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jueves, abril 25, 2024

Epidemia de obesidad: ¿Seguimos en alerta?

En noviembre de 2016, el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades CENAPRECE, emitió la Declaratoria de Emergencia Epidemiológica EE-4-2016 y EE-3-2016 para todas las Entidades Federativas de México ante la Magnitud y Trascendencia de los casos de Diabetes Mellitus; a partir de dicha declaratoria se generaron numerosas expectativas entre los profesionales de salud, algunas como: ¡excelente noticia!, ¡finalmente!, ¡por qué hasta ahora!, entre otras. La mayoría de ellas positivas, sin embargo, el gusto duró muy poco, pues al menos para su servidor el panorama no cambió del todo. Efectivamente el entonces Secretario de Salud Federal, el Dr. José Narro Robles, planteó las siguientes estrategias:

  • El desarrollo de campañas intensivas de difusión en medios de comunicación masivos.
  • El fortalecimiento del Sistema de Información en Enfermedades Crónicas (SIC).
  • El inicio de la operación del Índice de Calidad de la Atención al Paciente Diabético (ICAD), integrado por una evaluación que toma en cuenta la retención del paciente que vive con diabetes y consulta efectiva e impacto en salud.
  • Garantizar el abasto de pruebas de detección y control a partir de la compra centralizada de los insumos necesarios. Esta compra permite asegurar la existencia de insumos en primer nivel de atención y un ahorro de 99.1 millones de pesos.
  • El reforzamiento de la capacitación para el personal de salud del primer nivel de atención.

Considero que, dentro de las estrategias planteadas, hizo mucha falta la prevención y promoción de la salud, aunque la realidad es que no contamos con un antecedente que sirva como punto de comparación para evaluar estas acciones derivadas de la alerta epidemiológica, pues es la primera que se emite en el país, dirigida a enfermedades crónicas no transmisibles. Una alerta epidemiológica anterior que tuvo trascendencia en la población fue la emitida para controlar la pandemia de influenza en 2009 (DGE anuarios de morbilidad. 2009), por lo que hubo acciones puntuales y directas en unidades de atención, con un triage para el manejo y tipificación de casos, en escuelas, centros de trabajo, lugares de alta concentración de personas, se establecieron acciones claras para evitar el contagio, “ojo” no para eliminar el virus, sino para evitar el contagio y la propagación de este.

Por lo anterior, considero que es válido “no saber”, esto es, incursionar en un camino que no ha sido recorrido siempre nos llevará a obtener algún aprendizaje. Los infectólogos, epidemiólogos y médicos, sabían del comportamiento del virus tipo influenza (en sus diferentes serotipos), pero entonces ¿quién o quiénes son los profesionales de la salud que “saben” del comportamiento, modo de propagación, contagio o adquisición de una enfermedad crónica no transmisible?  

Antes de responder a la pregunta del párrafo anterior, quisiera compartir con ustedes la siguiente analogía: durante la contingencia por influenza algunas de las acciones que, como ciudadanos debíamos adoptar eran: estornudar en el antebrazo (codo), no saludar de beso, el uso de alcohol en gel antes de entrar a lugares públicos, entre otras. Ahora, para la alerta epidemiológica de 2016, el no consumir bebidas con alta cantidad de azúcares añadidas, evitar permanecer sedentarios la mayor parte del tiempo, moderar los alimentos con alto valor energético y bajo valor nutrimental, incluso el visitar con menor frecuencia un restaurante bufet de esos donde “debes” comer lo más que se pueda para “aprovechar” el costo, ¿deberían considerarse como acciones de control equivalentes?, ustedes consideren.

Regresando al sujeto, como profesionales de salud pública sabemos que la obesidad al igual que la diabetes mellitus tipo 2, son enfermedades de origen multifactorial, que son padecimientos que responden a la capacidad de adaptación del individuo y sobre todo, que implican una respuesta al entorno social. En el libro del Dr. Simón Barquera “¿Hasta que los kilos nos alcancen?, una introducción, desde la ciencia, sobre el aumento de la obesidad y la manera de enfrentar la epidemia.”, en la conclusión de la obra, se propone una solución integral y se refiere textualmente: “y tú eres parte de ella”, rescatando ese poder que como ciudadanos debemos ejercer para controlar dicha epidemia. Entonces, la información del ¿qué hacer? Y de la etiología compleja de las enfermedades crónicas no transmisibles, la conocemos los nutriólogos, los salubristas, los profesionales de la salud especializados en padecimientos de origen multicausal, todo el sector salud.

Así que el sujeto debe ser el promotor de salud y como tal, le corresponde a través del ejemplo, transmitir la información a la población, de manera tácita y también explícita. Cabe mencionar que, debido al ambiente que tenemos a nivel nacional, entendido desde el enfoque que el Dr. Julio Frenk nos compartió en su “Nueva Salud Pública” (Frenk J. 1994), el estado debe participar junto con el promotor, el conflicto de interés no debe ser limitante, debe haber más promotores, pues la realidad lo exige. Todos los profesionales de salud que atendemos pacientes con obesidad, observamos familiares, compañeros, alumnos y población en general, que viven con obesidad, sabemos de la magnitud del problema, que “no es a futuro”, que los kilos nos han alcanzado ya desde hace algunos años, que los recursos económicos para brindar atención a las complicaciones de un paciente con obesidad se llevan más de la mitad de los presupuestos en salud en cualquier institución del Sistema Nacional de Salud y de los hogares.

Así que, desde mi punto de vista tenemos la oportunidad de aprender estrategias de atención, contamos con suficiente cantidad de población para realizar estudios de investigación, intervenciones innovadoras, la oportunidad de “dejar de lado” obras o edificios “emblema” que absorben la mayor parte de los recursos de las administraciones, pues la alerta epidemiológica debe ser permanente, así lo requiere y de esa magnitud es el problema que tenemos.

Recuerden que, como profesionales de salud, todos somos promotores de salud.  

Miembro del Colegio de Nutriólogos de León A.C.

Doctorante en alta dirección, por UNITESBA, Maestro en salud Pública por el Instituto Nacional de Salud Pública, Estudió la licenciatura en Nutrición y Ciencia de los Alimentos en la UIA León. Es responsable de nutrición en la jurisdicción sanitaria VI de Irapuato, Gto. Docente y consejero de certificación profesional, en el Consejo de Profesionistas del Estado de Guanajuato (COPREG).

 

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