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miércoles, abril 24, 2024

México: el alumno más obediente

Ante la desaceleración económica a nivel global, que implica un crecimiento del Producto Interno Bruto mundial de apenas 3.5% en este año, hemos visto como el ritmo de crecimiento del comercio internacional se ha visto afectado, a tal grado que en 2012 éste creció apenas 2.5% y se espera que aumente un modesto 4.5% este año, nivel por debajo de su tendencia de largo plazo que ha sido de 5 a 6% anual durante los últimos 20 años.

Así, ante la ausencia de crecimiento en los mercados de exportación a nivel mundial, lo natural es que los países compitan entre sí para arrebatarse dichos mercados, y es en este tenor que muchos países han optado por relajar su política monetaria imprimiendo dinero con el fin de bajar sus tasas de interés de referencia y así depreciar sus monedas. Y es que la lógica dicta que en la medida en que una nación es capaz de abaratar su moneda respecto a las de sus principales socios comerciales, ésta obtendrá una ventaja competitiva que le permitirá vender sus productos a precios más bajos en los mercados globales, aumentando así sus exportaciones, empleo y producción.

Naciones como Estados Unidos, Corea y Brasil han sido activos en esta “guerra de divisas” consistente en depreciar su moneda; pero cabe señalar que algunas naciones no están de acuerdo con estas políticas (al menos en el discurso), y es por ello que hace un año en la reunión del G20 celebrada en México, que aglutina a las 20 economías más grandes del mundo, se acordó una “tregua” de manera que los países aceptaron renunciar a la manipulación de sus monedas con el fin de evitar ganar competitividad respecto a los demás.

Ya ha pasado tiempo desde que se tomó éste y otros acuerdos, y la realidad es que los compromisos no se han cumplido y seguimos observando un periodo en el cual los países ven ante todo por sus intereses particulares y no de grupo, lo cual es bastante lógico porque para un gobernante debe ser primero crear empleos y generar riqueza en su país antes de preocuparse por quedar bien con los demás países.

Para ilustrar el desorden imperante en la economía global, cabe recordar lo que el pasado 15 de febrero dijo el Gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, quien advirtió sobre la formación de “una tormenta perfecta” derivada de un exceso de liquidez que se ha traducido en flujos masivos de capitales hacía economías emergentes y avanzadas, lo cual se ve potenciado por el renovado optimismo a nivel mundial (al haberse resuelto temporalmente los problemas fiscales de Estados Unidos y haber mantenido a Grecia en la zona Euro). Lo anterior cobra aún más relevancia porque el G20 también ha fallado al no haber implementado mecanismos que reduzcan la volatilidad en los mercados financieros internacionales.

Carstens también advirtió que el exceso de liquidez a nivel mundial ha ocasionado el surgimiento de burbujas, que se caracteriza por manipulación de precios de activos (ejemplo la sobrevaluación del peso que actualmente vivimos) y por la posible reversión de los flujos financieros cuando las principales economías avanzadas comienzan salir de su actual política monetaria relajada; y en este sentido, el gobernador del Banxico hizo hincapié en que es fundamental para los países evitar el uso de políticas activas del tipo de cambio en la búsqueda de ventajas competitivas relativas (es decir, se pronunció en contra de la “guerra de divisas”).

En el mismo sentido de Carstens, el pasado jueves 28 de febrero el ex presidente Ernesto Zedillo, advirtió también que la falta de coordinación de las políticas económicas de los principales países hace que se mantengan los riesgos en un escenario de débil crecimiento mundial; y lamentó que el G20 no haya cumplido sus principales compromisos.

Concretamente Zedillo acusó que el G20 no ha cumplido sus compromisos iniciales, entre los que citó las reformas financiera y del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, la Ronda de Doha en comercio y una coordinación en materia de política macroeconómica; y se lamentó que después de más de cuatro años de haberse creado el G20 existen “episodios que amenazan en convertirse en una guerra de divisas”.

Así pues, tenemos a dos personajes mexicanos influyentes en la escena económica mundial, quienes se lamentan de que las naciones utilicen su política monetaria para ganar competitividad depreciando sus monedas y no obedezcan lo que se comprometió en el G20. Estos comentarios van muy a favor de lo que el Fondo Monetario Internacional y los grandes bancos desean escuchar, pero no necesariamente es lo que México requiere para mitigar su grave problema de desempleo y subempleo.

¿Ante esta situación que debe hacer México? ¿Seguir portándose bien” obedeciendo lo que manda el Fondo Monetario Internacional a costa de perder competitividad respecto a otras naciones o debería bajar de una vez por todas la tasa de interés con el objeto de coadyuvar al crecimiento económico y del empleo?

Como lo hemos venido señalando desde el año 2008, México ha resultado “más papista que el papa” en materia de ortodoxia económica al mantener una política monetaria restrictiva que perjudica a la planta productiva nacional, y que sólo puede ser aplaudida por los organismos financieros multinacionales y por el sistema financiero (mayoritariamente en manos de extranjeros que obtienen en México las ganancias que no logran en sus países de origen).

Así, ahora en día e Banxico se enfrenta a una de las decisiones de política monetaria más importantes en la era Carstens y desde luego que el Banxico en estos momentos debe estar siendo presionado por todas partes. Por un lado el sector industrial reclama un tipo de cambio competitivo que le permita tener mejores condiciones de competencia en un mundo que vive una “guerra de divisas”, pero por otra parte el sector financiero y hasta gente dentro del Banxico no quieren que baje la tasa de interés de referencia.

En este sentido tenemos el caso del Consejo Coordinador Empresarial que el pasado 21 de febrero pidió reducir la tasa de interés interbancaria un día en al menos 0.75 puntos, con el fin de que el sector empresarial cuente con condiciones de financiamiento más favorables que los haga competitivos, así como de detener la entrada de capitales y apreciación de peso.

Pero por otra parte, el 27 de febrero, el subgobernador del Banco de México, Manuel Sánchez, declaró a Bloomberg que no ve necesario en este momento un recorte a la tasa clave de interés.

A manera de conclusión podemos decir que el ser el alumno obediente le ha valido a México tener “reconocimiento” internacional por su disciplina financiera, pero esto ha sido dañino para el país por las cuestiones arriba señaladas, de las cuales rescato lo señalado por el Consejo Coordinador Empresarial. Así que por el bien de México esperemos la baja en la tasa de interés en la siguiente reunión de la Junta de Gobierno del Banxico y no importa si se enoja el Fondo Monetario Internacional y los bancos.

 

Correo electrónico: alejandro@gaeap.com. Director General GAEAP*

Twitter: @alejandrogomezt

Alejandro Gómez Tamez
Alejandro Gómez Tamez
Director General del Grupo Asesores en Economía y Administración Pública. Tel (477) 326-3633 http://alejandrogomeztamez.com/ En Twitter: @alejandrogomezt Visita nuestra página de internet: http://www.gaeap.com/

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