Es innegable que en los nuevos tiempos políticos de México, hay muchas personas que están en posiciones importantes de poder, que quisieran que nuestro país transite hacía un sistema de gobierno comunista. Ahí están las múltiples loas al régimen cubano y al venezolano, ahí están los discursos en los que se habla de llevar la Revolución Bolivariana a México, entre muchas más declaraciones que denotan una enorme ignorancia de lo que el marxismo representa.
Desconozco las razones por las cuales piensan que lo mejor para México sería un sistema comunista/marxista, siendo que las personas que lo exaltan se han beneficiado de un sistema económico de libre mercado. Además de que la evidencia es contundente en el sentido de que el Marxismo ha causado una miseria incalculable a decenas de millones de personas que se han visto obligadas a vivir bajo regímenes comunistas. Durante gran parte del siglo XX, el 40% de la humanidad sufrió hambrunas, campos de trabajo forzado, censura y otras formas de represión a manos de los autoproclamados marxistas. Ahí están también los casos de Cuba, Venezuela, Corea del Norte, naciones autoritarias que han fracasado en mejorar la vida de su población, pero que tienen una clase dirigente privilegiada y sumamente rica. Es por ello que el economista austriaco Ludwig von Mises (1881 – 1973) señala que “lo peor que le puede pasar a un socialista es que su país sea gobernado por socialistas que no sean sus amigos.” En esta entrega quiero compartir algunas ideas que aparecen en el ensayo “Marxismo y la manipulación del hombre” por parte de Mises, así como una serie de reflexiones por parte de Carl Bildt del Instituto Australiano de Políticas Públicas.
Hay que partir del hecho de que Carlos Marx consideraba la propiedad privada como la fuente de todo mal en las sociedades capitalistas emergentes de su época. En consecuencia, creía que solo aboliéndola se podrían curar las divisiones de clase de la sociedad y garantizar un futuro armonioso. Bajo el comunismo, su colaborador Friedrich Engels, afirmó más tarde, el estado mismo sería innecesario y “se marchitaría”. Estas afirmaciones no se hicieron como especulaciones, sino como afirmaciones científicas sobre lo que deparaba el futuro.
Las doctrinas filosóficas de Marx se hicieron populares porque la gente se familiarizó con algunos de sus términos, eslóganes, etc., aunque los usaban de manera diferente a como se usaban en el sistema de Karl Marx. Tal simplificación le sucede a muchas doctrinas. Por ejemplo, el darwinismo se hizo conocido como la teoría basada en la idea de que el hombre es nieto de un simio. Lo que queda de Nietzsche no es mucho más que su término “superhombre”, que más tarde adquirió popularidad en los Estados Unidos sin ninguna conexión con Nietzsche. Con respecto a Marx, la gente conoce sus términos, pero los usan con ignorancia, de manera descuidada y muy libremente.
Por supuesto que toda la basura y la teoría de la historia de Marx, así como el materialismo dialéctico, se ha demostrado errónea y peligrosa en prácticamente todos los aspectos. El gran filósofo del siglo XX, Karl Popper, uno de los críticos más fuertes de Marx, lo llamó acertadamente un “falso profeta”. Y, si se necesitaran más pruebas, los países que adoptaron el capitalismo en el siglo XX se convirtieron en sociedades democráticas, abiertas y prósperas. Por el contrario, cada régimen que ha rechazado el capitalismo en nombre del marxismo ha fallado, y no por coincidencia o como resultado de un desafortunado malentendido doctrinal por parte de los seguidores de Marx. Al abolir la propiedad privada y establecer el control estatal de la economía, uno no solo priva a la sociedad del espíritu empresarial necesario para impulsarla hacia adelante; uno también abolió la libertad misma. Sin libertad económica para producir y trabajar, las sociedades no pueden prosperar.
Debido a que el marxismo trata todas las contradicciones en la sociedad como el producto de una lucha de clases que desaparecerá cuando la propiedad privada lo haga, la falta de acuerdos después del establecimiento del comunismo es imposible. Por definición, cualquier desafío al nuevo orden debe ser un remanente ilegítimo del orden opresivo anterior y por eso terminan instaurándose regímenes peores. En este sentido, tenemos las palabras de Karl Kautsky, quien señaló “Si la naturaleza humana va en contra del socialismo, entonces se debe cambiar la naturaleza humana.”
Así, los regímenes marxistas han sido, de hecho, extensiones lógicas de sus doctrinas. Por supuesto, que Marx, quien murió 34 años antes de la Revolución Rusa, no fue responsable de los campos de trabajo forzado en Rusia, pero sus ideas claramente lo fueron.
En su estudio histórico de tres volúmenes titulado “Las principales corrientes del marxismo”, el filósofo polaco Leszek Kołakowski, quien se convirtió en uno de los principales críticos del marxismo después de haberlo abrazado en su juventud, señala que Marx no mostró casi ningún interés en las personas y sus necesidades particulares. “El marxismo toma poco o nada en cuenta al hecho de que las personas nacen y mueren, que son hombres y mujeres, jóvenes o viejos, sanos o enfermos”, escribe. Como tal, ‘El mal y el sufrimiento, a sus ojos, no tenían sentido excepto como instrumentos de liberación; eran hechos puramente sociales, no una parte esencial de la condición humana”.
La idea de Kołakowski ayuda a explicar por qué los regímenes que han abrazado la doctrina mecánica y determinista de Marx inevitablemente deben recurrir al totalitarismo cuando se enfrentan a la realidad de una sociedad compleja. No siempre han tenido éxito por completo; pero la historia nos muestra que los resultados siempre han sido trágicos.
Habrá quien ponga como ejemplo de éxito del comunismo el caso de China. Hasta su presidente, Xi Jinping considera el desarrollo económico de China en las últimas décadas como una “prueba de hierro” de la validez continua del marxismo. Pero, en todo caso, es exactamente al revés. Hay que recordar que fue la China del comunismo puro la que produjo la hambruna y el terror del “Gran Salto Adelante” y la “Revolución Cultural”. La decisión de Mao Tse Tung de privar a los agricultores de sus tierras y a los empresarios de sus empresas tuvo resultados predeciblemente desastrosos, y desde entonces el Partido Comunista de China (PCCh) ha abandonado ese enfoque doctrinario.
Bajo el sucesor de Mao, Deng Xiaoping, el PCCh lanzó la gran “apertura” económica de China. Después de 1978, comenzó a restaurar la propiedad privada y permitir el emprendimiento, y los resultados han sido espectaculares. Si algo está frenando el desarrollo de China hoy en día, son los restos del marxismo los que todavía son visibles en las empresas estatales ineficientes y la represión de la disidencia. El sistema centralizado de partido único de China es simplemente incompatible con una sociedad moderna y diversa.
El año pasado se cumplieron 200 años del nacimiento de Marx y sin duda es sabio reflexionar sobre su legado intelectual. Debemos tener los argumentos para que cuando alguien en una alta posición de gobierno o un compañero de trabajo o un familiar comiencen a exaltar el comunismo o las ideas marxistas/bolivarianas, podamos hacerlos ver su error. Y cierro con una frase del texto de Mises: “El hombre más poderoso del mundo es el hombre del que se han dicho y creído las más grandes mentiras”.