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miércoles, mayo 21, 2025

Estrés laboral y su relación con la obesidad

L.N. Ivonne Guerrero Nava*

Las transformaciones en el mundo del trabajo y los desafíos que representan los contextos laborales son líneas de análisis y reflexión que destacan en los últimos años por sus efectos sobre los estilos de vida y la salud de las personas. Cada vez más personas en el mundo presentan sobrepeso u obesidad, y los escenarios laborales no escapan a esta situación.

Cuando se habla de sobrepeso y obesidad, nos referimos a una de las más complejas problemáticas de salud pública en el siglo XXI. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2016 (ENSANUT 2016), siete de cada diez adultos continúa padeciendo exceso de peso en todas las regiones y grupos socioeconómicos, lo que ha llevado a nuestro país a ocupar el segundo lugar del mundo en obesidad en adultos.

Muchos nos preguntaremos, ¿pero qué está pasando?

Actualmente la obesidad representa una enfermedad crónica de orden multifactorial, es un trastorno complejo que se manifiesta en la presencia de una cantidad excesiva de grasa corporal; cuya prevalencia va en aumento y la cual plantea un serio problema de salud pública.

La problemática de obesidad actual en México se encuentra influenciada por varios factores sociales, ambientales, económicos y psicológicos; dichos factores conllevan cambios de estilo de vida, de hábitos alimentarios, sedentarismo, estrés asociado con grados de ansiedad originados por exceso de trabajo; cambios que conducen al individuo a consumir una dieta alta en calorías y grasas tales como: alimentos fritos, frituras, alimentos capeados, alimentos empanizados, comida rápida, lácteos enteros y azúcares refinados como: refrescos, jugos, chocolates, cereales de caja, postres, galletas, etc; con consecuencias como dislipidemias y otras enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, hipertensión arterial, enfermedades cerebrovasculares, algunos tipos de cáncer, cardiopatías, etc.

Dentro de los factores de riesgo más comunes se encuentran el desequilibrio de energía consumida, la inactividad física, la genética, factores emocionales, el hábito de fumar, los embarazos y el déficit de sueño. Es por ello que además de estudiarse la ingesta y el gasto calóricos, la comunidad científica se ha interesado por analizar que otros aspectos se relacionan con esta problemática con la finalidad de prevenirla y buscar mejorar la calidad de vida de quienes ya la padecen.

Y a todo esto, ¿qué relación guarda el estrés laboral con la conducta alimentaria y la obesidad?

Puede parecer una pregunta obvia y fácil de contestar, sin embargo es más complicada de lo que se puede pensar. Primero que nada nos centraremos en la sintomatología de ansiedad  y de estrés en relación con la obesidad. Diferenciamos a la ansiedad del estrés en cuanto la ansiedad es una respuesta del organismo para anular o contrarrestar el peligro mediante una respuesta que se desencadena ante una situación de amenaza o peligro físico ó psíquico; mientras que el estrés se refiere al conjunto de procesos y respuestas neuroendócrinas, inmunológicas, emocionales y conductuales que se desarrollan ante situaciones que representan una exigencia de adaptación mayor que lo habitual para el organismo, siendo percibido por la persona como amenazante o peligroso.

Actualmente el estrés laboral y las presiones económicas nos están absorbiendo, el Instituto Mexicano del Seguro Social  da a conocer que el  75% de los mexicanos padece de fatiga laboral, superando a países como China y Estados Unidos; cabe mencionar que el estrés laboral es potencialmente contagioso, ya que estar cerca o visualizar a otras personas en situaciones de estrés, puede aumentar los niveles de cortisol del observador.

El organismo siempre se encuentra en un estado de estrés, sin embargo ante determinadas situaciones se incrementa pudiendo producir un efecto negativo para la salud. Dicha reacción se relaciona con cambios en la conducta alimentaria, asociándose con el consumo excesivo de calorías, ya que es frecuente confundir la ansiedad con el hambre y, por tanto, se ha reportado que algunas personas al sentirse ansiosas tratan de mitigar esta ansiedad con comida, lo cual puede llevar a desarrollar obesidad.

De acuerdo a la ENSANUT 2016, la población mexicana tiene cada vez peores conductas alimentarias, aquí algunos ejemplos:

  • 4% no cuenta con dinero suficiente para comprar frutas y verduras,

38.4% refiere falta de conocimiento para preparar alimentos saludables,

  • 6% prefiere consumir bebidas azucaradas y comida densa en energía: pastelillos, dulces y botanas como papitas y frituras,
  • 23% de la población muestra desagrado por las verduras,
  • 4% menciona falta de tiempo para preparar o consumir sus alimentos,
  • 8% no realiza actividad física por falta de tiempo,
  • 1% prefiere actividades sedentarias como ver la televisión o usar la computadora.

Esto  influye negativamente en la salud y por tanto en el rendimiento personal, familiar y laboral; es por ello que la solución depende fundamentalmente de una transformación de los estilos de vida y cambios de hábitos alimentarios voluntarios, para ello su combate requiere saber cómo hacerlo.

Y, ¿cómo lo hago?

Lo más recomendable es acudir con un especialista en el área de nutrición. El Nutriólogo es el profesional de la salud capacitado para evaluar el estado nutricio de los individuos, comunidades y/o grupos de población, por lo tanto desarrollamos, implementamos y evaluamos planes de cuidado nutricional destinados a mejorar hábitos alimentarios de acuerdo a las condiciones físicas, biológicas, socioculturales y psicológicas del paciente; y por ende contribuimos de manera positiva a su salud en general y a su calidad de vida.

Recomendaciones para contrarrestar los efectos negativos del estrés laboral:

  • Es importante realizar por lo menos tres comidas al día y de manera opcional dos colaciones, por lo que establecer horarios de comida ayudará a tomar tiempos de descanso entre la jornada laboral y contrarrestar el estrés laboral.
  • Planea tu alimentación de la semana, así ahorrarás tiempo, podrías cocinar el fin de semana y así poder llevar tus alimentos a tu trabajo sin contratiempos.
  • Reduce la ingesta calórica procedente de grasas saturada, mejor elige grasas insaturadas como lo son el aguacate, nueces, almendras, cacahuate natural, pepitas, aceite de olivo para aderezar ensaladas.
  • Elige alimentos ricos en vitamina C como: naranja, guayaba, fresas, kiwi, piña, toronja, pimiento morrón, jitomate, etc. Al ser un poderoso antioxidante, estos alimentos ayudarán a neutralizar los radicales libres generados por el estrés.
  • Consume alimentos con alto contenido en vitamina B ya que ayudan al metabolismo de energía como es el caso del huevo, salmón y verduras verdes en general.
  • Evita el consumo de lácteos enteros, mejor elige las opciones descremadas o bajas en grasa.
  • Agrega a tu alimentación diaria abundantes frutas y verduras, así como la selección de granos enteros y proteínas con bajo contenido en grasa como: bistec, pechuga de pollo, pescado, pavo, queso panela, lomo de cerdo, queso fresco.
  • Suma 30 minutos de actividad física todos los días y evita pasar más de dos horas sentado, esto favorecerá reducir el estrés y la ansiedad y mejorar tu estado de ánimo.

Lecturas recomendadas:

Fabián G Paredes, Liz Ruiz Díaz, Natalia González (2018). Hábitos saludables y estado nutricional en el entorno laboral. Revista Chilena de Nutrición, Vol.45, 9.

López Morales, José Luis, Guarcés de los Fayos, Enrique Javier (2016). Actualización del modelo explicativo de la obesidad y sus conductas de riesgo: estudio preliminar. Nutrición Clinica y Dietética Hospitalaria, Vol. 36, 6.

*Licenciada en Nutrición.

Nutrición empresarial.

Docente de Licenciatura en Nutrición.

Miembro activo del Colegio de Nutriólogos de León.

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