Hemos escuchado y leído infinidad de noticias en relación a la crisis de deuda que enfrentan naciones europeas como Grecia, Portugal, España e Italia. Y ahora en día escuchamos con más frecuencia que posiblemente España se convertirá en la nueva Grecia por los problemas fiscales que enfrentará si no logra contener su déficit en sus finanzas públicas.
El gobierno del presidente español Mariano Rajoy ha hecho grandes esfuerzos por recortar el gasto público y realizar reformas estructurales que le den oxígeno a una economía que ahora en día tiene en el desempleo al 23.4 por ciento de su población económicamente activa. Dicho gobierno recientemente enfrentó una huelga general en contra de la reforma laboral que abarata el despido y permite a los empresarios bajar los salarios. Y es que si no se realizan estas fuertes reformas España se hundirá más y más, ya que si no hay empleo pues no hay recaudación fiscal, y si no hay suficientes ingresos del gobierno, pues el déficit fiscal crecerá en lugar disminuir y los problemas españoles irán de mal en peor.
Cabe señalar que de acuerdo a cifras oficiales, la deuda española aumentará hasta representar el 79.8 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) en 2012, comparado con el 68.5 por ciento del año pasado. ¿Y porque está creciendo está proporción de deuda respecto al PIB? Pues precisamente por la razón de que al caer la actividad económica la recaudación fiscal disminuye, y es por ello que reformas como la laboral que acabo de comentar se vuelven indispensables.
¿Y qué tiene que ver todo lo dicho anteriormente con México? Pues mucho, en primer lugar podemos mencionar que el Fondo Monetario Internacional recientemente advirtió que si bien el sistema bancario de México es rentable, líquido, bien capitalizado y capaz de resistir severos choques externos; pero los vínculos estrechos que existen con los bancos españoles sí son un factor de riesgo que debe ser atendido.
Y es que la elevada concentración de los portafolios de préstamos en los siete mayores grupos financieros vulnera a los bancos de operación en México y los expone a un riesgo mayor de contagio de sus matrices. Hay que recordar que las filiales de los grandes bancos extranjeros tienen una participación de mercado importante dentro del sistema financiero mexicano y es por ello que existe un riesgo latente que debe ser supervisado. Para atender este punto en particular, el FMI ha recomendado mantener en México un esquema de asistencia de liquidez de emergencia.
El segundo aspecto en el que vale la pena reflexionar es en el relacionado a lo mucho que ha aumentado la deuda pública en México en los últimos años. Sorprende como naciones europeas y el propio Estados Unidos luchan para librarse del exceso de crédito en el que incurrieron sus gobiernos, y aquí en México seguimos la borrachera de crédito como si nunca se fuera a terminar el dinero barato.
Tenemos que en el caso mexicano, la deuda contratada por el gobierno federal ya alcanzó nuevos máximos históricos y se han elevado los pasivos colocados en el mercado interno y externo en una magnitud que los coloca actualmente en más del doble del registrado al inicio de la administración del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
De acuerdo a información oficial de la Secretaría de Hacienda, el saldo de la deuda neta del sector público federal, que incluye los pasivos contratados en el mercado interno entre los intermediarios financieros y los colocados en el exterior en moneda extranjera, llegó en febrero de este año a 4 billones 813 mil 770 millones de pesos. Esa cantidad superó en 142 por ciento a la registrada en diciembre de 2006, cuando se situó en un billón 985 mil 812.1 millones de pesos.
De esta manera hemos logrado que las deudas interna y externa sean ya equivalentes a 34 por ciento del producto interno bruto (PIB) de 2011, que fue de 14 billones 151 mil 600 millones de pesos.
Por último, en materia de finanzas públicas, vale la pena mencionar que el endeudamiento externo del sector público llegó en febrero de este año a 115 mil 870 millones de dólares, cantidad superior en 145.24 por ciento a la registrada al inicio de la actual administración, que fue de 47 mil 247 millones de dólares en diciembre de 2006.
Con todos estos datos pareciera que el gobierno federal no ha aprendido sobre las desagradables experiencias de crisis de deuda vividas por México en los ochentas, y tampoco ha aprendido de lo que están viviendo otras naciones. Parece que al tener una relación de deuda a PIB de 34 por ciento, aun estamos lejos de estar como España, pero la realidad es que el grado en el que se ha comprometido a futuras administraciones es impresionante.
Basta señalar que con un 1 por ciento en que aumente la tasa de interés promedio que paga el gobierno federal por su deuda, el pago por el servicio de ésta crecerá en $48 mil 130 millones de pesos adicionales. No me quiero imaginar que sucederá con las finanzas públicas de este país cuando se regularice la situación financiera internacional y volvamos a vivir en niveles de tasas de interés considerablemente más elevados que los actuales (al menos unos dos o tres puntos porcentuales por arriba del nivel actual).
¿Y de quién es culpa este desorden fiscal? Sin duda hay una gran responsabilidad en el Ejecutivo Federal, pero también tienen la culpa los legisladores que han aprobado año con año Presupuestos de Egresos que implican déficit en las finanzas públicas y por lo tanto un crecimiento exponencial de la deuda pública de nuestro país. Para ellos la recta ha sido sencilla, endeudarse más y más, mientras que se ha permitido un crecimiento explosivo en el gasto corriente improductivo en todos los órdenes de gobierno.
Director general GAEAP*
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