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jueves, abril 25, 2024

El origen del terror en Amityville

Hacer una película no es fácil: muchos sabemos eso, es por ello que cada que aparece un proyecto independiente un instinto de apoyo surge en el espectador que entiende las complicaciones de presentar un proyecto de esta calaña. Y sí, es algo necesario el apoyar a los independientes para que la industria crezca… pero eso no es sinónimo de que siempre te vaya a gustar su material.

No tengo corazón frío y percibo la dificultad que va a tener una película que no cuenta con un estudio notorio en su póster, que además va a competir con el inminente “cine de verano” que ya devoró a la primavera. Y en donde percibo más esto es en cine de terror.

¿Por qué es el primero en que se piensa hacer cuando uno quiere hacer una película? Surgen muchas posibles respuestas, como el fanatismo del nuevo realizador, por ser un género muy didáctico y que esta idea genera una mentalidad de que es fácil de hacer. Lo cierto es que será muy didáctico por enseñarte a hacer cine en su forma pura, pero no por ello significa que sea una sopa instantánea.

Pienso esto al salir de “El Origen del terror en Amityville”, una película que de inmediato supe que “apestaría”, pero que de todas formas me expuse a ella para ver lo que presentaba, porque querido lector, a veces las fallas son el mejor ejemplo a no seguir y para entender la industria.

Primero lo primero: el título es una trampa. La película alude a la infame casa que ha sido fuente de inspiración para cientos de películas desde los años setenta y que fueron de gran éxito por lo menos en el país, los encargados de distribuir la película lo saben porque titularla así se presta al morbo de querer “saber el origen de Amityville”. Lo cierto es que no es una precuela, y la mención de la mentada casa embrujada es hacia el final.

Puntos menos por carecer de un tema disco compuesto por Lalo Schifrin

Es como si yo tuviese un pez dorado al que filmo durante una hora y media y hacia el final mencionara que se llama Tiburón y no por eso va a ser una precuela/reboot/lo que quieras de la obra de Spielberg.

Y es que hacen eso porque para empezar el producto en sí es atroz y viejo, porque The Unspoken –algo así como el mudo, creo que ahí está el hecho de que hayan cambiado el título- es una película de hace 2 años y no tengo idea de cómo llegó tan tarde y de quién haya decidido traerla.

Aquí hay una excelente clase sobre ritmo en tu película, del por qué es tan importante el primer minuto de tu obra porque si no te atrapa nunca lo va a hacer ni intentar durante el resto de la película. Un flashback en donde no se nos presenta nada visual para apoyarnos y más concerniente a darnos información a través de diálogos.

Y no olvidemos los jump scares… benditos, benditos jump scares.

Al carecer de una película interesante, lo que Sheldon Wilson y su equipo intentan hacer es asustar a la audiencia con cualquier cosa. ¿Una puerta? Anotado ¿un gato? Usémoslo dos veces ¿Un espectro que no se ve porque no tenemos presupuesto para por lo menos comprar manos peludas que sujeten algo? Claro, pero que salgan en armonía con un score que ya de antemano prepare a la audiencia de que el jump scare va a venir.

Es tan notorio el uso de este elemento que los conté y el hecho de que aparezcan 40 veces en tu película y que los percibas dice mucho de tu incapacidad como realizador para mantener suspenso y querer saltar a la audiencia esperando una reacción natural y proclamar que tu trabajo de verdad funcionó.

Es raro ver a Jodelle Fernand después de tantos años de no saber de ella, pero a diferencia de Jeliza Rose de Tideland y la dupla de Sharon/Alessa en la infravalorada Silent Hill, Fernand es monótona, como todo el cast. Su personaje de Angela no tiene motivos totalmente esclarecidos del por qué hace las cosas, no reacciona de manera natural y tiene un hilarante momento lésbico que la película repite en dos ocasiones (hey, funcionó con el gato).

¿Qué demonios es ese momento lésbico que no lleva a nada?

Los demás no vale la pena siquiera mencionarlos, son todo parte de clichés tradicionales que aquí mezclaron y que se siente la disparidad. Niños mudos malvados, rednecks que adoran ser bullies, una madre que desde su primera aparición se ve como la malvada del filme.

No hay nada… salvo una escena gore y que la película tiene como clavo mal puesto en la pared porque nunca volvemos a ese tipo de violencia en la película.

The Unspoken –me niego a decir el otro título- es una falla increíble, deja más dudas en cómo se eligen las películas que llegan a nuestro país tomando en cuenta de que la sala estaba muerta y esa suele ser la justificación a la hora de traer clásicos o películas de autor y es el ejemplo perfecto de que por desgracia… por desgracia no todo mundo puede hacer cine. No sirve ni en el concepto de “tan mala que es buena”, es simple, con toda honestidad, y sin escrúpulos: mala.

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