Por: José Luis Valdés*
El Oratorio de San Felipe Neri, conocido popularmente como el templo de la Compañía en la ciudad de Guanajuato, tiene en sí una historia por demás interesante, cuenta con miles de relatos desde el inicio de su construcción, algunos de ellos dramáticos.
Desde la injerencia de personas con poder, con mucho poder, eclesiástico, económico y político. Hasta de gente sin poder, pero sí con raciocinio.
Fue esto precisamente lo primero, que condujo a una deficiente construcción, que culminó en el colapso de su cúpula original.
La que hoy conocemos es la segunda y al parecer, padece del mismo síndrome, con una alta probabilidad de sufrir el mismo desenlace que su predecesora.
Refiriéndome al inicio del presente, un alto jerarca clerical, familiar de los dueños de la mina de Rayas, se entrometía en los trabajos especializados del constructor. A tal grado, que al ver sus constantes y autoritarias impertinencias, se vio obligado a renunciar, para que la responsabilidad la asumiera, quien había sido responsable[i] de las mismas.
Y bueno, sucedió lo que tenía que suceder. Se relata en las Efemérides de Lucio Marmolejo, “el día miércoles 24 de Febrero de 1808 a las 11:45 a.m. colapsó la Cúpula”.
Manifestándose las consecuencias de la soberbia de la gente con poder, pero sin la sabiduría requerida por esta actividad constructiva, que por su naturaleza, requiere más aún, de personal altamente calificado.
Creo que en nuestro país, una de las más viejas tradiciones es: Creer (que no pensar), que el puesto político que se obtiene, trajera consigo como premio dentro de una bolsita, el conocimiento. Nada más alejada esa premisa socio cultural, de la realidad.
Es de todos conocido que, al señor o señora encumbrada, se les fortalece esa idea, llegando a asumirla presuntuosa y plácidamente. Si bien no todos, quasi todos.
Cuando “el señor” pregunta, ¿qué hora es? El lambiscón en turno melosamente contesta, las que usted guste señor. (…) En un superlativo desplante, de Indignante servilismo. Y esto que podría tomarse como un chiste de mal gusto. En la praxis, ha causado garrafales equivocaciones, de graves consecuencias.
Para objetivar esto de mejor manera, válgase una analogía. Un individuo que de pronto, se le presenta un paciente, al que le urge una operación a corazón abierto y por cuestión de minutos depende su vida. Pero da la casualidad que la persona de una incuestionable buena fe, sólo cuenta con esta. Pero sin idea mínima de cirugía, ni siquiera de primeros auxilios. ¿Qué sucedería…?
Que va a matar al pobre infeliz, con todo y su buena voluntad. Las decisiones no sólo dependen de buena voluntad, se requiere del conocimiento y por supuesto, la voluntad fundamentada en estos, es de un valor incuestionable.
“No es tan importante que otros sepan de nuestros conocimientos.
Más vale tenerlos”.
Confucio
Quiero que adicionalmente a las palabras que pueda un servidor verter, en este espléndido espacio, con todo lo que me pudiera explayar e intentar buscar la mejor elocuencia posible. Quizá no lograría ni con mucho, evidenciar, lo que las imágenes en las que me apoyaré, les dirán.
Que sean el catalizador o detonador del entendimiento y sensibilidad, de quienes ostentan el poder de decidir.
No por mí, por lo grave per se.
“Si al examinarme a mí mismo veo que tengo razón, aunque mis adversarios fuesen mil o diez mil, yo marcharía contra ellos”.
Lao Tsé
Luego de observar estas imágenes. Considero que nadie en su sano juicio, podría aseverar que, el estado en que se encuentran arcos y columnas que soportan la Cúpula, estén en óptimas condiciones.
Las vemos llenas de fracturas y de grotescos parches, que se dice de algunos de estos, a manera de “testigos”. Como para evidenciar que ya no hay movimiento. (…)
Estas imágenes me parecen irónicamente, “milagrosas”. Porque dado el estado en que se encuentran estos arcos torales, aún soportan “de milagro” la cúpula. Como si aún se nos estuviera dando… oportunidad.
Todo lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, tiene consecuencias.
“No es tan importante tomar decisiones, lo verdaderamente importantes es, estar consciente de sus consecuencias y de responder por ellas”.
Jlvaldés
Atentamente, José Luis Valdés
[i] Hasta donde se sabe.
No tuvo consecuencias el susodicho jerarca.
Todo apunta a que fue,
otra más de nuestras “tradiciones”.
José Luis Valdés es ingeniero de Minas y de Plantas de Beneficio, con diplomados en: Geohidrología, Edafología y el Medio Ambiente, y Derecho Ambiental. Ha organizado tres empresas mineras. Dos, para la explotación y beneficio de minerales no metálicos y una, para la extracción y beneficio de minerales de oro y plata. Ha diseñado mecanismos y máquinas. Así como desarrollado metodologías, entre otras. Para la prevención y vigilancia de presas de jales y presas de lamas.
Correo Electrónico: jlvaldes49@yahoo.com.mx