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jueves, marzo 28, 2024

El populismo de tu camión

Los camiones de cuatro rutas del transporte público de la CDMX, desde el viernes pasado, sin contar con los permisos adecuados y en violación al reglamento del transporte de la ciudad, traen pintados espectaculares de una serie que, se lee, “próximamente” se podrá ver en pantalla, quizás en NetFlix o Cinépolis, y que se llama “Populismo en América Latina”. La primera figura que destaca es la de Andrés Manuel López Obrador, candidato puntero a la presidencia de México por la coalición Juntos haremos historia, y le siguen Hugo Chávez, presidente de Venezuela entre 1999 y 2013, año de su fallecimiento, Luis Ignacio Lula da Silva, presidente de Brasil de 2002 a 2010, y finalmente Juan Domingo Perón, presidente de Argentina de 1946 a 1955 y en 1973-1974.

¿Qué tienen que ver entre sí estos personajes, más allá de su popularidad? Pues, todo y nada. Podemos encontrar semejanzas y diferencias entre ellos, pero también con muchos otros de épocas y tendencias políticas distintas. Es una mezcla llamativa y propagandística que, por sí sola, genera reacciones y emociones encontradas y tiene fines precisos: llamar la atención y denostar al candidato de Morena quien, además, no ha tenido el cargo de presidente como los que aparecen a su lado en el manifiesto. Si bien es cierto que la asociación con Lula en la imagen podría ser incluso positiva para muchos votantes, así no sucede con la de Chávez, desde siempre utilizada en cualquier platillo como perejil por las derechas del mundo y de México para menospreciar a políticos y propuestas que, más bien, son populares y se ocupan de los que menos tienen como prioridad.

Además, el ex presidente Lula ha estado recientemente en las crónicas, así que tal vez no toda la gente que lo vea pintado sobre un camión lo recuerde por haber sacado de la pobreza entre 36 y 40 millones de brasileños, por ejemplo, y, más bien, lo relacione con el reciente show de su encarcelamiento (injusto), ordenado por presunta corrupción, mediante una sentencia política, conseguida prácticamente sin pruebas con el fin de sacarlo de la contienda electoral del próximo mes de octubre en la cual es favorito.

La élite brasileña le ha querido cobrar sus osadías “populistas” (dirían ellos) y ha completado el golpe contra Dilma de 2016 enjaulando a Lula y esperando poder reprimir, así, sus ideas y logros. La élite mexicana y el grupo de poder no son menos agresivos y burdos. Ya se había anunciado hace tiempo la emisión de una producción TV anti-Amlo, pero no sabemos todavía quién financió la serie “Populismo en América Latina”, producida por Javier García y la casa productora La División, e independientemente de su contenido, caben y son válidas algunas consideraciones sobre esta operación.

¿Qué es el concepto de populismo? No se puede agotar aquí (premisa). Su uso tiene mucha historia, se remonta al movimiento populista contra el autoritarismo y el burocratismo de los zares en la Rusia de finales del siglo XIX y, luego, al People’s Party fundado en 1891 en Estados Unidos. En América Latina, por ejemplo, se ha hablado de “populismo clásico” con referencia a las presidencias de Perón en Argentina, de Getulio Vargas en Brasil y de Lázaro Cárdenas en México, aun con sus diferencias históricas no secundarias. Puede significar “cercanía al pueblo y sus valores” o una lucha por la justicia social, pero ha sido reinventado muchas veces en la historia del siglo XX y, hoy en día, no hay un acuerdo firme entre los politólogos. El uso común, además, es distinto del que puedan proponer los expertos del tema. El concepto se ha vuelto instrumental, banalizándose de alguna manera en el uso común.

Nos explica mejor Lorenzo Meyer (comentario en Aristegui Noticias del 30/04/2018):

Todos los populismos son reacciones, a veces buenas, como en el caso de Lázaro Cárdenas que es el único populista que hubo en México, a gobiernos particularmente elitistas con un tipo de economía y sistema político extractivo que favorece mucho a las élites y todo el populismo es una reacción a algo que ya existe y que una parte de la población lo ve como dañino, es un resultado de una mala política que han hecho antes los que, aquí y ahora, en México acusan a Andrés Manuel de populista: él está reaccionando a un sistema muy corrupto, disfuncional, que no le sirve al grueso de la ciudadanía pero sirve a algunos muy bien, y está tan cargado de ilegitimidad que se tiene que defender de esa manera.

Entonces, ¿con qué intención se usa la palabra populismo o cómo la entendemos? El sentido en que muchos lo entienden es negativo y en esta acepción el nexo más inmediato es con los que algunos, a veces con desprecio, llamaron “gobiernos populistas” o “neopopulistas” (aunque en realidad se conocen más como “gobiernos progresistas”) de Sudamérica de la primera década y media del siglo XXI. Para citar sólo algunos ejemplos: los de Lula y Dilma Rousseff en Brasil, de Néstor Krichner y Cristina Fernández en Argentina, de Bachelet en Chile, de Lugo en Paraguay, de Evo Morales en Bolivia, de Correa en Ecuador o de Chávez en Venezuela. Sin duda, luchadores por la justicia social que, aun con sus altibajos y sombras, legaron grandes resultados en la reducción de pobreza y desigualdad y el empoderamiento de los sectores populares. Con las palabras del historiador Lorenzo Meyer:

Los que están defendiendo el statu quo lanzan esta campaña sobre populismo que es un concepto complejo, interesante, que sugiere ciertos problemas profundos… pero como lo van a usar aquí es parte de la guerra sucia, no es otra cosa. Trastocar un concepto, lanzarlo sin definirlo, pero que implícitamente se pone como pésimo, horrible, malísismo, casi satánico.

Es más populista, en realidad, en el sentido de demagógico, difundir durante una campaña electoral un poster en que aparecen cuatro personajes, extrapolados de su contexto histórico, social y político, para crear una asociación ficticia con base en imágenes y, por ende, tratar de manipular la opinión pública.

Es lo mismo que se hizo en 2006 con la insulsa campaña que rezaba “AMLO, un peligro para México”, en la que se usaban imágenes del presidente venezolano Hugo Chávez para vincularlo con el entonces candidato del PRD a la presidencia y tacharlo de populista (en el sentido negativo, claro está). Hoy en día Chávez, como icono y para ser manipulado por las derechas, ya no está, pero PRI, PAN y sus satélites hablan en la misma tónica, sin aclarar más a que se refieren exactamente, de un México que podría llegar a ser como Venezuela, de ganar López Obrador. El subtítulo del episodio dedicado al político mexicano es “El redentor furioso”, lo cual no deja duda respecto de la intención denigratoria del video.

Me pregunto, pensativo, quiénes han sido de verdad un peligro, concreto y sangriento, para México en estos últimos 10 o 15 años. ¿Qué más tiene que pasar después de 250 mil homicidios dolosos, 36 mil desaparecidos, 360 mil desplazados forzados, una economía menguante con crecientes desigualdades (sociales, económicas, étnicas, de género, etc…) desde hace más de 3 décadas y la militarización que nos trajo un estado de excepción (y muerte) permanente? Las administraciones del PRI, PAN y recién el PRD nos han llevado a una guerra civil, disfrazada de guerra al narco, la cual usan como excusa para atacar a los movimientos sociales, con 29 mil muertos al año, el despojo de tierras y recursos, la represión violenta y extrajudicial de los opositores y de cualquiera que se cruce por allí. ¿Tanto se han normalizado el agravio, la violencia física, la económica en contra de la mayoría, la ideológica y la simbólica en contra de la población que no se puede ver que el peligro nos ha estado rodeando y golpeando desde que la alternancia política trajo consigo la ilusión de la transición a la democracia y la hegemonía de un par de partidos en lugar de uno? Y, hablando de redentores, no olvidemos que fue Felipe Calderón, quien hoy se presenta como walking dead candidato a la presidencia, reencarnado en su privilegiada esposa Margarita Zavala, el presidente que usó una retórica belicista y mesiánica para “liberarnos del mal”, de ese narco y esas drogas que hoy son negocios aún más pujantes y se aliaron, por concesión de Fox, Calderón y Peña, a poderes privados y públicos para controlar rentas y recursos a lo largo y ancho de México.

Además de que Chávez, Perón y Lula ya han estado en la presidencia de sus respectivos países y AMLO no lo ha hecho, también llama la atención que el candidato de Morena esté en primer plano, ya con su banda presidencial tricolor, así como la tendenciosa creación de un vínculo entre los cuatro, inclusive con Perón. En particular, justamente a lado de Andrés Manuel y en segundo lugar se encuentra el más conocido y “temido” de todos, Hugo Chávez. No pudieron haber encontrado una manera más clara de reproducir, con la excusa de que se trata de una serie, la misma campaña de desprestigio y falsedades de la campaña del 2006.

Esto es independiente de quien esté detrás de la serie, evidentemente el efecto es el mismo y se suma a la construcción de estigmas y mentiras de los candidatos Anaya, Meade, Zavala y Bronco, quienes representan y desean la continuidad total del modelo socioeconómico neoliberal y excluyente, del estado de excepción militar y policíaca basado en la violencia y de la guerra civil que tenemos, lo cual finalmente favorece los intereses de un grupo restringido dentro de la sociedad mexicana.  Reporta El financiero:

En su página de internet,La División’ específica que realizan películas cortas, largas y de ficción, y documentales para televisión. En el sitio se menciona que Javier García y Olga de Orellana son los productores ejecutivos de la empresa, mientras que Enelio Farina es uno de los directores que trabaja en la misma. Otros directores enlistados por ‘La División’ son Gustavo Garzón, Pilar Zapata, Alejandro Guzmán, Alex Toledo y Reydecel.

Como ejemplo de lo que puede significar populismo, baste recordar el “choque de visiones” entre el ex mandatario estadounidense Obama, que lo entiende como justicia social, y Peña Nieto, que lo ve como sinónimo de demagogia, en 2016, como reportaba  Animal Político:

El presidente de México, Enrique Peña Nieto, advirtió en Canadá sobre los riesgos de actores políticos que asumen posiciones “populistas”, y en la misma conferencia el mandatario estadounidense, Barack Obama, dijo que hay que ser cuidadosos al utilizar esa etiqueta, porque de acuerdo con la idea que él tiene de ese concepto solo debe aplicarse a quien lucha por la justicia social, y él mismo podría ser un populista. En Ottawa, Canadá, en el cierre de la Cumbre de Líderes de América del Norte el pasado 29 de junio, Peña Nieto y Obama expusieron cómo entiende cada uno el término de “populismo”, partiendo del contexto en que se desenvuelve cada uno de ellos, tanto en el aspecto político e incluso en cuanto a la utilización del lenguaje.

Ahora que lo tenemos pintado hasta en los camiones, puede ser un buen momento para reflexionar sobre el populismo y distinguir entre quienes durante décadas han hecho el mero interés de pocos, aumentando las desigualdades, simulando trabajar por el bien de todos y todas y sumándonos en un conflicto armado interno sin fin, y quienes proponen cambios, ajustes, discusiones, alternativas o, por lo menos, alguna perspectiva de futuro distinta de la economía neoliberal de guerra, dependiente e individualista, en la que vivimos.

 

Fabrizio Lorusso
Fabrizio Lorusso
Periodista freelance, profesor e investigador en la Universidad Ibero León. Autor de los libros "NarcoGuerra", "Santa Muerte", "Messico Invisibile" y "La fame di Haiti". Contacto: @FabrizioLorusso – https://lamericalatina.net/

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