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viernes, abril 19, 2024

Fiestas infantiles, el colmo de nuestros errores alimentarios

Por: Alejandra Huerta Arreola

Aunque en esta época pandémica casi no haya fiestas infantiles por obvias razones, hace ya varios años que tenía ganas de hablar de este tema que me inquieta.

Tengo gemelos de 7 años, por lo que varias veces al año e incluso varias veces al mes nos invitan a fiestas infantiles que tanto ellos como yo disfrutamos. Ellos jugando con sus amiguitos, y yo platicando con las otras mamás.

Seguramente la mayoría coincidiremos en que la celebración de los cumpleaños de nuestros hijos es importante por varios motivos. Las fiestas son una manera de fomentar valores como la importancia de rodearse de la familia y los amigos, la alegría de festejar la vida, la dicha de compartir, el propiciar momentos en los que ellos son los protagonistas, y muchas razones más por las que estas ocasiones constituyen una valiosa herramienta para desarrollar su autoestima. Por ello creo que los padres nos esforzamos para organizar año con año una fiestecita para darle gusto a nuestro niño o niña, tratando de que lo pase feliz y disfrute su día al máximo. Y eso está muy bien.

PERO… la costumbre dicta que en las fiestas infantiles ofrezcamos una variedad de bebidas endulzadas (refrescos, jugos y aguas de sabor), botanas fritas y saladas, golosinas, dulces y chatarras de todo tipo, meriendas muy altas en grasa tales como hot dogs con tocino, hamburguesas o sincronizadas con queso amarillo y mucho aceite, no puede faltar el tradicional pastel con gelatina y desde hace varios años que también se montan barras de postres y dulces y hasta paredes de donas.

Tal vez no hayamos reparado tampoco en la cantidad de basura y de residuos plásticos que generamos en estos eventos: los envases de refrescos, los incontables vasos desechables, los cubiertos y platos de la merienda y otros tantos para el pastel, a veces incluso de unicel. No conformes con los empaques que ya traen de fábrica los dulces (bolsa de plástico grande y empaque individual) les ponemos etiquetas, bolsitas y listones para que las golosinas hagan juego con la temática o el personaje de la fiesta, así como los manteles, las decoraciones y centros de mesa con globos y adornos. No olvidemos las piñatas bien rellenas de más dulces y juguetes desechables, así como las bolsitas que repartimos para que los niños junten sus golosinas, y por último los bolos o pequeños recuerdos que casi siempre son más dulces o juguetitos (más plástico) dentro de otra bolsa. Y están también los regalos que llevan los invitados para el festejado, empacados (en plástico) y envueltos (en más plástico) o papel con moños (de plástico).

Si esta situación sucediera esporádicamente tal vez no representaría un gran problema, el tema es que los niños tienen cada vez más fiestas y más oportunidades para consumir bebidas endulzadas, alimentos hipercalóricos y golosinas, con las respectivas consecuencias para su salud y la del planeta. Y esto que ocurre en las fiestas infantiles cae a todas luces en los excesos: de azúcar, de colorantes, de grasas, de sodio y por supuesto de basura y residuos plásticos. Ante un panorama epidemiológico donde nuestro país ocupa los primeros lugares en obesidad y enfermedades asociadas, y en un mundo donde ya resentimos las graves consecuencias del cambio climático y estamos cerca de cruzar umbrales irreversibles, no me parece que estemos siendo congruentes.

Se debe recordar que el acto de comer conlleva una concepción mental que permite la activación de recuerdos y el desencadenamiento de emociones y sentimientos. Si asociamos los recuerdos felices de nuestros hijos en su infancia solo con alimentos chatarra, este tipo de alimentos y bebidas se van a convertir a futuro en productos de consumo recurrente con el fin de buscar esa sensación de afecto o apego a etapas del pasado. ¿Queremos que los recuerdos felices de nuestros hijos estén asociados a este tipo de alimentos y bebidas?

Si consideramos que las fiestas son una muestra de nuestras costumbres y constituyen un reflejo de nuestra identidad cultural, entonces ¿qué ha pasado con nuestra cultura si nuestras celebraciones están atascadas de chatarra y basura? No sé, pero creo que es tiempo de repensar nuestro hábitos de consumo en las fiestas infantiles. Aquí dejo algunas ideas:

– incluir algunas botanas saludables como palomitas, pepino, jícama, piña y mango con chilito o chamoy, paletas de hielo a base de fruta, uvas, cuadritos de queso, etc.
– no olvidar tener agua simple
– evitar el uso de desechables, se pueden rentar o comprar platos y vasos de plástico o melamina que se lavan y reutilizan
– opciones de bolo: termos de agua, playeras personalizadas, cuentos, libros para colorear, semillas o plantas, rompecabezas, lápices, alcancías
– envolver los regalos en periódico o papel kraft en lugar de bolsas de plástico

Ojalá que en un futuro cercano el cese de la pandemia nos permita retomar las reuniones y festejos, pero que lo hagamos con más conciencia.

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