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viernes, abril 26, 2024

Carpool

*Por Jonathan Palafox

Lunes, martes, miércoles o jueves. No se diga viernes. Cualquiera de esos días, a las horas pico, uno tiene bastante tiempo para pensar en muchos temas, atorado en el tráfico. Llevo más de veinte años viviendo en León, Guanajuato, y puedo dar cuenta del incremento de la dificultad de los traslados y la elongación de los tiempos en los mismos.

Es probable que esté mencionando un problema que realmente no sea tan crítico, al menos en León. Es probable que personas de otras ciudades, como Guadalajara o Ciudad de México, puedan decirme, sin temor a equivocarse, que la situación del tráfico en aquellas urbes es mucho peor. No lo dudo. Es probable, también, que la propia dinámica de la sociedad actual y sus capacidades, donde todo ocurre (o esperamos que ocurra) de manera inmediata, haya mermado nuestra paciencia y tolerancia a la frustración. Por supuesto. Aun así, creo que pasar de hacer recorridos que antes se hacían en 15 minutos, a hacerlos en 25 o 30, justifica cierta atención.

Y es que el problema del tráfico no es solo un problema de tiempo. Atorarse en el tráfico es el inicio de una reacción en cadena que termina por afectar el estado anímico y de salud de las personas, aumentando el estrés y los padecimientos asociados a este. Aún peor, los embotellamientos afectan también a las personas que no están en los coches mediante el incremento de las emisiones de gases tóxicos y contaminación auditiva.

El problema del tráfico es, entonces, importante. La pregunta que nos hacemos aquí es ¿cómo puede la tecnología ayudar a solucionarlo? El Carpool puede ser parte de la respuesta.

El Carpool es la práctica de compartir el coche particular, privado, con otras personas que hacen recorridos similares. Esta práctica busca reducir el tránsito de vehículos subutilizados. Según un estudio realizado por Waze, en la CDMX en 2019, los vehículos llevaban a bordo a 1.2 personas.

Para evitar que el Carpool tenga el efecto de la demanda inducida (el que produce un incremento en la demanda a partir del abaratamiento o simplificación de la oferta), su implementación debe observar un estricto sentido social, no comercial, evitando así el incentivo de la compra e incremento de coches para llevar a cabo el servicio de transporte en vehículos y rutas que antes no se hacían.

Manejar la información para exponer/encontrar asientos disponibles en vehículos que llevan a cabo rutas regulares es un reto resoluble si nos apoyamos en la tecnología actual. Bastaría el registro de las rutas que el propietario del vehículo haga y los horarios de estas, incluyendo puntos relevantes de pasada. Con ello, cualquiera otro que esté interesado en este mecanismo de transporte podría encontrar dicho vehículo si es que tiene por destino uno similar o cercano, y como origen al menos algún punto de coincidencia.

Herramientas como Waze Carpool existen y se han implementado ya en algunas partes del mundo, incluida la Ciudad de México, Brasil e Israel. Como muchas otras cosas, sin embargo, la pandemia nos puso a todos en pausa y probablemente ralentizó la adopción de estas alternativas al brindarnos un maravilloso espejismo de trayectos fluídos por la ciudad, a cualquier hora del día: una de las cosas que resultaron positivas durante el encierro. Ese espejismo, sin embargo, no fue más que eso, y apenas dos años después nos deja nuevamente en el medio de una ciudad (varias, en realidad) asfixiadas por el parque vehicular.

También hay que decir, por supuesto, que hay retos para implementar un servicio de este tipo que no son tecnológicos. La confianza es uno de esos retos. No es una decisión trivial dejar subir a un extraño a nuestro vehículo; sin embargo, un comienzo controlado, con terceros que certifiquen la idoneidad de todos los participantes, podría ayudar a generar o mejorar una reputación virtual (un tema del que hemos de hablar en otro artículo) que cause confianza en los demás. Ese tercero bien pueden ser empresas que se adhieran al ejercicio del Carpool, comprometiéndose a mantener actualizada la información respecto de sus colaboradores; bien puede ser el gobierno, mediante certificaciones que además pudieran alimentar un cierto sistema de puntaje que privilegiara a esos ciudadanos colaborativos en los innumerables trámites que hay que hacer de manera cotidiana. Este no es el plan de ejecución, sólo la idea.

Un reto más grande es, sin embargo, no hacer nada. Dejarnos consumir hasta que simple y sencillamente las calles se vuelvan intransitables y el estrés incontenible. Tal vez haya que tolerar esas condiciones un tiempo hasta que por sí mismo, el sistema, nos disuada de salir a las calles y, con ello, el tráfico mejore. No lo sé, es solo un pensamiento ahora que estoy atorado en el tráfico.

* Ingeniero en Sistemas Computacionales, fundador de Tres Factorial Ingeniería de Software. Miembro de Canieti Guanajuato desde 2018 y Coordinador de la Comisión de Innovación en Concamin.
jonathan.palafox.lopez@gmail.com
twitter @jpalafoxlopez

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