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miércoles, abril 24, 2024

Emoji: la película

Existe un ensayo de Neal Stephenson que antecede a nuestros tiempos; el ensayo trata el tema de los emoticones y del cómo Stephenson los considera un problema a la hora de comunicarse con los humanos porque los plantea como algo vulgar y en donde se pierde demasiada información, un concepto que degenera el lenguaje.

Stephenson tiempo después se retractaría del asunto, apenado a tal grado que el ensayo original –llamado Smiley’s People– no existe ni en su página web y es casi imposible de encontrar en línea. Pero si soy honesto con ustedes, concuerdo con el Stephenson del pasado.

Esa es una forma de comunicación alarmante. A partir de este párrafo voy a sonar como un predicador loco, pero… alguien tiene que decirlo:

Nadie me toma en serio cuando menciono los peligros de los memes y los emoticones. Estos peligros no son para que tengan un dudoso homenaje a través de La Rosa de Guadalupe, porque son problemas serios en cuando a nuestra sociedad y forma de interactuar. Estos dos conceptos dañan nuestra comunicación porque simplifica muchas veces el mensaje de tal forma que una persona deja de tener identidad y todo humor perteneciente o forma de interactuar se basa en memes… en la carita estúpida de :v que me deja pensando si la persona al hacer el comentario traza su mandíbula de manera grotesca en la vida real.

Sé que sueno como viejo extremista pero… en estos tiempos, en los que hay una película de los emoji ¿Estaré tan equivocado?

Emoji tiene una historia extraña sobre su génesis que habla mucho del cómo las productoras –Sony en específico- no tienen idea de lo que la gente quiere. Buscando una idea novedosa, pelearon por los derechos de los emojis involucrando grandes sumas de dinero y estas estúpidas batallas por obtener derechos no es raro, si hago memoria puedo recordar que estuvo en planes de producción una película del comercial del Darth Vader niño, los bebés con Walkie Talkies, el perro de Taco Bell y otras cosas que mientras más piensas más nauseas te dan, sobre todo si eres cineasta independiente y ves las cantidades de dinero que obtienen estas cosas.

Sony logró obtener los derechos y de inmediato se pusieron a trabajar, aunque por alguna razón mandaron el proyecto de Popeye con Gendy Tartakovsky –proyecto que llevaba 6 años en desarrollo- al carajo:

Queda este previo animado que no hace otra cosa más echarle sal a la herida.

 

La idea de Sony fue confiarse en este producto independiente de su calidad y miren, sé que en estos tiempos cualquier cosa puede tener una película y salir bien librada, pero eso te hace entender el por qué el cine como tal funciona, como diría una colega mío: todo se traduce en una buena historia detrás de todo el asunto y esto… no lo tiene.

A duras penas logra tener una narrativa, porque estamos frente a uno de los más escandalosos comerciales de nuestros tiempos.

Emoji: La película lejos de ser una crítica hacia nuestras vidas y formas de comunicación abraza conceptos como la poca capacidad de un joven para socializar de manera tradicional, porque los jóvenes son estúpidos y permanecen todo el maldito día en su celular incapaces de hablarle a una chica que está tan lejos como dos bancas de la escuela, el banderín del “feminismo” poco indagado las causas sociales, y la tan genérica historia de “sé tú mismo” y los abarrota de productos tecnológicos de nuestra vida diaria; los enaltece como esenciales para nuestra felicidad y todo en un guión que parece el hijo que salió de una orgía de Lego: La película (Phil Lord y Christopher Miller, 2014), Intensa-Mente (Pete Docter, 2015), Tron (Steven Lisberger, 1982) ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Robert Zemeckis, 1988) y Reboot (1994-2001), ideas que funcionaron por tener la cabeza centrada dentro de lo que se trataba de contar, adecuado al mensaje que trataban de generar, jamás con la intención principal de saborearse el product placement.

El cual trata a los íconos como personajes memorables y unos a los que la audiencia tendrá una conexión por usarlos frecuentemente… pero son emojis, no personajes, no tienen personalidad, no tienen carisma, no son memorables, no son distinguibles uno del otro.

Gene, nuestro héroe, no es más que un imbécil que no va de la mano con el concepto de los emoji, expreso más allá de la propia historia, y es que eso de “ser tú mismo” no aplica en un mundo en donde más personas… perdón… emojis, presentan más de una sola emoción, entonces ¿Por qué Gene está en lo incorrecto si otros expresan miedo? Su tediosa búsqueda raya además en lo imposible, porque en la mentada aventura del personaje en busca de su identidad, este termina sin cambios y matando a todo el mundo… claro, sin consecuencias, porque estamos frente a una película que no arriesga nada más que la decisión de hacer una película de emojis, su visión es de que somos animales que soltamos dinero por cualquier cosa brillante..

Y viene acompañado de dos secuaces IN FU MA BLES.

Una mano que tiene la labor de “carcajear al público” –no lo logra- y cuya única misión en esta vida es la de… ser famoso. Está en el olvido pero eso no le evita querer alterar el orden de la emojivida para volver a ser el más usado –pudiendo causar más muertes- y que a pesar de ser rechazado por todos, también se incluye en el rechazo de OTROS emojis que nadie usa pero vamos… nadie tiene el carisma suficiente para comer azúcar y bailar Just Dance.

El personaje es perfecto para ejemplificar lo agonizante que resulta verlo tratar de ser gracioso cuando el guión carece de alguna chispa de vida, lo gracioso es que fue escrito por 3 personas… 3 personas que no pueden generar un chiste exitoso.

Pero creo que el peor radica en el interés femenino de Emoji: La Película ¿A qué carajo quiere llegar este personaje? Es anti sistema y rechaza los clichés, pero se hace llamar Lady Hacker, viste un gorro oscuro y “edgy”, pelo pintado y suelta frases de cajón sobre el heteropatriarcado que no llevan a ninguna cosa porque EL PERSONAJE TERMINA ENAMORÁNDOSE DE UN ABURRIDO EMOJI PASADAS LAS HORAS DE AVENTURA… en pocas palabras: se vuelve un cliché andante… uno que LE HABLA AL AVE DE TWITTER PARA SALVAR A SU AMADO.

Yo sé que no debo esperar nada de un producto tan detestable como Emoji: La película, pero… es increíble ver cómo se puede ser tan inepto. Del cómo la animación nos ha entregado material que trata de defenderse dentro de otro medio, del cómo evoluciona y busca historias maduras o de entretenimiento, y hemos llegado peligrosamente a una película basada en algo tan vacío. Y lo peor del asunto, lo más recalcitrante, lo triste y lo que me hizo verla, es ver que la película tiene taquilla en nuestro país.

Todo lo adjudico a uno de los PEORES doblajes que he visto en mi vida. Podemos encontrar delicias como: el emoji de mierda teniendo voz de argentino, que el señor “meh” sea una copia de López Obrador –que alguien le haga llegar a su conocimiento sobre su homenaje- sino que está repleta de humor vulgar, que los personajes digan “wey” o vulgaridades del lenguaje, que la voz de Lady Hacker sea la misma voz que hizo a Estilo libre de Lego: la película, y que la mezcla de sonido sea dañada en el proceso, porque a duras penas escuchas el score de Patrick Doyle quien además, me resulta raro verlo componer un producto de tal calaña considerando que desde su batalla con el cáncer ha sido selectivo a la hora de elegir trabajos para musicalizar.

Pero esto por alguna razón conecta con el país que le está dando dinero pensando que es un producto para toda la familia y la verdad es que Emoji: La película es un desperdicio total. Sus intenciones son muy bajas y no buscan otra cosa más que la de volverse tan “al tiempo”, que desde el momento en el que se anunció se sintió vieja. Jamás pensé escribir esto en mi vida, pero Foodfight (Lawrence Kasanoff, 2012), aquella horrenda película con mascotas de productos diarios lo hizo mejor.

No vean esta cosa, mejor denle oportunidad a todas las que en cartelera ofrecen algo más honesto y entretenido.

 

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