudios, y yo nunca me voy a quejar de eso, al contrario: mi niño interno, aquel que era un gusano de biblioteca, está que explota de la emoción, y es que llevamos una década sin una buena adaptación del hombre que tiene por fetiche a Maine. La niebla (Frank Darabont, 2007) fue la última gran adaptación de King en formato de película y a partir de entonces hubo un mar de mediocridades y proyectos que siguen en “development hell” (te estoy viendo, La danza de la muerte).
Este año hemos tenido la llegada absurda de La Torre Oscura cuando NADIE quería hacerla, y el impacto sorpresivo de Eso (Andy Muschietti) en taquilla, pero de entre las sombras se estuvo cosechando un proyecto en secreto: la adaptación de El Juego de Gerald. Si bien es una obra desconocida de entre todas las de Stephen King y ciertamente no es de las más agraciadas para sus fanáticos, lo que me llamaba la atención fue la selección del director para el proyecto, uno que lleva años sorprendiendo por su capacidad dentro del género de horror que ve llegar a muchos jóvenes con esperanza, pero que no pasan de una excelente ópera prima.
Su nombre es Mike Flanagan.
Flanagan ha tenido una carrera excepcional. Para el público no consciente, fue el tipo que dirigió Ouija 2, mejor conocida como la superior secuela de una aberración fílmica y que no tenía mucha justificación de existir, pero que con la gente adecuada lo que se logró fue una entretenida película de horror y de muy bajo presupuesto.
Por eso quería ver su nuevo trabajo y me complace anunciarles que Flanagan sigue siendo un director capaz de crear diamantes con puro lodo, porque el condenado tipo no sólo ha logrado la mejor adaptación de la obra de Stephen King del año (hasta ahora), El Juego de Gerald entra en el terreno de las mejores adaptaciones del autor de todos los tiempos… sí, en ese terreno con Carrie y El resplandor.
Flanagan escribe, dirige y edita la película, y entiende a la perfección el acercamiento de la obra original. El Juego de Gerald es una exploración hacia la insatisfacción del humano y lo hace en un sentido propositivo, porque su personaje favorito tiene una catarsis en donde se libra de sus propios demonios internos.
Uno que otro cambio en la adaptación logra que esta exploración de “esqueletos en el closet” sea más lograda y de parte de un guión muy humilde y simple, porque es ver a su personaje principal hablar consigo mismo, y las representaciones mentales que ella produce. No explota en total creatividad con esto del juego mental porque no necesita engañar a la audiencia, pone de frente el tema y es uno que no solemos contemplar como principal sobre todo en la obra de King: el abuso sexual.
Es incómodo de ver pero no se va en el terreno de lo grotesco, sino que se da tiempo de tomarlo de manera realista y mostrando las razones por las que usualmente la víctima termina eliminando el asunto de su cabeza. Todo esto no lo podría lograr sin grandes actuaciones y Flanagan resulta que también tiene gran cuidado en ese aspecto.
Carla Gugino da la actuación de su carrera. Una actriz a la que no se le había dado la oportunidad de brillar y sólo ser la chica atractiva de cualquier proyecto. Gugino queda a la perfección como una esposa trofeo insatisfecha, la edad que posee le da más peso a la idea de que viva de manera reprimida y sin tener que buscar conflicto por su temor a enfrentar situaciones. Su Jessie Burlingame se topa con la situación de sobrevivir y de pensar en el cómo y en el porqué de sus miedos, ahí mientras vemos a Gugino sufrir y verse despojada de su belleza en el maquillaje corrido y los intentos fútiles de escapar, su mente genera otra Gugino en control y seria que simula ser su lógica.

No tiene las cosas fáciles por Gerald que con Bruce Greenwood alcanza niveles insoportables y patéticos satisfactorios. En la novela Gerald raya más en la caricatura –seamos honestos, King es muy raro cuando escribe de sexo- pero el Gerald fílmico es un hombre que termina en lo que termina por culpa de su esposa y su incapacidad de decidir firmemente qué quiere, es un hombre incapaz de recibir las señales de su esposa y sólo encuentra vigor sexual en una situación que raya en el abuso y no en la dominación como él espera.
El Juego de Gerald es una gran película, es de esas joyas que ofrece Netflix y que no tendrá el impacto que merece ni los reconocimientos que merecen todos los participantes. Flanagan y su equipo llevan a la audiencia a un viaje perturbador, gracioso, y en un momento más grotesco que todo lo que hayas visto en el año.
Stephen King puede estar en paz este año, se le ha hecho justicia y se le adjudica la mejor película de terror del 2017.