
Guido Reni (1575-1642). Imagen: CC rjhuttondfw en Flickr
Mientras en El Vaticano continúa candente el ancestral debate sobre la aceptación o no de personas gays en la iglesia católica, la comunidad homosexual mantiene firme su culto al que considera su divino protector: San Sebastián. Este mártir romano es también santo patrono de León, donde su fiesta se celebra el 20 de enero, que es precisamente la fecha oficial de la fundación de la ciudad.
La iconografía clásica representa a Sebastián como un joven hermoso, semidesnudo, atravesado su cuerpo con flechas y con un rostro en éxtasis, imagen que se ha convertido en referente para la comunidad lésbico-gay. Un número importante de homosexuales católicos lo reivindican como santo patrono, e inclusive han pedido que el patronazgo oficial sea reconocido por la iglesia católica.
Aunque no existen pruebas claras de que era homosexual, el santo fue tomado como icono gay por la imagen que hicieron de él: la combinación de su físico imponente desnudo, el simbolismo de las flechas penetrando su cuerpo y la mirada de su cara de extasiado dolor ha intrigado a los artistas heterosexuales y homosexuales durante siglos, e inició el primer culto explícitamente gay en el siglo XIX.
A Sebastián se le tiene como santo patrono de la comunidad homosexual simplemente por la belleza de su cuerpo expresada artísticamente a través de los siglos. Junto a Cristo ha sido el cuerpo varonil más representado en el arte, a veces con una sensualidad y una belleza realmente impresionantes. Ese es el motivo de tal patronato, que se basa en un gusto y afición a la belleza corporal perseguida por los artistas.
A partir del Renacimiento y hasta el siglo XX –cuando se irguió como santo patrono de la comunidad gay–, la imagen del mártir fue intensamente explorada por los artistas como excusa para investigar la anatomía humana y, a la vez, se instituyó como símbolo de la agonía y el éxtasis. Desde el 2008 un conjunto escultórico monumental en bronce, titulado “Sebastián”, obra del potosino Ricardo Motilla Moreno, preside el vestíbulo de acceso al Museo de Arte e Historia de Guanajuato.
En la Expo Gay celebrada en 2013 en España, los organizadores pidieron al Papa Benedicto XVI que reconociera a San Sebastián como protector divino de la comunidad gay-lésbica, respaldando su petición por el importante número de homosexuales católicos que lo reivindican como santo patrono. Sin embargo la solicitud aperturista no prosperó en aquella ocasión.
Historia de Sebastián
Sebastián era hijo de familia militar y noble, oriundo de Milán, y es también patrono de los soldados, los arqueros y los deportistas. Fue tribuno de la primera cohorte de la guardia pretoriana en la que era respetado por todos y muy apreciado por el emperador Diocleciano, que desconocía su cualidad de cristiano.
Cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios idolátricos. Como buen cristiano, no solo ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, sino que también visitaba y alentaba a los cristianos encarcelados por causa de Cristo.
Fue a partir del encarcelamiento de dos jóvenes, Marco y Marceliano, cuando Sebastián empezó a ser reconocido públicamente como cristiano. Los dos muchachos fueron arrestados y les fue concedido un plazo de treinta días para renegar de su fe en Dios o seguir creyendo en Él.
Sebastián, enterado de la situación, bajó a los calabozos para dar palabras de ánimo a los muchachos. A partir de ese momento se produjeron muchas conversiones y, como terrible consecuencia, martirios, entre ellos el de los dos jóvenes encarcelados, Marco y Marceliano.
Debido a todo esto, el Papa San Cayo le nombró defensor de la Iglesia. Sin embargo el emperador Diocleciano también se enteró de que Sebastián era cristiano y mandó arrestarlo. Fue llevado ante Diocleciano que le dijo: “Yo te he tenido siempre entre los mejores de mi palacio y tú has obrado en la sombra contra mí, injuriando a los dioses”.
San Sebastián no se amedrentó y reafirmó nuevamente su fe en Jesucristo. La pena ordenada por el emperador era que el mártir fuera atado y cubierto de flechas en zonas no vitales de su cuerpo, de forma que no muriera directamente por los flechazos, sino que falleciera al cabo de un tiempo, desangrado, entre grandes y largos dolores.
Los soldados, cumpliendo las órdenes del emperador, lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un árbol y lanzaron sobre él una lluvia de saetas. Cuando acabaron su misión y vieron que Sebastián ya estaba casi muerto, dejaron el cuerpo inerte del santo acribillado por las flechas.
Sin embargo sus amigos que estaban al acecho se acercaron, y al verlo todavía con vida lo llevaron a casa de una noble cristiana romana llamada Irene, que lo mantuvo escondido en su casa y le curó las heridas hasta que quedó sano.
Cuando estuvo restablecido, sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero el santo se negó rotundamente. Volvió a presentarse con valentía ante el emperador cuando éste se encontraba en plena ofrenda a un dios, quedando desconcertado porque lo daba por muerto, momento que Sebastián aprovechó para arremeter con fuerza contra él y sus creencias.
Maximiano ordenó que lo azotaran hasta morir (año 304), y esta vez los soldados se aseguraron bien de cumplir sin errores la misión. El cuerpo sin vida de Sebastián fue recogido por los fieles cristianos y sepultado en la en un cementerio subterráneo de la Vía Apia romana, que hoy lleva el nombre de Catacumba de San Sebastián.