Dentro de la cultura de la participación ciudadana en el ámbito electoral, el tema del voto diferenciado, o el voto razonado gana espacio entre el electorado. Algunos refieren al voto en “conciencia”, otros lo refieren como voto razonado o voto informado. Invitan al conocimiento de perfiles, plataformas, trayectorias e incluso intensiones postelectorales, pues muchas veces el discurso de campaña es diferente a la actuación pasado el proceso electoral.
El voto diferenciado, razonado, informado o en conciencia implica el ejercicio de la libertad que es una facultad que radica en el espíritu de la persona, espíritu en el que conviven la inteligencia y la voluntad. En la escala de los seres que pueblan el planeta Tierra, los seres humanos son los únicos seres capaces de tomar decisiones, de elegir; es decir, de actuar con libertad.
El ejercicio de la libertad es un asunto personal, es un asunto que admite consultas y consejos, pero finalmente sólo uno es quien decide. En las diferentes etapas de la vida la persona humana en forma cotidiana toma decisiones, elige; conforme la decisión conlleva un mayor grado de responsabilidad o compromiso se requiere el ejercicio responsable de hacerse de información, de tener los elementos de juicio necesarios para elegir.
La capacidad de elegir es tan importante que Dios mismo, que nos ha creado, respeta nuestra decisión; es decir, respeta nuestra libertad. Cada quien es libre de tomar sus propias decisiones y desde luego cargar con las correspondientes consecuencias.
En las democracias la práctica de la libertad y su respeto son fundamentales, de no ser así estaríamos frente a dictaduras, tiranías o demagogias; pero de ninguna manera en una democracia.
Las democracias maduras se caracterizan precisamente por el ejercicio de la libertad y respeto al voto emitido. A partir de que la “dictadura perfecta” -como diría Vargas Llosa refiriéndose a la democracia mexicana bajo el imperio del PRI- fue derrotada, el voto diferenciado o razonado se ha ido notando más. Las parcelas de poder cada vez son menos creíbles, la mentalidad del rebaño o del voto cautivo se identifica con visiones corporativistas de la política, propias de partidos totalitarios.
La participación libre de los ciudadanos en la vida democrática implica la evaluación, por parte de los electores, de candidatos, partidos y plataformas políticas; evaluación de la congruencia entre el discurso y la acción; evaluación de la congruencia entre doctrina de partido y oferta de gobierno. Evaluación, incluso, de las críticas, descalificaciones, denostaciones, etc.
Y sobre todo los ciudadanos debemos tener presente que nuestra participación en la vida democrática va más allá de la acción de votar.
Hasta la próxima.
