Más de 83 millones de mexicanos están convocados a elegir por medio del voto, el domingo 7 de junio, a 500 diputados federales, 9 gobernadores, 641 diputados locales, 993 alcaldías en 17 entidades y 16 jefaturas delegacionales en el Distrito Federal.
Es una elección intermedia en el que señalan cifras históricas que la participación es menor del 50% de la lista nominal de electores, se calcula que el abstencionismo crecerá y que el voto nulo será un fenómeno político-electoral que determinara esta elección.
Ahora, se premia al personaje que es hábil y diestro haciendo negocios con el voto que quien es mejor demócrata; por lo que, algunas candidaturas ya están negociadas.
Por lo mismo, las campañas electorales en México son batallas de larga duración, a pesar de ser cortas no cuentan con la precampaña que inicio desde enero con millones de spots publicitarios y propagandísticos; en el que existe el libre mercado en la compra del voto y la venta de puestos de elección popular.
A esta realidad política nos ha llevado el neoconservadurismo que existe en México, llamado neoliberalismo, que va más allá de la normatividad y la legalidad. Este neoconservadurismo como ideología política hace vulnerable a la democracia mexicana.
Un claro y contundente ejemplo de esta realidad política mexicana, es la actitud de los dirigentes del PVEM que violan la normatividad y se burlan de las multas impuestas; la estrategia es manipular al ciudadano con millones de spots en radio y televisión; esto es más importante que respetar la propia constitución que les da vida institucional y política; y los problemas que tiene el dirigente nacional del Partido Encuentro Social.
De aquí que, los dirigentes de los partidos políticos olvidan principios institucionales y constitucionales para convertir a los partidos políticos en empresas privadas.
Sentencia el artículo 41 de la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos: “Los partidos políticos son entidades de interés público”.
Ya la sociedad no existe y la individualidad está siendo eliminada, predominando el libre mercado que está fortaleciendo nuevos esquemas de representación, denigrando y degradando la política.
Advierte el Artículo 40 de la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática…”
Los dirigentes de los partidos políticos y los consejeros electorales no fomentan la cultura democrática ni fortalecen la cultura ciudadana.
Señala el artículo 41 constitucional: “Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática…”
Los consejeros electorales solo son mercaderes que viven del Instituto Nacional Electoral. Así actúan algunos servidores de los dirigentes de los partidos políticos que trabajan en el Instituto Nacional Electoral, al mal interpretar el artículo 7, fracción VII, de la Ley General en Materia de Delitos Electorales, y no pueden hacer llamados de actuar conforme a la ley si los consejeros electorales no cumplen los principios constitucionales.
Por ello, señalan los expertos que el voto nulo puede mejorar la democracia mexicana; es una fuerza de presión a la clase política gobernante. El voto nulo es participación ciudadana y hace uso democráticamente éste derecho el ciudadano mexicano.
El voto nulo es porque no hay partido por quien votar. Por supuesto los que están en contra de esta alternativa democrática son los dirigentes y representantes de los partidos políticos y los que viven de ellos, son los que están molestos y defienden sus privilegios.
El voto significa en la actual realidad política: crecimiento económico y desarrollo político en los dirigentes de los partidos políticos; tendrán problemas si no obtienen más de un millón y medio de votos. Saben los dirigentes de los partidos políticos que el voto no solo es un puñado de pesos para un pueblo hambriento, significa acceso al poder, legitimar al acceso al poder, para coartar las libertades de los individuos.
El problema no es si el PRI gana los 251 curules, sino el vació de legitimidad.
Por lo tanto, existen dirigentes en los partidos políticos incapaces de encarar los nuevos retos democráticos; los consejeros electorales federales y locales del Instituto Nacional Electoral no cumplen con los postulados constitucionales que le corresponden, debilitan y dañan la imagen de ésta institución electoral democrática.
El proceso electoral, cada proceso electoral solo pone en marcha la maquinaria electoral para generar legitimidad en cada voto, no es la democracia constitucional que señala el Artículo 3º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: “… considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.”
Aclaro, la crítica no es hacia los partidos políticos como “entidades de interés público”, ni al Instituto Nacional Electoral como institución democrática; la crítica es hacia los dirigentes de los partidos políticos y los consejeros electorales que son corruptos y antidemocráticos.
Ya no existe ideología ni principios éticos en los dirigentes de los partidos políticos y en los consejeros electorales; los partidos políticos como institución si tienen principios republicanos y democráticos.
También existe un problema político de género: la discriminación de hombres y de mujeres. Otro problema es el escenario político-electoral en Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Tamaulipas. ¿Están preparando ya elecciones extraordinarias? ¿Cuál será la recomposición electoral del PRD, Morena, Movimiento Ciudadano y PT? ¿Sobrevivirán? ¿Son útiles al sistema político?
¿Seguirá siendo útil el voto negociado? ¿El financiamiento privado está asociado a la influencia de los intereses particulares empresariales que inciden en el funcionamiento del gobierno?
